¿Cuándo un conflicto se convierte en crisis? En el caso de Nepal, eso podría suceder muy pronto, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Este viernes, la ONU solicitará a la comunidad internacional 65 millones de dólares para brindarle asistencia humanitaria a este país asiático asolado por 10 años de guerra civil en cuyo marco han muerto ya 12.000 personas, la mayoría no combatientes.
Eso ubica a Nepal en el mismo barco que la república rusa de Chechenia, los territorios ocupados de Palestina y 12 naciones africanas, todos ellos beneficiarios este año del denominado "proceso de llamamientos consolidados" (CAP, por sus siglas en inglés) de la ONU.
Tal proceso implica que todas las agencias de la ONU que trabajan en cada una de esos países o territorios elaboran un programa estratégico de emergencia y su consiguiente pedido anual de financiamiento para labores humanitarias.
La inclusión de Nepal en esa lista es controversial. ¿Le servirá para recaudar los muy necesitados fondos, o para dejar en la comunidad internacional la idea de que se trata de un "Estado fallido"?
Por otra parte, la mayoría de los beneficiarios del CAP no obtienen la totalidad de los fondos solicitados por las agencias de la ONU. Si en el primer año de programa no se cumple el objetivo, ¿cuáles son las posibilidades de que se alcance en los siguientes?
Pero la principal preocupación entre funcionarios de gobierno, agencias donantes y organizaciones no gubernamentales es que la solicitud de ayuda humanitaria desvíe dinero que podría emplearse en la financiación de proyectos dedicados al desarrollo a largo plazo de este país, uno de los más pobres de Asia.
"¿Estamos, realmente, en una coyuntura tan crítica que no podemos atender estos problemas dentro de nuestro propio marco, el Documento Estratégico para la Reducción de la Pobreza?", se preguntó Bidhyadhar Mallik, del gubernamental Secretariado para la Paz.
Se trata de programas preparados por los gobiernos que reciben asistencia del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), y que son objeto de intensas críticas de activistas para quienes implican la adhesión de los países pobres a políticas que ponen el lucro delante de las necesidades de la población.
"La gran diferencia es que el Documento se concentra mucho más que el CAP en los Objetivos de las Naciones Unidas para el Desarrollo del Milenio y en nuestro compromiso con la población. Incluye asistencia humanitaria de emergencia, pero se integra en un marco más amplio", aseguró Mallik.
El mes pasado, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) informó que Nepal tiene buenas posibilidades de alcanzar los Objetivos de Milenio, serie de metas internacionales para elevar la calidad de vida de los pobres para 2015.
Este país, por ejemplo, podría reducir a la mitad la proporción de su población pobre y dos tercios la tasa de mortandad infantil, según el PNUD.
Pero Nepal, que en 2002 ascendió a la calificación de país de desarrollo "medio", tiene varios obstáculos para llegar a las metas, advierte el informe.
Entre ellos, un terreno irregular con infraestructura inadecuada, altos costos de transporte e inversión, un gobierno débil y un excesivo ritmo de crecimiento de la población.
Cuatro de cada 10 nepaleses viven con menos de un dólar diario, muchos de ellos en poblados alejados de centros urbanos, y accesibles sólo a través de caminatas de días.
La insurgencia maoísta que desató la guerra civil hace 10 años está presente en casi todos los 75 distritos en que se divide el país, en las afueras de poblados y ciudades.
Los insurgentes obligan a la población a "donarles" dinero y alimentos, secuestran a cientos de niños y niñas para someterlos a sesiones de adoctrinamiento y realizan cierres de carreteras durante semanas enteras.
Por el otro lado, las fuerzas de seguridad castigan a los pobladores que tienen contactos con maoístas y detienen a sospechosos sin acusarlos ante un juez ni informar a sus familiares durante semanas y meses.
Unos 200.000 nepaleses se han visto obligados a huir a distritos con más seguridad, como la capital, Katmandú, o a territorio de India.
"La creciente violencia y la inestabilidad política ha obstaculizado la efectiva utilización de la ayuda", indica el informe del PNUD. "Restaurar la paz y la democracia es, por lo tanto, la mayor prioridad para volver a la senda del desarrollo."
"No hay una crisis humanitaria estereotípica en Nepal hoy", dijo a IPS el coordinador de tareas humanitarias de la ONU en Nepal, Matthew Kahane. "Pero el país es muy pobre y la mayor parte de la población vive con lo puesto."
"Agréguele a eso 10 años de guerra civil, una crisis de derechos humanos y los problemas de los desplazados internos, y habrá base suficiente para un CAP", concluyó Kahane.
El funcionario explicó que un CAP es "una planificación de contingencia para necesidades humanitarias en caso de emergencia. Esperamos que no la haya. Nadie está buscando una crisis humanitaria. Pero tampoco creemos prudente cerrar los ojos y decir que no la habrá".
El CAP suma 64,5 millones de dólares, solicitados por dos docenas de agencias de la ONU y organizaciones no gubernamentales internacionales con el fin de implementar 60 proyectos en materia de derechos humanos, refugiados, servicios básicos, riesgo de desastres naturales y coordinación.
Establecer y poner el CAP en funcionamiento costará entre cuatro y cinco por ciento de ese dinero, dijo Kahane. Casi todas las tareas serán desarrolladas a través de canales de asistencia ya existentes. (