El SeaOrbiter (satélite del mar) parece un curioso objeto marino salido de la imaginación del escritor Julio Verne. Es un silencioso buque sin motor, de 51 metros de altura y semi-sumergible, que se dejará llevar por la corriente del Golfo, en el océano Atlántico, para estudiar la vida marina y la contaminación.
Al contrario del submarino Nautilus, imaginado por Verne en el siglo XIX, y de todos los otros sumergibles modernos que deben salir regularmente a la superficie, el SeaOrbiter podrá observar el océano las 24 horas del día, ya que 31 metros de su estructura estarán sumergidos permanentemente.
El SeaOrbiter transportará una tripulación de 18 personas que analizará durante tres meses en 2008 los efectos de la contaminación en los ecosistemas del océano, el papel de las corrientes marinas e incluso el comportamiento de las especies en presencia de un objeto silencioso.
El creador del proyecto, el arquitecto y oceanógrafo francés Jacques Rougerie, afirma que el principal objetivo de la misión es llamar la atención del gran público sobre el mar y las amenazas que enfrenta.
"Mi principal objetivo es pedagógico: dar a la gente la oportunidad de aprender un poco más sobre el mar", dijo Rougerie a Tierramérica en sus oficinas de París, instaladas en una embarcación anclada en el río Sena, a pocos metros de la Plaza de la Concordia.
"El SeaOrbiter dispondrá de un equipo de oceanógrafos y ambientalistas, y de equipamiento técnico de alta calidad para analizar la presencia de dióxido de carbono en el agua del mar y su diseminación en virtud de las corrientes", señaló.
La tripulación del SeaOrbiter podrá estudiar la concentración salina del agua marina, la dinámica de las corrientes, los ritmos de cambios de densidad poblacional y de especies, entre otras cosas.
El buque de Rougerie dispondrá de cámaras y micrófonos controlados a distancia, capaces de grabar imágenes y sonidos a 600 metros de profundidad. Todo el material fílmico y sonoro registrado será puesto a disposición del público en tiempo real, gracias a una conexión de Internet de alta velocidad.
El especialista concibió el SeaOrbiter cuatro años atrás, como parte de sus esfuerzos para estudiar la contaminación marina. El arquitecto francés teme que, debido a su dinámica, el agua de mar se convierta a mediano plazo en vector incontrolable de contaminantes y de virus.
"Como podemos ver actualmente con la epidemia de la gripe aviaria, hay virus mutantes", dijo Rougerie. "Existe la posibilidad de que un virus se adapte a un organismo marino, y constituiría una catástrofe ecológica y de salud de dimensiones globales, dada la dinámica de las corrientes marinas", argumentó.
El SeaOrbiter derivará guiado por la corriente de agua cálida que fluye por el océano Atlántico desde el Golfo de México hacia la proximidad de las costas europeas durante tres meses, a partir de la primavera boreal de 2008, y funcionará como un centinela continuo de la biología marina.
En su porción sumergible, de 31 metros, el vehículo dispondrá de una sección presurizada, que permitirá a la tripulación salir directamente bajo el agua en caso de necesitar una observación inesperada, sin necesidad de someterse a las largas y penosas sesiones de descompresión previas y posteriores al buceo.
Dado que las condiciones de vida en un navío de este tipo son comparables a las de una nave espacial, el SeaOrbiter podrá ser utilizado como base de entrenamiento para astronautas.
En el diseño del navío y de su misión cooperan varios astronautas de Estados Unidos, como Scott Carpenter, uno de los primeros en navegar en el espacio exterior, y Bill Todd, responsable del programa de investigación de la agencia especial estadounidense NASA Extreme Environment Mission Operations (Neemo, o Misión de Operaciones en Ambientes Extremos de la NASA).
La parte del SeaOrbiter que navegará por encima del nivel del mar, con más de 20 metros de altura, operará a la presión terrestre normal.
Dado que el SeaOrbiter no dispone de motores y se dejará arrastrar por las corrientes marinas, su superficie sumergida podría convertirse en hábitat para una multiplicidad de seres vivos, debido a la atracción que ejercen los objetos flotantes sobre todo tipo de especies marinas, desde microorganismos hasta peces de talla relativamente grande.
Esto permitirá a la tripulación analizar en condiciones especiales la vida marina e inscribirse en la lista de las epopeyas de la investigación oceanográfica, como la naufragada expedición por el Pacífico del "Astrolabio" de La Pérouse, en 1785, o el buque científico Glomar Challenger, que en los años 70 perforó el lecho marino.
El proyecto SeaOrbiter es una asociación de empresas privadas y de los institutos oceanográficos de Marintek, en Noruega, y de París.
* El autor es corresponsal de IPS. Publicado originalmente el 5 de noviembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (