Las protestas que se suceden en Venezuela, aún de poca monta pero extendidas por distintas zonas y por variados motivos, cargan de demandas al gobierno de Hugo Chávez, pese a sus promocionados planes sociales alimentados por abundantes ingresos petroleros.
Indígenas, vendedores callejeros, vecinos afectados por desastres naturales, transportistas, maestros, universitarios, trabajadores estatales, jubilados y sindicalistas se cuentan entre los sectores que se movilizan por diferentes reclamos, con la particularidad de que son impulsados generalmente por dirigentes sociales que simpatizan con el oficialismo.
En vísperas del Día de la Resistencia Indígena, como bautizó el gobierno el 12 de Octubre aniversario de la llegada de los españoles a América, decenas de integrantes de las etnias wayúu, yucpa y barí, que habitan la Sierra de Perijá, en la frontera norte con Colombia, protestaron en la plaza Bolívar de Caracas contra un plan para explotar carbón en sus territorios a partir de 2006.
"Van a acabar con las fuentes de agua que alimentan a (la noroccidental ciudad de) Maracaibo (la segunda en importancia del país) y por cada tonelada de carbón que saquen para la compañía brasileña (Vale Do Rio Doce) destruirán 70 toneladas de bosque", dijo a IPS durante la demostración el ambientalista Lusbi Portillo, organizador de la protesta.
Los indígenas "pedimos al presidente Chávez que prefiera el agua a las minas. Nosotros no queremos ser mineros sino pastores, criadores, agricultores, tejedores y pescadores", indicó la dirigente wayúu Ángela González.
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Los llamados buhoneros han protagonizado movilizaciones y disturbios en septiembre y este mes en varias ciudades de la periferia de Caracas, en contra de medidas municipales que tienen como fin su reubicación o el desalojo de las atestadas calles.
En Maracay, una urbe industrial ubicada 60 kilómetros al oeste de la capital, damnificados de una reciente inundación que reclaman indemnizaciones por los daños a sus casas llegaron a bloquear el centro de la ciudad y una de esas jornadas hicieron colapsar el tránsito de vehículos.
En esa misma localidad también protestaron el 6 de este mes maestros contra alegados incumplimientos en su convenio de trabajo, mientras que estudiantes universitarios levantaron barricadas con neumáticos incendiados y destrozaron un vehículo en la zona céntrica en rechazo a la remoción de un funcionario regional que atendía sus reivindicaciones.
Tampoco el Ministerio de Educación se ha salvado de los reclamos. Frente a su sede en Caracas se apostaron el día 4 centenares de funcionarios que reclaman el pago de haberes atrasados. "A miles nos tienen como empleados temporarios y nos pagan menos del sueldo mínimo (180 dólares)", dijo a IPS una de las activistas, Omaira Matos.
La creciente ola de demandas se sobrepone a las peticiones encauzadas por los programas o "misiones" en alimentación, salud, educación y trabajo asociativo en cooperativas que Chávez puso a andar en ámbitos paralelos a las instituciones del Estado.
La central sindical Unión Nacional de Trabajadores, afín al gobierno, convocó a una marcha la primera semana de octubre en Caracas a centenares de empleados públicos en reclamo de compensaciones, ante la demora de las autoridades en discutir una nueva convención colectiva de trabajo.
En una encrucijada vial en el extremo este de Caracas, conductores del transporte público bloquearon el tránsito varias veces en las últimas semanas para protestar contra la inseguridad, pues son víctimas recurrentes de asaltantes de taxis y autobuses.
En los primeros días de este mes, la fuerza pública debió desalojar a 300 familias que ocuparon viviendas en construcción y protestaban por irregularidades del organismo estatal Fontur en la asignación de esos apartamentos.
Chávez admitió como talón de Aquiles de su gestión el déficit de viviendas, estimado en 1,5 millones de unidades para este país con 6,5 millones de hogares, y dos meses atrás relevó al titular del Ministerio de Vivienda tras criticar la gestión en su programa dominical de radio y televisión "Aló Presidente".
