El 3 de octubre se reanudarán las negociaciones por el ingreso de Turquía en la Unión Europea (UE). Y, si todo funciona de manera aceitada, el proceso durará entre 10 y 15 años.
Durante todo el mes precedente, hubo intensas negociaciones dentro de la UE en torno de la negativa de Turquía a abrir sus puertos marítimos y aéreos a naves chipriotas, pues implicaría su reconocimiento de la grecochipriota República de Chipre, que integra el bloque.
La cuestión se ha convertido en una espina del debate sobre la incorporación de Turquía al bloque. Una invasión turca luego de un fallido golpe de Estado inspirado por Grecia dividió en 1974 la isla de Chipre entre el norte turcochipriota y el sur grecochipriota.
La división de Chipre abre una profunda brecha entre los países de la UE.
Un grupo encabezado por Francia y que incluye a Grecia, Dinamarca y, por supuesto, Chipre consideran que el reconocimiento por parte de Turquía es una condición ineludible para iniciar las negociaciones el 3 de octubre.
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Gran Bretaña, hoy a cargo de la presidencia rotativa de la UE y bajo fuerte aunque indirecta influencia estadounidense, ha surgido como el principal defensor de Turquía dentro del bloque.
Una reunión de representantes de los 25 países de la UE abrió el jueves pasado paso a las negociaciones de la semana próxima, al aprobar un texto que parece satisfacer a todos, excepto a Gran Bretaña y, posiblemente, a Turquía.
El documento no rechaza, pero "lamenta", la negativa turca a abrir sus puertos y aeropuertos a las naves chipriotas. No exige sino que "espera" que Ankara remueva todos los obstáculos al libre movimiento de bienes, incluso las restricciones a los medios de transporte.
La UE también "analizará" la apertura de los puertos y "evaluará" su plena implementación en 2006, y que la falta de implementación de esas medidas "afectará" el progreso de las negociaciones… aunque no se indica que, necesariamente, las bloqueará.
El reconocimiento a todos los miembros de la UE "tan pronto como sea posible" (aunque sin plazo) es un "componente necesario" (no un prerrequisito) del proceso.
En cuanto a un acuerdo completo que ponga fin a la división de la isla de Chipre, la declaración europea "apoya" los esfuerzos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El gobierno grecochipriota en Nicosia pretende un respaldo más activo y determinado.
Pero el texto es más suave de lo que pretendían Francia, Grecia, Chipre y Dinamarca, y apenas un poco más dura de lo que desaba Gran Bretaña.
Por lo tanto, el diálogo por el ingreso de Turquía a la UE comenzará sin precondiciones, amenazas ni castigos, sin un cronograma definido para el reconocimiento de Chipre y sin riesgo de suspensión inmediata.
Chipre y sus aliados aplaudieron formalmente el texto de la declaración. El presidente Tassos Papadopoulos lo aceptó con reservas.
"A pesar del amplio apoyo a nuestra posición por parte de la mayoría de los países de la UE, Gran Bretaña no cumplió con su deber como presidente del bloque. Por el contrario, promovió sus propias posiciones, dejando de lado el deseo de los países miembros", afirmó Papadopoulos.
Con un ingreso anual bruto de unos 2.800 dólares por habitante, una esperanza de vida relativamente elevada (68 años para los hombres y 73 para las mujeres) y una mano de obra aún barata, Turquía sigue avanzando hacia la UE.
Las conversaciones serán largas (hasta 15 años), y cualquiera de los 25 países miembros del bloque podrá vetar el ingreso de Turquía en cualquier momento, entre ellos Chipre.
Ankara solicitó por primera vez su solicitud de ingreso al bloque en 1963. El acuerdo de asociación entre el país y la alianza europea se formalizó en 1973. Turquía renovó su candidatura a miembro pleno en 1987. Desde 1995 está vigente un tratado de unión aduanera.
Aunque están ampliamente reconocidos los grandes avances de Turquía en materia política y de derechos humanos, continúan las preocupaciones en torno de su compromiso de abolir de la tortura y de garantizar la libertad de credo, así como por las consecuencias de su ingreso en el mercado laboral europeo.
Turquía tiene 70 millones de habitantes, y se prevé que en 2020 superará al país más populoso de la UE, Alemania, hoy con 82 millones.
Eso no sólo le daría considerable poder por la ponderación del voto en el Parlamento Europeo de acuerdo con la población, sino por el impacto del ingreso en el mercado de trabajo continental.
Los críticos también temen que abrir la puerta a un país predominantemente musulmán alteraría profundamente el carácter cristiano del bloque, en momentos en que muchos europeos cuestionan las ideas multiculturalistas.
La inquietud se basa, en parte, por la sensación de que muchos musulmanes rechazan los valores europeos de secularismo y equidad entre mujeres y hombres.
Alemania, Gran Bretaña, Italia y España, respaldados desde afuera de la UE por Estados Unidos, se manifestaron francamente a favor de la ampliación del bloque hacia el este. En ese proceso, ven en Turquía a un socio estratégico.
Estos cuatro países destacan la importancia estratégica de Turquía por su cercanía con los centros de conflicto en Medio Oriente. Esta membresía ubicaría el territorio de la UE en la frontera de Iraq, Irán y Siria, y, según sus impulsores, eso constituiría una contribución a la paz mundial.
Los países escépticos —como Austria, Chipre y Dinamarca— advierten que Turquía es demasiado grande, demasiado diferente y demasiado pobre como para unirse al bloque, e insisten en que el éxito de las negociaciones no está garantizado.
Otros países se ubican en un punto medio. En los últimos meses, la oposición de Alemania, Austria y Francia han sugerido que Turquía debería gozar de una "alianza privilegiada" con la UE, no la plena membresía.
El ingreso de Turquía es rechazado por la mayoría de la población de países de la UE como Austria, Dinamarca, Chipre y Francia. Temen que la fuerza de trabajo turca pueda trasladarse con libertad a través de las fronteras comunitarias e inundar así a países pequeños como Dinamarca.
Pero Ankara ha sostenido que sus trabajadores podrían ser necesarios en la UE, cuya población está envejeciendo.
En cuanto a Chipre, más de 75 por ciento de los grecochipriotas votaron en el referéndum de abril de 2004 contra el plan de reunificación formulado por el secretario general de la ONU, Kofi Annan.
Ese pronunciamiento determinó que la República Turca de Chipre Septentrional, 65 por ciento de cuya ciudadanía aprobó ese plan, permanecerá fuera de la UE.
Paradójicamente, el bloque, al igual que Estados Unidos, habían prometieron a los turcochipriotas terminar con su aislamiento internacional si aprobaban la propuesta de Annan.
En la actualidad, el ingreso de los turcochipriotas es un quinto del de los grecochipriotas, y la pobreza y el desempleo campean al norte de la denominada Línea Verde que separa el sur del norte. Más de 55.000 turcochipriotas han emigrado a Europa y América del Norte.
La Línea Verde, de 180 kilómetros de largo, y de cuatro a siete kilómetros de ancho, está en terreno minado y vigilado por unos 1.200 soldados de la ONU.
La República de Chipre controla 64 por ciento del territorio de la isla, con unos 600.000 habitantes. La población de la República Turca, reconocida por Turquía y la Organización de la Conferencia Islámica, se compone de unos 80.000 grecochipriotas y unos 115.000 turcos. (