La mandioca es la principal fuente de calorías para 500 millones de personas en el mundo, pero nunca contó con la atención tecnológica y culinaria correspondiente a su importancia alimentaria, aparentemente por tratarse de un cultivo y alimento de pobres.
"Este primo pobre de la agricultura tradicional no es tratado según su verdadero potencial", pero este cuadro empezó a cambiar, y la mandioca o yuca (Manihot sculenta) se va introduciendo lentamente en los grandes mercados, según el agrónomo Auro Otsubo, que estudia ese tubérculo en la estatal Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria.
Una muestra de ese renovado interés se reflejó en el XI Congreso Brasileño de Mandioca, celebrado desde el martes hasta este viernes en Campo Grande, capital del centro-occidental estado de Mato Grosso do Sul, en el que se presentaron 142 estudios y que reunió a 900 agricultores, investigadores, autoridades y otros interesados.
El congreso, que era bienal, se interrumpió en 1999. Su reanudación refleja un momento de rescate del cultivo, iniciando el debate sobre un Plan Nacional de la Mandioca destinado a ampliar la competitividad de toda la cadena productiva, promover la demanda y calificar la oferta.
Varios "proyectos mandioca" surgieron en el país en los últimos años. Desde 2001, un centro de investigaciones de la Universidad de Sao Paulo estudia el producto e informa sobre su mercado. La empresa de consultoría y comunicación agrícola Natural creó en 2004 un portal con noticias, artículos técnicos y libros para todo el sector.
El "proyecto mandioca" de Teresa Corçao, chef de O Navegador, un sofisticado restaurante de Río de Janeiro, es culinario y educativo. Incluye talleres con escolares sobre la importancia, la historia y los platos típicos de lo que ella llama "pan de Brasil", por el consumo indígena, muy anterior a la llegada de los europeos.
Además, Corçao está realizando un filme documental sobre la producción y los distintos modos de industrializar y consumir la mandioca en el norte y el sur del país. En su restaurante, el tubérculo es presencia destacada en el menú y "gana adeptos cada día más numerosos", dijo a IPS la portavoz de O Navegador, Celeste Vasconcelos.
La mandioca "está rompiendo barreras y prejuicios", afirmándose como buena alternativa alimentaria y también fuente de almidón, una materia prima de varias industrias: bebidas, química, metalúrgica y papelera, entre otras, señaló Otsubo.
Su productividad puede alcanzar de 25 a 30 toneladas por hectárea, cuatro veces la del maíz, otra fuente de almidón, dijo Otsubo a IPS. Además, la producción exige mano de obra en gran cantidad, crea muchos empleos y "revitaliza la economía local", incluso porque su transformación en harina se hace en plantas simples, acotó.
La producción de la mandioca, de su harina y de su fécula emplea en forma directa a un millón de personas, según una estimación poco precisa para un cultivo disperso por todo el país en pequeñas siembras y sitios de procesamiento rudimentario.
En Mato Grosso do Sul, estado de fuerte expansión del cultivo, la pequeña agricultura familiar responde por 70 por ciento de la cosecha de mandioca, observó el investigador. El índice es similar o incluso superior en otros estados.
Esa realidad posiblemente determinó la escasa incorporación de tecnología a la siembra e industrialización del tubérculo, cultivado de forma grosera y procesado en las artesanales "casas de harina" del Nordeste y el norte, donde es mayor el consumo. En el centro-sur, en cambio, hubo más incorporación tecnológica, mecanización y uso de insumos como fertilizantes y herbicidas.
La escasa tecnología productiva se debe en gran parte al "tradicionalismo", esa convicción de que "todos saben sembrar la mandioca" sin necesidad de orientación, con el consecuente rechazo a las nuevas técnicas, diagnosticó Otsubo, uno de los organizadores del XI Congreso.
La mandioca es también llamada "raíz de Brasil" por ser originaria de este país, según apuntan muchos estudios. Al contrario de la papa andina, que conquistó los mercados ricos de Europa, la mandioca se expandió por las regiones pobres del Sur.
Hoy, más de 80 países la cultivan. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), África aportó 53,8 por ciento de las 184 millones de toneladas producidas en 2002, seguida de Asia, con 28 por ciento, y América Latina y el Caribe, con 18 por ciento.
La productividad varía mucho. En Nigeria, el mayor productor mundial, es de 9,5 toneladas por hectárea, frente a 13,3 toneladas en Brasil y 14,9 en Indonesia, segundo y tercero en volumen de producción, respectivamente.
Además de la escasa tecnificación que se intenta superar en Brasil, el mercado es poco organizado. En este país, los agricultores reclaman subsidios que aseguren, como mínimo, precios que cubran los costos de producción, ante las oscilaciones del mercado.
En los años 80, la mandioca sufrió un fuerte retroceso a causa de los subsidios al trigo con que el gobierno buscó promover la autosuficiencia nacional en la producción de ese cereal. El trigo barato desplazó parte del consumo del tubérculo. En los últimos años, la tendencia se invirtió ante la aprobación de una ley que autorizó la adición de 10 por ciento de fécula de mandioca a la harina de trigo.
Es vital para este cultivo establecer mecanismos de estabilización de la demanda para reducir los altibajos de los precios, destacó el presidente de la Asociación Brasileña de Productores de Almidón de Mandioca, Ricardo Villela. Este fue uno de los temas del XI Congreso.
Organizaciones no gubernamentales, como Raíces y el Instituto Tálamo, actúan en el fomento nacional e internacional de la producción, investigación, avance tecnológico y mercadotécnico de la mandioca.