AMBIENTE-BRASIL: Un río amenaza arrastrar a Lula

Si el obispo en huelga de hambre muere, su sepultura será también la del gobierno de Lula, advirtieron líderes del movimiento que se opone a la transposición de aguas del río Sao Francisco hacia tierras semiáridas del nordeste de Brasil.

Luiz Flavio Cappio, obispo católico de Barra, una pequeña ciudad del nororiental estado de Bahía, comenzó el 26 de septiembre un ayuno de protesta "dispuesto a morir", según expresó, si el gobierno no cancela el proyecto de desviar parte del flujo que cruza buena parte del país y por eso se denomina el "río de la integración nacional".

La misma "palada de cal" usada en el sepulcro de Cappio sepultará al gobierno del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, que ya está en "terapia intensiva" a causa del escándalo de corrupción que afecta a su Partido de los Trabajadores, dijo a IPS Tomas Balduino, un obispo jubilado que a los 82 años preside la Comisión Pastoral de la Tierra de la Iglesia Católica.

Balduino y otros religiosos, incluyendo jerarcas de otras partes de Brasil, participaron este martes en la manifestación de apoyo a Cappio en Cabrobó, ciudad en las orillas del río Sao Francisco, donde se prevé la desviación de las aguas y donde el obispo hace su protesta en una capilla.

Organizadores del acto que incluyó una misa celebrada por Cappio, debilitado tras ocho días de huelga de hambre, estimaron la concurrencia en unas 5.000 personas, el doble de lo esperado. Entre los presentes se contaron 400 indígenas de tribus que temen los efectos del proyecto y protagonizaron una ceremonia religiosa propia, el toré.

Otros actos de solidaridad y contra la transposición de aguas tuvieron lugar este martes en Brasilia, en varias capitales estaduales y en las ciudades de la cuenca del Sao Francisco, en los cuales se reunieron en general centenares de personas.

El presidente Lula escribió una carta a Cappio, proponiendo rediscutir el proyecto, pero el obispo respondió que sólo la revocación de la obra "mentirosa" lo hará suspender el ayuno y lo responsabilizó en caso de su muerte "para salvar la vida del río".

La resistencia a lo que el gobierno denomina "integración de las cuencas hidrográficas del nordeste" se hace por razones sociales y ambientales, con argumentos técnicos, económicos y políticos. El movimiento une ambientalistas, organizaciones religiosas y sindicales junto a gobiernos de los estados bañados por el río.

Los críticos de la transposición, impulsada por el Ministerio de Integración Nacional, aseguran que sólo beneficiará a las empresas de construcción, a la corrupción que siempre acompaña las grandes obras y a sus tradicionales beneficiados, los hacendados y grupos de ricos del nordeste brasileño.

Empero, Lula explicó que se trata de un proyecto humanitario, como es llevar agua a 12 millones de habitantes de ese territorio semiárido de Brasil, que a veces tienen que ir a buscarla a varios kilómetros de sus residencias y no siempre se encuentra en buenas condiciones para su uso.

El presidente Lula nació exactamente en esa área, en una familia en extrema pobreza que emigró a Sao Paulo cuando el mandatario era aún pequeño.

El agua desviada equivaldrá a uno por ciento del flujo del río Sao Francisco, volumen que sólo aumentaría en las crecidas. Eso no afectará a los ribereños y mejorará la gestión de otras cuencas del nordeste que secan en el estiaje, beneficiando a muchos, señala el Ministerio de Integración Nacional.

El proyecto representa "un divisor de aguas entre el pueblo pobre y el poder económico". Lula tiene ahora "la oportunidad de oír al pueblo", opinó Balduino. El agua transpuesta no llegará a las poblaciones pobres y las inversiones serían mejor aplicadas en los "proyectos populares" de convivencia con la sequía, sostuvo.

Esos plantes consisten en cisternas que almacenan agua de las lluvias, pequeñas represas subterráneas para evitar la evaporación y otras tecnologías sociales adaptadas a las condiciones locales que ya tuvieron su eficacia comprobada en mejorar la vida en el semiárido nordeste, argumentan activistas sociales.

Una red de 750 organizaciones no gubernamentales, sindicatos y grupos religiosos, agrupados en la denominada Articulación del Semiárido, impulsa la construcción de un millón de cisternas rurales.

El programa, ya asumido por el gobierno, construyó más de 100.000 de esos reservorios de agua, pero la escasez de recursos hace improbable cumplir la meta de un millón en 2008, como estaba programado.

Antes de sacar aguas del Sao Francisco hay que "revitalizarlo", con saneamiento básico en las ciudades que le echan basura y agua servida y salvando los arroyos afluentes que no están entre "los 1.500 ya muertos", añadió Balduino.

La transposición es "un absurdo" técnico y económico, dijo a IPS Apolo Heringer Lisboa, un ambientalista que dirige un proyecto de revitalización del Río das Velhas, un importante afluente del Sao Francisco.

Lisboa afirmó que esa obra dañaría un río ya debilitado y que abastece muchas ciudades, centrales hidroeléctricas y agricultura irrigada.

Agregó que los 2.000 millones de dólares de costo previsto por el gobierno es una subestimada, pues en realidad se multiplicará por cuatro, "como suele ocurrir en los grandes proyectos brasileños, con corrupción y ajustes en la marcha". Con una vigésima parte se construiría un millón de cisternas, comparó.

El comienzo de las obras de transposición del río sólo dependen de una licencia del Instituto Brasileño de Medio Ambiente, que se espera sea emitida la próxima semana.

Pero con el gesto del obispo Cappio, "comparable a Gandhi", el movimiento de resistencia, hasta ahora limitada a los activistas, gana la opinión pública y participación masiva, según Lisboa, quien considera que el proyecto será "el Iraq de Lula".

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