Cuando el cielo se nubla sobre la capital cubana, los vecinos del barrio El Fanguito ruegan que no llueva demasiado. Es que sus casas de cartón, madera, tejas u otro material afín son muy frágiles para resistir hasta el mínimo desborde del río Almendares.
"Si el río crece me quedo sin casa", dice una mujer de 47 años que llegó a La Habana desde el oriente de la isla en los años 90, en los peores momentos de la crisis económica que se abatió sobre el país tras la desaparición del campo socialista europeo y la Unión Soviética, sus principales apoyos económico y comercial.
Para ella, la única opción habanera era una pequeña casita en el asentamiento irregular de El Fanguito, ubicado junto al río Almendares en una zona muy baja y que, por lo tanto, se inunda con facilidad. "Me paso la vida mirando el nivel del agua", afirma.
El temor de los vecinos desaparecerá luego de que finalicen las obras de saneamiento ambiental planificadas por el Gran Parque Metropolitano de La Habana (GPMH), que posibilitará el manejo del río en sus últimos 10 kilómetros antes de encontrarse con el mar.
El Fanguito, con una población de unas 1.000 personas, se beneficiará con la construcción de una ribera para evitar el deslizamiento de las márgenes del río y reducir así el riesgo de inundación, explicó a IPS Arlé Cordero, director de Inversiones del GPMH.
Con unos 63 kilómetros cuadrados de su cuenca urbanizada, el río Almendares concentra en sus orillas a varios miles de personas que, en su mayoría, se instalaron allí de modo ilegal y fundaron barrios considerados insalubres por las autoridades.
El GPMH abarca en total unas 700 hectáreas habitadas por alrededor de 190.000 personas, distribuidas en cuatro municipios de gran diversidad cultural y social.
La intervención en la cuenca es parte de un proyecto de desarrollo integral sostenible del parque metropolitano, que cuenta con el respaldo del Comité Internacional para el Desarrollo de los Pueblos (CISP), una organización no gubernamental europea con sede en Italia.
En este nuevo empeño por recuperar la arteria fluvial más importante de la capital cubana es decisivo el dragado de una franja de dos kilómetros hasta la desembocadura, cuya primera fase debe de terminar este mes.
Los especialistas del GPMH consideran que el río podría comenzar a autorrecuperarse luego de que se eliminen los sedimentos acumulados en el fondo y aumente el caudal, algo considerado imposible diez años atrás.
Las acciones naturales de autodepuración eran totalmente descartadas hace una década por la alta concentración de soda cáustica, dióxido de titanio, ácido sulfúrico, detergentes, materiales de la construcción y aguas sépticas.
Según el Informe GEO América Latina y el Caribe 2003, emitido por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), en las tres últimas décadas la calidad del agua superficial "se ha deteriorado dramáticamente".
En la región, más de 60 por ciento de las aguas residuales del drenaje público se descargan en el mar y en los ríos sin tratamiento alguno, apunta el informe. En la región del mar Caribe, la proporción podría llegar al 90 por ciento, según otras fuentes.
"Cerca de 90 por ciento de la contaminación producida al interior de los países es transportada por los ríos al mar", afirma Jairo Escobar, consultor de la División de Recursos Naturales e Infraestructura de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
En Cuba, un factor determinante en el inicio del rescate del río Almendares fue el cierre de la mayoría de las industrias que se encontraban situadas en sus márgenes. Pero 80 por ciento de la contaminación proviene del sector residencial.
Aún hoy las aguas servidas generadas por unas 100.000 personas van al río. En 2003, la cobertura de alcantarillado alcanzaba sólo a 63 por ciento de los 2,2 millones de habitantes de La Habana.
Un crédito de 10 millones de dólares, concedido por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) a Cuba en 2002, permitió iniciar la construcción de tres plantas de tratamiento de líquidos residuales en la periferia de la ciudad y dotar de alcantarillado a varios municipios también de las afueras de la capital.
Por su parte, el CISP está introduciendo sistemas naturales de tratamiento de residuales en diferentes comunidades del Parque Metropolitano. Hasta el momento funcionan dos y este mes está previsto que se inaugure un tercero.
El proyecto del Comité comprende también actividades comunitarias de capacitación, reforestación y educación ambiental, con el fin de "mejorar el nivel de salubridad de los barrios involucrados", asegura Paola Larghi, representante de esta organización no gubernamental europea en Cuba.
El Informe sobre la Situación Ambiental Cubana, publicado en julio por el Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente, señala que la carga contaminante en las ocho cuencas más importantes de la isla se redujo en 3,53 por ciento en 2004.
Quizás el desafío mayor en el camino para salvar al río sea lograr la incorporación consciente y activa de las comunidades cercanas. "El CISP trata de hacerles entender que deben integrar el trabajo medioambiental a sus labores cotidianas", apunta Larghi.
En ese sentido, especialistas del GPMH ofrecen capacitación metodológica en las comunidades, en particular a grupos ambientalistas creados en cada barrio y a los líderes naturales. CISP brinda asesoría y los recursos básicos para trabajar.
"Creo que ahora el barrio sí va a cambiar", asegura un viejo promotor cultural de El Fanguito, conocido en el vecindario como Quintanilla, quien dirige un grupo musical comunitario y participa en los ensayos de una agrupación de teatro infantil ecologista.
En cualquier caso, la situación de este barrio de viviendas precarias, construidas con tablones carcomidos por la humedad, planchas de zinc y tejas rotas, y donde las redes de saneamiento son aún una utopía, continúa siendo en extremo difícil.
"Trasladar el barrio sería lo ideal pero, ¿quién tiene dinero para eso?", considera Cordero. Los planes de reubicación en edificios han dado pocos resultados, pues el arribo de personas, sobre todo inmigrantes de las regiones distantes a La Habana, es constante.
Un ambicioso programa de construcción de viviendas anunciado por el gobierno de Fidel Castro el 1 de septiembre pudiera acabar en pocos años con todos los asentamientos insalubres del país, entre ellos el propio Fanguito.
Fuentes oficiales indican que más de 13 por ciento de la población habanera vive en condiciones críticas, esto es, en ciudadelas multifamiliares y en más de 100 asentamientos precarios, considerados focos y barrios insalubres.