Ese programa es el escenario favorito del mandatario para sus anuncios de asignaciones de recursos para distintos planes o problemas sociales, al conjuro de ingresos extraordinarios producto de los altos precios del petróleo en los mercados internacionales, una recaudación fiscal récord y la entrega de parte de las reservas internacionales por el Banco Central.
La noción de que al país ingresa un chorro de "petrodólares" parece estimular las exigencias de más recursos, presentes hasta en las más modestas demostraciones callejeras.
Por una céntrica avenida de Caracas marcharon el 29 de septiembre decenas de jubilados y pensionados de la alcaldía de la ciudad, reclamando el pago de salarios vencidos.
Desde la barriada 23 de Enero, durante décadas un bastión izquierdista en el oeste de Caracas, decenas de vecinos se apostaron durante horas el 5 de este mes ante la sede del estatal Consejo de la Vivienda en protesta por la demora en el inicio de obras civiles prometidas.
En Valencia, otro centro manufacturero ubicado 90 kilómetros al oeste de Caracas, decenas de personas protestaron por la exclusión de unos 80.000 ancianos que no cuentan con ningún tipo de ingresos por pensiones, según la Fundación de Amigos de la Tercera Edad.
En Ocumare del Tuy, ciudad-dormitorio a unos 40 kilómetros al sudeste de Caracas, docenas de habitantes de la barriada La Veraniega protestaron ante la alcaldía el día 3 por las demoras en la realización de obras aprobadas, como cloacas y tendido eléctrico.
También en ciudades del oriente, como Barcelona y Puerto La Cruz, son constantes las protestas por el servicio eléctrico deficiente, y en Ciudad Guayana, 500 kilómetros al sudeste de la capital, obreros de la firma Siderúrgica del Orinoco bloquearon varias vías de tránsito en demanda de compromisos incumplidos cuando se anunció una visita de Chávez.
Luego que esa empresa, la principal siderúrgica del país, se privatizó en 1997, entre 10 y 20 por ciento de las acciones debieron repartirse entre los trabajadores, lo que no se ha concretado aún.
Una "cumbre" de sindicatos en la sudoriental Guayana, muchos de cuyos líderes simpatizan con el gobierno, protestaron además por lo que consideraron acoso sobre algunos dirigentes y anunciaron que no permitirían que su lealtad con "el proceso" que encabeza Chávez frenara sus denuncias y exigencias a favor de los trabajadores.
Un denominador común de las más recientes protestas es que no son conducidas por opositores, cuyo margen de maniobra se redujo con la sucesión de victorias electorales del chavismo, sino por dirigentes que se identifican con el oficialismo.
Un caso emblemático fue el de la protesta que alcanzó el ciberespacio, sobre todo la página web Aporrea, de simpatizantes del mandatario, cuando el programa de información internacional Dossier, que transmitía la televisora oficial Canal 8, fue suspendido después de que su conductor Walter Martínez criticó a las autoridades.
"Hay gente que se pone una boina roja (color emblemático del chavismo) para robar", dijo Martínez en lo que fue la última emisión de su programa, en la cual criticó además la cobertura de la televisión oficial de una sesión de la asamblea general de la Organización de las Naciones Unidas en la que intervino Chávez.
Cuando, en otro programa, algunos oficialistas compartían las críticas de Martínez, Chávez telefoneó a la emisora y, en vivo, señaló que sobre el caso él tenía información privilegiada —"si yo hablara…", dijo, pero no habló— y demandó a sus seguidores que disciplinadamente acatasen las decisiones de la televisora estatal.
Martínez, quien además dejó su programa en la gubernamental Radio Nacional, mantiene su mutismo, pero la página Aporrea se llenó de comentarios de decenas de seguidores del presidente. Dos de cada tres mensajes defienden el papel del periodista y critican a Chávez.
En medio de protestas como éstas, centenares de campesinos y varios miles de simpatizantes de Caracas y ciudades cercanas marcharon el 8 y 9 de este mes en la capital del país para apoyar la nueva y polémica cruzada oficial contra el latifundio.