La hipocresía se revela en la frontera entre Birmania y China: las especies de árboles talados en territorio birmano están protegidas del lado chino. Los leñadores chinos talan en el país vecino, mientras la destrucción y el comercio ilegal quedan amparados por el silencio oficial.
La dictadura militar birmana está atrapada en el silencio, debido a que Beijing ha pasado a proteger a la junta en el poder de las acusaciones de opresión y violaciones a los derechos humanos presentados por la comunidad internacional contra el régimen.
A cambio, un ejército de leñadores chinos ingresan al septentrional estado birmano de Kachin, para desnudar esa áspera área montañosa de las riquezas madereras de sus bosques.
"En 2004, más de un millón de metros cúbicos de madera, alrededor de 95 por ciento de las exportaciones totales del sector a China, son vendidas ilegalmente desde Birmania septentrional a la sureña provincia (china) de Yunnan", afirma la organización no gubernamental Global Witness (GW, Testigo Global).
"Grandes porciones boscosas a lo largo de la frontera fueron destruidas, obligando a las empresas madereras (chinas) a adentrarse aún más en Birmania", dijo esta organización ecologista con sede en Londres en un informe publicado este martes y titulado "Una opción para China: terminar la destrucción de bosques de la frontera septentrional de Birmania".
"Esto no es contrabando de madera, sino una operación a la luz del día y fácil de apreciar", dijo a periodistas la activista Susan Kempel, asistente de campaña de GW. "El comercio está completamente fuera de control y sigue aumentando".
La motivación económica de esta explotación contrasta con el panorama que prevalece en territorio chino.
Los mismos árboles que se derriban en territorio birmano son protegidos del lado chino. "Hay muchas señales que advierten contra la tala de árboles en China", dijo Kempel.
La decisión de Beijing de proteger su ambiente boscoso obedece a una ley de 1999 que prohibió la tala.
El monopolio que ejercen los chinos en la deforestación de Birmania septentrional, con unos 20.000 trabajadores forestales desplegados en la provincia de Yunnan, también contraviene los principios de un acuerdo internacional firmado por Beijing.
Se trata del acuerdo de Aplicación de la Ley Forestal y Gobernanza (FLEG son sus siglas en inglés), que suscribió el gobierno chino en septiembre de 2001, en una conferencia ministerial asiática en la turística isla indonesia de Bali.
El aspecto central de ese compromiso se refiere a que los gobiernos deben tomar medidas enérgicas contra la tala ilegal en Asia, detener el contrabando de madera e iniciar programas de manejo de bosques.
Pero GW no disculpa de su responsabilidad en este delito ambiental al Consejo de Paz y Desarrollo del Estado (como se titula la junta dictatorial birmana) ni a la Organización para la Independencia de Kachin (OIK), un grupo étnico rebelde de la zona que depuso sus armas.
"La tala destructiva y el comercio ilegal de madera tienen lugar con pleno conocimiento y complicidad del Consejo de Paz y Desarrollo, las autoridades chinas y las organizaciones pacifistas", afirma el informe de 94 páginas.
Rangún se niega a adoptar medidas severas contra la deforestación, pese a que viola las leyes nacionales, por el ingreso de divisas que obtiene. En 2003-2004, la madera fue la tercera fuente más importante de ingresos del país, sumando 377 millones de dólares, según el estudio de GW.
Entre el año pasado y el actual, la venta de madera pasó a ser "la segunda fuente más importante de divisas, lo que equivale a 427,81 millones de dólares y 15 por ciento del total", agregó el informe.
La OIK ve el comercio de madera de un modo similar, dijo a IPS Jon Buckrell, coordinador de políticas forestales de GW. "Ellos gravan con impuestos este comercio porque obtienen gran de ingresos, pero está de acuerdo en detenerlo", añadió.
La dificultad para imponer controles en esa región del país de Asia sudoriental también se debe a la escasez de leyes y a su escaso cumplimiento en Kachin, según el coronel James Lum Daw, vicepresidente de asuntos exteriores de la OIK.
"La OIK no puede imponer su propia ley porque ha firmado un acuerdo de cese de fuego con el régimen. Y no hay ninguna norma que haya entrado en vigencia desde entonces, así que la deforestación continúa", afirmó.
La población de Kachin es aun más vulnerable, admitió Lum Daw en una entrevista. "No tiene derecho a frenar la deforestación, aun cuando saben el daño que causa a su ambiente".
El informe de GW se difunde cuando Asia recibe elogios por liderar el freno a la deforestación ilegal, impulsando el crecimiento de plantaciones madereras a gran escala para uso industrial.
Se estima que 250 millones de metros cúbicos de madera son cortados anualmente en la región con fines industriales, como la fabricación de muebles, papel y pulpa de papel. De esa cantidad, casi 140 millones de metros cúbicos proceden de plantaciones forestales, mientras que unos 100 millones de metros cúbicos proceden de bosques naturales.
En los años 80, la deforestación promedio en las regiones tropicales de Asia era estimada en cuatro millones de hectáreas por año, pero cayó a casi 2,4 millones de hectáreas anuales en la década de 1990.
"Los años 90 marcaron un histórico punto de inflexión, dado que la mayoría de la madera provenía de las plantaciones", dijo a IPS Masakazu Kashio, funcionario de recursos forestales en la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). "La región Asia-Pacífico ha sido la campeona en crear plantaciones para obtener madera".
Pero el voraz apetito de China por la madera importada de bosques naturales continúa amenazando ese logro. Los bosques de Indonesia, Malasia y Papúa Nueva Guinea se integraron a la cadena de suministro, además de los árboes de Kachin.
En abril, una reunión ministerial en Yakarta reveló las dificultades para revertir esa tendencia, dado que "no logró un acuerdo para impedir el comercio ilegal de productos forestales de Indonesia a China", según el informe de GW.