Malasia se prepara para recibir gran cantidad de musulmanes que huyen de Tailandia tras el asesinato del imán (líder islámico) Satopa Yusof en la meridional provincia tailandesa de Narathiwat.
Hasta ahora, 131 musulmanes de Narathiwat, entre ellos 24 mujeres y 43 niños y niñas, huyeron al vecino estado malasio de Kelantan, sin que mediara mayor diálogo entre las autoridades de los dos países.
Malasia tiene profundos vínculos históricos y culturales con el sur de Tailandia, donde hoy actúan combatientes separatistas islámicos. La mayoría de la población malasia es musulmana, al igual que la del sur de Tailandia, país predominantemente budista.
Satopa Yusof, de 55 años, dirigía una mezquita en el poblado fronterizo de Ban Lahan. Desconocidos uniformados lo mataron a tiros.
El canciller de Malasia, Datuk Seri Syed Hamid Albar, indicó que su país acogería a los tailandeses por razones humanitarias, pero advirtió que eso no les obligaba a conferirles estatuto de refugiados.
"Malasia preside la Organización de la Conferencia Islámica, y uno de los roles del bloque es asegurar la seguridad de las minorías musulmanas que viven en países no musulmanes", sijo Syed Hamid el lunes en Kuala Lumpur.
"Tailandia no está muy lejos de Malasia, y lo que sucede en el sur tailandés tiene impacto directo sobre nosotros. No podemos quedarnos tranquilos", agregó el ministro, en la apertura de una conferencia sobre la óptica islámica de la reforma de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Syed Hamid afirmó el viernes que, por "razones humanitarias", Malasia daría "albergue temporal" a los tailandeses expatriados, pero se apresuró a aclarar que eso no implicaba concederles tratamiento de refugiado.
Algunos de los que escaparon explicaron que muchos musulmanes murieron a manos de las fuerzas de seguridad tailandesas, que lanzaron un operativo contra supuestos combatientes autonomistas de las provincias de mayoría islámica de Narathiwat, Yala y Pattani.
Las autoridades alegaron que supuestos combatientes instalaron explosivos, dispararon a policías y ocasionalmente decapitaron a informantes en los poblados de esas provincias.
Según Syed Hamid, su par tailandés Kantati Supamongkon le aseguró que quienes huían no eran refugiados. Supamongkon también negó que las fuerzas de seguridad hubieran matado a 17 tailandeses musulmanes en las operaciones.
"El repentino e inexplicado asesinato de Satopa Yusof obligó a los aterrados pobladores a escapar. Ahora tememos lo peor, no solo más refugiados… La situación es extremadamente compleja y delicada", dijo, pidiendo reserva sobre su identidad, un policía malasio que trabaja en un paso de frontera.
Una de las complicaciones es que los expatriados se asentaron en Kelantan, estado gobernado por el opositor y fundamentalista Parti Islam Malaysia (PAS), que apoya abiertamente las reivindicaciones separatistas de organizaciones musulmanas tailandesas.
En pocas horas, el jefe del gobierno de Kelantan y líder espiritual del PAS, Nik Aziz Nik Mat, acusó al gobierno de Tailandia por la crisis.
"En el sur de Tailandia hay un régimen dictatorial e insensible que lleva a los pobladores a huir", dijo Nik Aziz, quien urgió al gobierno malasio a acoger a los expatriados, sean cuantos sean, y a tratarlos de forma humana.
Nik Aziz también exhortó a los musulmanes malasios a donar dinero y ropa para los perseguidos, y advirtió a Bangkok que la situación podría agravarse si los legítimos reclamos de los musulmanes en el sur de Tailandia eran ignorados.
Otros dirigentes del PAS acusan directamente al gobierno del primer ministro Thaksin Shinawatra de "crueldad" hacia la insurgencia.
"Estamos horrorizados y asqueados por la masacre de civiles musulmanes en el sur de Tailandia. La despreocupación del gobierno tailandés alentó a los militares a poner en práctica el gatillo fácil contra musulmanes desarmados", dijo a IPS el secretario general del PAS, Kamaruddin Jaafar.
"Eso tuvo como consecuencia pérdida de vidas y flujo de refugiados políticos hacia Malasia", agregó.
"También urgimos al gobierno de Malasia a dar la asistencia necesaria para los que huyen de Kelantan, lo que incluye garantizarles el estatuto de refugiados políticos. Les pedimos que creen un grupo de trabajo que observe la situación en el sur de Tailandia", sostuvo Kamaruddin.
Pero Thaksin no facilitó las cosas al afirmar que algunos de los tailandeses expatriados eran combatientes autonomistas. "Se ocultan como refugiados y quieren internacionalizar el conflicto. Es una táctica sucia", advirtió.
Thaksin ha afirmado en reiteradas ocasiones, sin mencionar explícitamente a Malasia, que separatistas cometían atentados en el sur de Tailandia y se ocultaban a través de la frontera en un "país vecino".
Pero Kuala Lumpur rechaza esas sospechas. La relación se resintió por tales declaraciones, pero altos funcionarios de ambos países se reunieron varias veces para allanar las diferencias y alcanzar una posición común en torno de la insurgencia.
La crisis de refugiados complicará, seguramente, el vínculo, según analistas.
El gobernante Frente Nacional de Malasia, encabezado por el primer ministro Abdullah Badawi, no ha reconocido a los expatriados como refugiados, pero insiste en su responsabilidad humanitaria.
Para aplacar a Tailandia, Malasia los ha descripto como "detenidos" que ingresaron al país sin documentos apropiados. De todos modos, Kuala Lumpur insiste también en que Bangkok explique por qué los musulmanes huyen de territorio tailandés.
Tailandia, un país predominantemente budista con una importante minoría musulmana, ha sufrido la insurgencia islámica durante décadas. La situación recrudeció en enero del año pasado, cuando se reanudaron los combates en Narathiwat, Pattani y Yala, con más de 900 muertos en tiroteos, atentados con explosivos y decapitaciones.
"Creo que es responsabilidad de Tailandia asegurar que acabe el temor, sea real o supuesto, en la comunidad local para que los pobladores no vengan" a Malasia, dijo Syed Hamid.
"Los ayudaremos, pero no nos estamos entrometiendo en los asuntos internos tailandeses", agregó.
La situación se complica por el hecho de que los musulmanes de ambos lados de la frontera tienen vínculos basados sobre una cultura, un lenguaje y una historia común.
"Estas provincias fueron partes del mundo malayo y terminaron conquistadas por los tailandeses. El poder colonial británico las entregó a Tailandia. Esas provincias deberían pertenecernos a nosotros, no a los budistas", dijo a IPS un dirigente del PAS.
La situación recuerda a muchos malasios la crisis de refugiados vietnamitas de los años 70, cuando miles de personas huyeron de la guerra. Para complicar las cosas, Malasia no ha firmado ninguna convención de la ONU en materia de refugiados. (