Este puede ser el siglo de América Latina, como soñó el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, si la región logra completar su proceso de integración, construyendo un modelo de desarrollo que garantice mayor cohesión social y gobernabilidad de las instituciones.
Es la conclusión más importante que se desprende de la primera jornada de debates de la II Conferencia Nacional sobre América Latina, que se lleva a cabo este lunes y el martes en la ciudad de Milán, capital de la norteña región de Lombardía y principal polo industrial italiano, 600 kilómetros al norte de Roma.
El encuentro de este lunes estuvo dedicado a los problemas relacionados con la consolidación de la democracia y la disgregación social.
El encuentro milanés es parte de una semana en la que las relaciones entre Italia y América del Sur ocupan el centro de la atención, a raíz de la presencia en este país de los presidentes Lula, Ricardo Lagos, de Chile, Tabaré Vázquez, de Uruguay, y Hugo Chávez, de Venezuela, y de delegaciones de casi todos los gobiernos de la región en la reunión de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que se celebra en Roma.
Los participantes en el debate de Milán intentaron analizar las razones de la persistente inestabilidad institucional de muchos países del sur americano, estrechamente conectadas al estado de dificultades económicas y carencias graves en las que viven sectores muy amplios de sus poblaciones.
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Como recordó el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, en América Latina y el Caribe viven en la pobreza 224 millones de personas, que equivalen a 40 por ciento de la población, una proporción que se eleva a 70 por ciento en algunos países.
Noventa y seis millones sobreviven con menos de un dólar al día, añadió Insulza, y esto a pesar de que 2004 fue el año de mayor crecimiento del producto interno bruto en todo el continente.
Las reformas estructurales, que impusieron una política económica neoliberal, unidas a la reducción de la participación del Estado en la economía, produjeron una sensación de empeoramiento e incertidumbre que se refleja en el grado de confianza en la democracia, añadió.
"La gente cree todavía en la democracia como la mejor forma de gobierno, pero no está satisfecha con su forma actual", resumió el máximo exponente de la organización interamericana.
El nuevo fenómeno que esta situación crítica ha provocado es lo que algunos expertos presentes en Milán definieron como el "golpe civil", la rebelión de partes consistentes de la población que, en vastas movilizaciones sociales, han impuesto en los últimos años la dimisión de varios presidentes electos democráticamente, por ejemplo, en Argentina, Ecuador y Bolivia.
Los que fracasaron no fueron los regímenes democráticos, sino los gobiernos incapaces de resolver los problemas reales de la gente, como la pobreza, el desempleo, la delincuencia, la falta de servicios sociales, explicó Insulza, quien citó el caso de Chile, único país de América Latina que alcanzó, con 10 años de anticipación, la mayor parte de los Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio.
Esos objetivos, acordados por la comunidad internacional en 2000, incluyen abatir a la mitad la proporción de indigentes y hambrientos del mundo antes de 2015, entre otros propósitos de desarrollo, género, educación, salud y ambiente.
"Estos resultados son productos de la política. Sin un buen gobierno no se logra consenso, ni de la oposición política ni de la mayoría que sostiene al gobierno", añadió, recordando que "la participación logra un sentido de responsabilidad de los ciudadanos, que deben ser quienes garanticen la gobernabilidad".
"América Latina debe antes que nada reencontrarse consigo misma", afirmó el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, quien se refirió en el seminario al proyecto de integración del continente sudamericano, que impulsan países como Brasil, Argentina, Uruguay y Venezuela.
Chávez destacó la decisión de los países del Mercosur (Mercado Común del Sur, formado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) de admitir a Venezuela como miembro pleno del bloque a fin de este año, lo que, dijo, ampliará y profundizará sus posibilidades.
El presidente recordó el fracaso del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), promovida por Estados Unidos para todo el hemisferio excepto Cuba, y que debió haber entrado en vigor en enero de este año, e insistió en la necesidad de crear un eje fuerte latinoamericano como condición esencial para la independencia política y económica de la región.
Pero el proceso de integración no es fácil. La primera Reunión de Jefes de Estado de la Comunidad Sudamericana de Naciones, realizada en Brasilia el 30 de septiembre, finalizó sin acuerdo sobre el programa de acción elaborado en los 10 meses que pasaron desde la Cumbre de Cuzco, donde nació ese bloque de 12 naciones.
Chávez también se refirió a la situación interna de su país, y recordó que la Constitución venezolana instituyó el referéndum revocatorio por iniciativa popular, que permite convocar una consulta pública para destituir a funcionarios electos. La democracia representativa es necesaria pero no es suficiente, subrayó. "Estamos construyendo una verdadera democracia participativa".
El brasileño Lula intervino en el encuentro milanés mediante videoconferencia para insistir en la importancia crucial del proceso de integración del continente, que hará posible a las economías latinoamericanas crecer de modo más equilibrado y estrechar relaciones con el resto del mundo.
El siglo XXI "será el siglo de América Latina sólo si sus dirigentes saben dar sustentabilidad al modelo de desarrollo y, sobre todo, si son capaces de desarrollar una política social fuerte para dar espacio a los sectores más desfavorecidos de la población", concluyó Lula.