Los militares que gobiernan en Birmania se preparan para entregar en las próximas semanas el poder a una nueva generación de generales, una medida tendiente a facilitar reformas políticas y la instauración de una administración civil.
Fuentes diplomáticas y observadores de los acontecimientos en Birmania consideran que el líder de la junta militar, general Than Shwe, se apresta a resignar sus posiciones en el marco de un sacudón masivo de las cúpulas del ejército y del gobierno.
Se prevé que la Convención Nacional reanude antes de fin de año el debate por la redacción de una nueva constitución, la cual sería sometida a referéndum junto con elecciones nacionales dentro de los siguientes 12 meses.
Los cambios esperados en el gobierno y el ejército son los más radicales desde que los militares ocuparon el poder hace 17 años.
Según las versiones que circulan con insistencia, Than Shwe renunciaría al menos a uno de los tres cargos que ejerce: presidente del Consejo Estatal para la Paz y el Desarrollo (como la junta militar se ha denominado), comandante supremo del ejército y ministro de Defensa.
"Esperamos que Than Shwe resigne su posición como ministro de Defensa en la próxima reforma del gobierno", dijo un alto diplomático de Asia sudoriental que tiene contactos regulares con el régimen birmano.
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El líder de la junta dijo al comandante del ejército de Tailandia, general Chaisit Shinawatra, en una reciente visita a Birmania que se retiraría pronto y que el general Thura Shwe Mann (sin parentesco con Than Shwe) asumiría el poder.
También circulan diversas versiones sobre la salud de Than Shwe. Hace seis meses, tuvo un infarto leve, y se recuperó. El médico personal del militar y ministro de Salud, Kyaw Myint, lo atiende todos los días, según amigos de la familia.
Sus 75 años de edad comienzan a hacerse sentir, según fuentes diplomáticas. Cuando recibió a comienzos de mes la visita del canciller de Malasia, Syed Hamid Albar, no pudo decir más que unas pocas palabras por sus dificultades para respirar.
Than Shwe es hipertenso y diabético. "Tiene frecuentes empujes diabéticos cuando el nivel de azúcar se sale de control", dijo a IPS un médico del ejército birmano.
Eso puede haber llevado al general a pasarse al asiento de atrás, pero aunque se retire de la presidencia de la junta es improbable que deje vacante el puesto de comandante supremo del ejército.
E incluso "si Than Shwe se retira oficialmente no renunciará a su poder", dijo el analista birmano independiente Win Min, residente en Tailandia. "Se mantendrá como la eminencia gris, como lo fue el líder chino Deng Xiaoping en los años anteriores a su muerte."
El general Thura Shwe Mann parece destinado a reemplazar al general Maung Aye como comandante del ejército, designación que le allanará el camino hacia el poder en algún momento del año próximo.
"Than Shwe ya se ha retirado de las tareas diarias del gobierno, y Maung Aye, segundo en el rango del ejército, ya sucedió efectivamente a Khin Nyunt en el cargo de primer ministro", explicó a IPS un alto diplomático asiático radicado en Rangún.
En las últimas semanas, Maung Aye ha dominado las portadas de la prensa —controlada férreamente por el gobierno—, mientras desciende la prominencia de Than Shwe.
"La cara de Maung Aye está por doquier en los medios de prensa birmanos, una señal clara de que ha fortalecido su influencia y el control que tiene sobre la junta", sostuvo un diplomático occidental en Rangún.
Otros diplomáticos creen que se trata de una conspiración del propio Than Shwe, quien, según estas versiones, pretende asumir como primer presidente del país cuando se apruebe la nueva constitución el año próximo.
"Than Shwe le está dando a Maung Aye soga suficiente como para que se cuelgue a sí mismo", según un diplomático del sudeste asiático.
La economía del país está en graves problemas. La inflación se encuentra en franco y descontrolado ascenso. La escasez aguda de diesel en las últimas semanas originó un aumento astronómico de los precios del combustible y de los productos importados.
"Los precios en el supermercado se duplicaron desde comienzos de mes", dijo a IPS Cho Cho, una ama de casa de Rangún.
Maung Aye tiene las riendas hoy, y por eso mañana podría ser acusado del eventual empeoramiento de la situación. Entonces, Than Shwe podría resurgir de entre las sombras, según fuentes de la inteligencia militar tailandesa.
"La Convención Nacional habrá elaborado una nueva constitución para fines de año, la cual será sometida a referéndum a comienzos del próximo", dijo un alto diplomático chino. Al parecer, las elecciones nacionales se celebrarían a finales de 2006, según un líder comunitario del norte de Birmania.
Beijing cree que Than Shwe pretende apearse del asiento del conductor para convertirse en el primer presidente de un gobierno civil. "Quiere ser presidente vitalicio", dijo una alta fuente militar cercana al líder de la junta birmana.
El general Thura Shwe Mann está preparándose para asumir la presidencia de la junta, mientras otros generales relativamente jóvenes se convertirán en los nuevos comandantes militares, explicó un diplomático chino.
Pero estos generales carecen de los modales e inteligencia de sus antecesores. "Estos hombres son toscos, sin educación y solo saben cumplir órdenes", dijo un ex diplomático de India que cumplió funciones en Rangún.
Sin embargo, esta nueva generación de generales estarán aun menos dispuestos a abandonar el poder. Por lo tanto, la posibilidad de una reforma política significativa, e incluso de la liberación de la líder prodemocrática Aung San Suu Kyi, son perspectivas muy remotas.
Las fuerzas armadas que gobiernan Birmania desde el golpe de Estado de 1962 han mostrado escaso respeto por las libertades políticas y civiles y por los derechos humanos. El disenso y las proclamas de libertad suelen chocar con la fuerza bruta, en forma de bastones y balas.
Las fuerzas del levantamiento popular que en 1988 casi derrocaron al gobierno militar fueron reprimidas con dureza, y la insurgencia de minorías étnicas, domesticada a través de ceses del fuego, pero el régimen se aferró al poder aun después de perder las elecciones generales que organizó en 1990.
En esos comicios triunfó por abrumadora mayoría la Liga Nacional por la Democracia de Aung San Suu Kyi, pero los militares desconocieron el resultado electoral, prohibieron las actividades de la oposición y encarcelaron o desterraron a sus líderes.
Aung San Suu Kyi, hija del héroe anticolonialista Aung San, fue condenada a prisión domiciliaria e incomunicada. Desde entonces fue liberada y detenida en numerosas ocasiones. En 1989 recibió el premio Nobel de la Paz.
Los militares tienen cerca de 39 cárceles en todo el país con unos 1.400 presos políticos, entre los cuales figuran parlamentarios, escritores, activistas y monjes budistas.
El tratamiento dado a Suu Kyi llegó a ser una suerte de resumen de la brutalidad de la dictadura. Su actual periodo de arresto domiciliario, iniciado en mayo de 2003, es el peor de sus casi 10 años tras las rejas.
La dirigente no ha tenido contacto con la comunidad diplomática en meses, y se le ha negado la posibilidad de reunirse con funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) e instituciones no gubernamentales y con dirigentes de su partido.
También se le ha restringido el contacto con su médico personal, Tin Myo Win, al contrario de lo que sucedió en los dos anteriores periodos de prisión domiciliaria, de 1989 a 1995 y de 2000 a 2002.