El añejo enfrentamiento entre Cuba y Estados Unidos se interpuso otra vez en un posible diálogo que hubiera podido desembocar en programas de cooperación regional en materia de desastres, con notable beneficio para países impactados por huracanes y otras catástrofes naturales.
La posibilidad de establecer un puente de entendimiento se abrió luego de que el gobierno cubano de Fidel Castro pareció aceptar un ofrecimiento de ayuda estadounidense, que implicaba la visita a la isla de tres funcionarios que evaluarían en el terreno los daños causados por el huracán Wilma.
Sin embargo, al finalizar esta semana quedó claro desde ambos lados que la brecha aún es ancha y profunda como para un simple salto. "Es una lástima, Cuba tiene personal capacitado y buenas experiencias en materia de cooperación, sobre todo en el campo de la salud y emergencias epidemiológicas", comentó a IPS un diplomático latinoamericano.
"Desde el principio vi con pesimismo la posibilidad de entendimiento, teniendo en cuenta las pésimas relaciones entre los dos gobiernos", señaló, a su vez, Elizardo Sánchez, presidente de la opositora Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional.
En un comunicado, la cancillería cubana insistió en que no tenía inconveniente en recibir al equipo de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid, por sus siglas en inglés), para un intercambio sobre los desastres provocados por huracanes y la necesaria cooperación regional para enfrentarlos.
Sin embargo, el gobierno estadounidense de George W. Bush consideró que La Habana intenta desviar el tema hacia otros fines, por eso suspendió la visita y aclaró que no estaba interesado en "convertir una misión humanitaria en un diálogo político" sobre cuestiones no relacionadas con la provisión de ayuda a las víctimas del huracán Wilma.
A mediados de octubre, Wilma se convirtió en el huracán número 12 de la temporada que va cada año de junio al 30 de noviembre en la región del Caribe y el golfo de México, la cual ha sido particularmente activa este año.
Cuba incrementó en el último año sus programas de colaboración en este campo, además de participar activamente en iniciativas de cooperación en la Cuenca del Caribe para fortalecer las capacidades de mitigar los riesgos de desastres, promovidas por el Sistema de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
A raíz del paso del huracán Katrina, que en agosto pasó por los sudorientales estados estadounidenses de Luisiana, Mississippi, Alabama y Florida dejando un saldo de 1.050 personas muertas y cuantiosos destrozos, el presidente Castro ofreció a Washington el envío de medicamentos y una brigada médica, pero la oferta fue desestimada.
Castro creó de todos modos el contingente internacional, especializado también en el combate contra epidemias, al que bautizó con el nombre de Henry Reeve, un estadounidense que luchó en la guerra independentista cubana a fines del siglo XIX.
Parte de esta brigada se encuentra actualmente en Pakistán, en la zona que fue devastada el 8 de octubre por un terremoto, en tanto otro numeroso grupo médico se instaló en áreas de Guatemala que fueron azotadas por el huracán Stan en los primeros días de octubre.
Según fuentes oficiales, casi 25.000 profesionales de la salud colaboran actualmente en 69 países de América Latina y el Caribe, América del Norte, África, Europa y Asia.
En nota de prensa, la Sección de Intereses de Estados Unidos en la capital cubana (SINA) confirmó el jueves que los expertos de la Usaid se abstendrán de viajar a esta nación caribeña, a cuyas autoridades culpó de intentar convertir la visita "en un evento político".
La SINA añadió que el gobierno cubano quiso utilizar ese viaje "para discutir esquemas encaminados a prevenir y luchar contra los efectos de futuros huracanes", en tanto el "objetivo de Estados Unidos no es sostener discusiones, sino ayudar al pueblo cubano".
Al respecto, Washington anunció que canalizará su asistencia, consistente en 100.000 dólares, a través de organizaciones independientes no gubernamentales, las cuales se abstuvo de identificar
Consultado por IPS, Sánchez señaló que su organización, no reconocida por el gobierno, carece de capacidad jurídica como para recibir eventualmente esa ayuda, a diferencia de grupos religiosos como Caritas u otros de ese tipo.
Al rechazar las imputaciones estadounidenses, la cancillería cubana afirmó que desde el inicio (la pasada semana) dejó clara su disposición de recibir a los funcionarios para "debatir" sobre la "necesaria cooperación regional" ante el peligro de desastres como los provocados por huracanes cada vez más frecuentes y violentos.
En ese sentido, la contrapropuesta cubana al ofrecimiento de Washington incluía el intercambio de puntos de vista sobre cómo ayudarse "mutuamente" entre Estados Unidos, México, Cuba y otros países del área, y visitas del equipo de la Usaid a zonas mayormente afectadas por Wilma en las provincias cubanas de Ciudad de La Habana y Pinar del Río.
Pero rechazó la oferta estadounidense de realizar una valoración económica de los daños causados por Wilma. "Contamos con los recursos materiales y humanos necesarios para la recuperación, que por demás marcha de manera acelerada", aseguró la cancillería, que además reiteró no haber solicitado ayuda a Estados Unidos.
De todos modos, el gobierno de Castro dejó "en pie" su oferta de conversar sobre la cooperación para enfrentar situaciones de desastres.
"Sólo estableciendo mecanismos de colaboración entre todos los países del área, incluido Estados Unidos, estaremos en condiciones de proteger y salvar vidas humanas frente a los fenómenos naturales cada vez más devastadores que nos azotan", indicó.
Cuba y Estados Unidos mantienen sus relaciones interrumpidas desde 1961 y hasta ahora el único tema que los ha obligado a conversar y adoptar acuerdos de mutuo beneficio es el migratorio. También hay cierta colaboración, pero de manera puntual, en materia de lucha contra el narcotráfico.
En 2002, Washington desestimó también un ofrecimiento del gobierno de Castro de negociar acuerdos bilaterales de cooperación para el combate contra la migración clandestina, el terrorismo y el narcotráfico. Entre 1970 y 2001, los desastres naturales provocaron en América Latina y el Caribe 246.569 muertes, afectaron en diverso grado a 144 millones de personas y causaron pérdidas materiales estimadas en unos 68.600 millones de dólares, indicó el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.