La batalla por la equidad de las mujeres debe librarse en varios frentes, incluso en grupos exclusivamente masculinos, según Tukisang Senne, director de programas de la no gubernamental Asociación de Planificación Familiar de Sudáfrica (PPASA).
"Combatimos un sistema de valores que no son solo sostenidos por tradicionalistas, sino también por la iglesia", dijo Senne a IPS. Esto incluye poner fin a ciertas costumbres desajustadas del mundo moderno.
"Por ejemplo, cuando un hombre muere, la herencia va a un familiar varón y no a la viuda. Y cuando una mujer pierde a su esposo, debe guardar luto 12 meses. Un hombre no está obligado a tanto tiempo de luto", observó el activista.
Las comunidades cristianas deben también luchar con el precepto bíblico según el cual los hombres son los jefes de la familia. "La demografía nos muestra que debemos trabajar con las mujeres, pues de otro modo no lograremos mucho", advirtió Senne. Las mujeres encabezan un tercio de los hogares de Sudáfrica.
Los esfuerzos de PPASA y otras organizaciones involucradas con la equidad de género concentran la atención de los expertos esta semana, al publicarse el informe anual del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
"La promesa de igualdad: Equidad de género, salud reproductiva y Objetivos de Desarrollo del Milenio", como se titula la presente edición del Estado de la Población Mundial, concluye que el desmantelamiento de la discriminación contra las mujeres ofrece un sustancial "dividendo de equidad".
"Invertir en equidad de género y salud reproductiva ofrece múltiples recompensas que pueden acelerar el progreso social y económico, con un impacto duradero en las futuras generaciones", sentencia el estudio.
Y un fracaso en esa lucha tendría un costo muy elevado. "El costo de la discriminación de género es mayor para los países de bajos ingresos, y dentro de los países, para los más pobres", observó UNFPA.
Las naciones que van perdiendo la batalla también ponen en riesgo sus posibilidades de alcanzar los Objetivos de las Naciones Unidas para el Desarrollo del Milenio en 2015, el plazo establecido por los líderes mundiales que los acordaron en septiembre de 2000.
Los Objetivos incluyen reducir a la mitad la proporción de la población pobre y hambrienta del mundo respecto de 1990, lograr la universalización de la educación primaria, disminuir dos tercios la mortalidad infantil y tres cuartos la materna, promover la equidad de género y revertir el avance del sida, la malaria y otras enfermedades.
Desde el fin en 1994 del apartheid (régimen de segregación racial institucionalizada en perjuicio de la mayoría negra), los líderes del gobierno sudafricano adoptó varias medidas para propiciar el avance de las mujeres.
El gobernante Congreso Nacional Africano, por ejemplo, dispuso que 30 por ciento de sus candidatos en listas nacionales deben ser mujeres.
"Como consecuencia, la representación de las mujeres aumentó de menos de tres por ciento a 27 por ciento tras las elecciones de 1994", observó la Base de Datos Mundial sobre Cuotas para Mujeres del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral con sede en Estocolmo.
Hoy, poco menos de 33 por ciento de los parlamentarios son mujeres. En África, solo Ruanda está en una mejor situación, con mujeres ocupando 49 por ciento de los escaños.
Por otra parte, 43 por ciento de los ministros sudafricanos son mujeres, entre ellas la vicepresidenta Phumzile Mlambo-Ngcuka y la canciller Nkosozana Dlamini-Zuma.
De todos modos, como indica el informe de UNFPA, "ideas profundamente arraigadas sobre las relaciones de género" persisten en todo el mundo. Y Sudáfrica no es la excepción.
Entre 2003/2004 y 2004/2005, por ejemplo, los casos de violencia doméstica cayeron ligeramente, de 260.082 a 249.369, mientras las violaciones aumentaron de 52.733 a 55.114.
Además, la propagación del sida —vinculada con la inequidad de género— continúa irrefrenable. Unos 6,3 millones de los 47 millones de habitantes de Sudáfrica son portadores del virus de inmunodeficiencia humana (VIH, causante del sida). Es el país con más portadores de todo el mundo.
La organización no gubernamental internacional EngenderHealth apuntó a los hombres de entre 18 y 35 años en su programa para mejorar las relaciones de género en Sudáfrica.
Estos hombres reciben entrenamiento por una semana y luego, una vez por semana, se reúnen para discutir diversos asuntos, como, por ejemplo, las violaciones, explicó a IPS Nhlanhla Mabizela, portavoz de EngenderHealth.
"Al principio, están en una posición muy defensiva. Pero luego se vuelven más receptivos, una vez que comienzan a comprender los problemas de la masculinidad", dijo Mabizela.
Una creciente red de foros de discusión (125 hasta ahora) ha generado lo que Mabizela denomina "un movimiento social de pensamiento".
"La red crea un espacio para que los hombres arrojen temas. También presenta un concepto de masculinidad que no incluye violencia, chauvinismo y agresión. Los hombres deben trabajar con otros hombres", anotó.
La importancia de involucrar a los hombres en las campañas de equidad de género es un punto fuerte del estudio de UNFPA, según el cual muchos están preparados para afrontar el desafío.
La investigación demuestra, por ejemplo, que los hombres en todo el mundo tienen interés en la salud reproductiva de sus compañeras. "Pero la retroalimentación negativa de otros hombres, familiares y empleadores, y la resistencia de los prestadores de salud, puede impedirles poner su interés en práctica", según el estudio.
El entrenamiento se ha ampliado incluso a las fuerzas armadas de Sudáfrica: cientos de hombres se convirtieron el año pasado en entrenadores de género en varias bases, informó Senne.
"Un soldado puede ser agresivo en cumplimiento de su deber, pero es un ser humano en el hogar, en su ambiente social. En casa, tu familia necesita tus emociones, no la agresión de la que haces gala cuando defiendes a tu país", sostuvo el activista. (