Venezuela olvidó este jueves la crispación política y la tristeza por no clasificar al Mundial de Fútbol Alemania 2006, con el triunfo que los Medias Blancas de Chicago alcanzaron sobre los Astros de Houston en la serie final del béisbol de las Grandes Ligas de Estados Unidos y Canadá.
Es que uno de los suyos, Oswaldo Guillén, de 41 años, es el manager que condujo a los "patiblancos" de Chicago a una victoria que no saboreaban desde 1917.
Centenares de latinoamericanos nutren el béisbol de Grandes Ligas como jugadores y técnicos desde hace más de medio siglo, pero Guillén es el primer nativo de la región que guía a un equipo hasta la máxima conquista.
Los clubes norteamericanos se organizan en las ligas Nacional y Americana (estadounidense), cuyos campeones van a una "serie mundial", y allí los Medias Blancas ganaron en línea los cuatro primeros juegos de los siete previstos. El decisivo cuarto partido, la noche del miércoles, "es el juego más importante en la historia del béisbol venezolano", estimó el comentarista Ignacio Serrano en el diario caraqueño El Nacional.
El otro éxito grabado en el inconsciente colectivo de este país donde el béisbol es deporte rey casi desde que llegó en 1895, fue doblegar a Cuba, reconocida potencia regional de la disciplina, en la final del campeonato mundial que se disputó en 1941.
El de Guillén "es el triunfo individual más importante obtenido por un venezolano en mucho tiempo", dijo a IPS el director del diario popular Últimas Noticias, Eleazar Díaz Rangel. El sociólogo Tulio Hernández recordó que "no hay héroe más grande para un venezolano que un beisbolista".
"Los venezolanos sentimos como una cosa muy propia que un hombre joven y de origen humilde haya logrado esta hazaña", comentó a IPS el ex candidato presidencial socialista y director del vespertino Tal Cual, Teodoro Petkoff.
El béisbol "está demasiado entretejido en la psicología del venezolano, y el éxito de Guillén es un episodio gratificante, un motivo de disfrute en un país crispado políticamente, porque nos recuerda que somos un solo pueblo y que en definitiva aquí cabemos todos", dijo Petkoff.
¿El hombre del año? "Ojalá sea una influencia positiva más allá de lo temporal", dijo Díaz Rangel. "Es de una significación importante y no muy frecuente su constante alusión y atención a Venezuela", agregó.
Guillén, famoso por ser un "duro", con tácticas heterodoxas a despecho de la crítica deportiva, por ser extrovertido y hablar "sin pelos en la lengua", no pudo contener las lágrimas cuando luego del triunfo periodistas estadounidenses le pidieron un mensaje en castellano para sus compatriotas: "Viva Venezuela", fue cuanto atinó a decir.
Su historia tiene rasgos comunes a las de otros latinoamericanos de origen humilde que migran a Estados Unidos, Europa o Japón y se convierten en ases del deporte. Sólo en el béisbol de las Grandes Ligas participaron este año más de 200 peloteros "latinos": 91 de República Dominicana, 46 de Venezuela, 34 de Puerto Rico, 19 de México y algunos otros de Cuba, Colombia y Panamá.
Guillén, nativo de Ocumare del Tuy, zona del sureste de Caracas que fue tradicional asiento de afrodescendientes, se destacó desde adolescente en el béisbol, lo reclutó primero un club local y luego, por equipos de categoría menor, llegó a las Grandes Ligas en Estados Unidos, hasta que en 1985 comenzó a jugar con los Medias Blancas.
Fue el Novato del Año, y en 1990 obtuvo otro galardón, Guante de Oro, por su exitoso desempeño como campo corto, posición defensiva que implica atrapar las pelotas bateadas por el oponente con fuerza hacia el centro del campo y a la vez asistir a los compañeros que custodian las almohadillas para evitar el avance de los contrarios.
Entre 1998 y 2000 jugó con otros clubes y, desde 2001, aprovechando sus dotes de liderazgo y para la estrategia global del juego, le propusieron y aceptó entrar en los equipos técnicos. A fines de 2003 asumió la conducción de sus Medias Blancas.
Bautizado "Ozzie" por comentaristas estadounidenses con dificultades para pronunciar "Oswaldo", Guillén desarrolló tácticas heterodoxas que la prensa de Chicago llama "Ozzieball" y las cuales "no son más que las jugadas astutas propias del Caribe, con las que se juega en cualquier barriada de Caracas", observó Petkoff.
Su éxito, por ello, es otro paso para "latinoamericanizar" el béisbol de Grandes Ligas, que fue monopolio de jugadores blancos hasta que después de la segunda guerra mundial se abrió a los afroestadounidenses, latinos y asiáticos. El deporte tiene una fuerte implantación en Japón, Corea del Sur y Vietnam.
En América Latina domina en varios de los vecinos caribeños y centroamericanos de Estados Unidos: la costa de México sobre el Pacífico, Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela, el norte de Colombia, Nicaragua y Panamá.
Algunos expertos lo consideran un reflejo deportivo del Departamento de Estado: el béisbol contiene diplomacia y política, "una suerte de ajedrez con una pelota", según algunos entendidos, al ser el deporte de equipos que más privilegia la responsabilidad individual, sobre todo del lanzador y el bateador, que tratan en cada jugada de descifrar las intenciones ocultas del adversario.
En cambio, otros deportes de conjunto, como el fútbol americano, reflejan más al Departamento de Defensa, o espíritu bélico estadounidense, al basarse en la organización colectiva para una aplicación masiva e instantánea de la fuerza.
Guillén, ocasional columnista en la prensa local —otra de sus facetas— había puesto las cosas de esta manera: "Todos han sido héroes en su momento y, como lo dijo Paul Konerko, el líder indiscutible (el bateador más poderoso de Chicago), aquí valiosos son todos, absolutamente todos".
El triunfo "lo merece el equipo, lo merece la ciudad y lo merecen todos los que desde Venezuela nos expresaron apoyo", remató el que parece ser el "hombre del año" para los venezolanos.