NACIONES UNIDAS: Japón apuesta dinero por un lugar en el Consejo

Frustrado por sus hasta hoy inútiles gestiones por un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, Japón piensa en voz alta —y con cierto infantilismo, según algunos— en recortar sus aportes financieros al foro mundial.

Quien más ha elevado el volumen es el propio primer ministro, Junichiro Koizumi. "Japón soporta más carga" financiera que China, Gran Bretaña, Francia y Rusia juntos, "y eso debería ser tomado en cuenta", dijo el gobernante la semana pasada.

Koizumi se refería al hecho de que su país aporta 20 por ciento del presupuesto de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), unos 346 millones de dólares anuales, y carece de las potestades de aquellos países.

Al igual que Estados Unidos, la principal potencia mundial y mayor contribuyente financiero de la ONU, China, Gran Bretaña, Francia y Rusia ocupan un escaño permanente en el Consejo y tienen derecho a vetar las decisiones del órgano.

A Washington le corresponde cubrir 22 por ciento del presupuesto anual de la ONU, a Londres, 5,5360 por ciento, a Beijing, 1,5320 por ciento, a Francia, 6.4660 por ciento, y a Rusia, 1,2 por ciento.

"Japón está obligado a pagar un aporte que supera por mucho la suma de los de cuatro de los cinco miembros permanentes del Consejo", recordó la semana pasada Toshiro Ozawa, embajador de este país en la ONU, al comité administrativo y presupuestario del foro mundial.

"Cada vez más compatriotas muestran frustración. Argumentan que la contribución japonesa no es plenamente apreciada en la ONU, o que la organización no brinda la consideración debida a Japón a pesar de la seriedad del apoyo que le hemos prestado", agregó Ozawa.

El actual debate refleja la desilusión de los dirigentes políticos japoneses y del público en general tras el rechazo de la solicitud de Japón para integrarse al Consejo en carácter de miembro permanente.

Tokio no sólo no logró suficiente respaldo de otros miembros de la ONU, sino que sus gestiones desataron una activa hostilidad de China, que recordó la actitud colonialista de la que hizo gala tradicionalmente su vecino antes de la segunda guerra mundial (1939-1945).

Y las relaciones entre Japón y China no hacen más que empeorar, como consecuencia de las frecuentes visitas de Koizumi al santuario Yasukuni, donde están sepultados los ejecutados por crímenes de guerra tras la segunda guerra mundial por los triunfantes Aliados.

Para colmo, Beijing se ha manifestado en contra de los cambios en el sistema de aportes financieros a la ONU, que se basa sobre la riqueza de los miembros.

Más de 64 por ciento de los japoneses entrevistados para una encuesta divulgada en febrero por el Ministerio de Relaciones Exteriores apoyan el ingreso del país en un Consejo de Seguridad ampliado, y dos tercios creen que debe hacerlo con la facultad de veto.

"La imagen de la ONU en Japón se ha precipitado por varias razones, lo que es una verdadera lástima", dijo el experto en Ciencias Políticas Takeshi Inoguchi, ex rector de la filial de la Universidad de las Naciones Unidas en Tokio.

Los escándalos de corrupción dentro de la ONU empeoraron la imagen de incompetencia y de complicadas luchas de poder que le restan a la organización apoyo dentro del público japonés, según Inoguchi.

Como consecuencia, al público no le importa un recorte en el aporte japonés al foro mundial.

"La ONU juega un papel vital para Japón, un país pacífico, porque le sirve de plataforma para desempeñar un rol internacional activo. Una ONU fuerte y competente es muy necesaria en esta zona del planeta", sostuvo el experto.

Pero "si Japón retira su contribución financiera a la ONU, es seguro que habrá repercusiones dada la enorme porción de su aporte", dijo el experto en relaciones internacionales Toshiya Hoshino, de la Universidad de Osaka.

"Eso mostraría que el papel de Japón en la política internacional es extremadamente importante", agregó Hoshino, quien desde hace mucho es un fuerte impulsor del ingreso de su país en el Consejo de Seguridad.

Tokio ha pagado más que las cuotas establecidas para apoyar el trabajo de la ONU en materia de equidad, seguridad y derechos humanos, y elevó su participación en misiones de mantenimiento de la paz y en el desarrollo de África, aseguró el experto.

Algunos analistas prevén que la creciente frustración podría reflejarse en un drástico recorte de aportes financieros japoneses a la ONU ya el año próximo, en especial al discutirse el presupuesto nacional de 2006, bajo la consigna de abatir el enorme déficit fiscal.

La cancillería aseguró que no se reducirán los aportes a la ONU, pero expertos lo consideran inevitable. Inoguchi pronosticó que la reducción será de 10 por ciento.

Se trata de un ejemplo de impericia diplomática, afirmó Rie Nagase, del no gubernamental Centro de Recursos de Asia-Pacífico. "Japón parece un niño enojado, porque el argumento de que Japón no debería pagar más que Gran Bretaña o China no es hoy el principal punto de debate en la ONU", dijo el activista a IPS.

Tokio gasta mucho más en obras públicas innecesarias que en aportes a la ONU, que depende de esa contribución, sostuvo Nagase. (

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