Miles de rusos se congregaron para conmemorar la muerte hace casi un año de 335 personas, la mayoría niños y niñas, en el caos originado cuando fuerzas de seguridad pusieron fin a la toma de rehenes en una escuela del pueblo de Beslan.
Familiares de los fallecidos y vecinos de Beslan, en la meridional república de Osetia del Norte, acudieron a un cementerio para depositar coronas en las tumbas de los fallecidos. Allí se instaló, además, un monumento para recordar el hecho.
Más de 1.000 personas fueron tomadas como rehenes el 1 de septiembre de 2004 por independentistas chechenos en el gimnasio de la Escuela No. 1 de Beslan, un poblado de 35.000 habitantes.
La operación concluyó violentamente el día 3. Las fuerzas de seguridad rusas detonaron explosivos antes de tomar el lugar por asalto, instante en que los terroristas accionaron las bombas y granadas que llevaban encima.
El luto se extiende más allá de Beslan y de Osetia del Norte. Durante toda la semana hubo servicios especiales en las iglesias ortodoxas de toda Rusia. También se instalaron carteles negros con la frase "sin palabras" en las calles y autobuses de Moscú.
En Beslan, la conmemoración transcurrió en medio de estrictas medidas de seguridad. La televisión rusa mostró a los dolientes registrados por perros.
En medio del dolor, resplandece la ira.
Padres y madres de muchos de los niños fallecidos advierten que el gobierno ruso no aprendió de sus errores y que el país está abierto a más atentados terroristas. Y quieren saber por qué las autoridades no protegieron a los rehenes.
Miembros del comité de madres de Beslan se reunirán este viernes con el presidente Vladimir Putin para expresarles su preocupación.
Las madres decidieron aceptar la invitación a pesar de que formulan infructuosamente desde hace un mes insistentes pedidos a las autoridades para que extremen esfuerzos por la localización de quienes pergeñaron la operación terrorista y el rescate.
Entre otras cosas, aseguran que altos oficiales de los servicios de seguridad rusos y el Ministerio del Interior deben ser responsabilizados por la forma en que manejaron el episodio.
Algunas madres se oponen a la reunión con Putin en Moscú, pues la consideran inoportuna. Otras creen que se trata de una oportunidad de manifestar sus pensamientos ante la máxima autoridad del país.
Aunque el peso mayor de la culpa cae directamente sobre el terrorismo, parte de la responsabilidad pesa también sobre Putin, por lo que los críticos consideran un mal manejo de sucesivas crisis de rehenes y una desastrosa política de retener a Chechenia a sangre y fuego dentro de la Federación Rusa.
El desastre de Beslan revivió en la memoria de los rusos el secuestro en 2002 de cerca de 700 personas en un teatro de Moscú, que también terminó trágicamente cuando tropas rusas dispersaron un gas en el lugar con el que pretendían dormir a los terroristas chechenos, pero que provocó la muerte de éstos y también de 129 rehenes.
Algunos críticos apuntaron a la falta de coordinación y control de las fuerzas de seguridad.
Por otra parte, no hubo negociación alguna entre las autoridades y los rebeldes que tomaron la escuela de Beslan.
Ante los reiterados atentados y secuestros de los separatistas chechenos, la política de Putin es no negociar y mantener un férreo control sobre Chechenia, asegurando que su presidente sea un candidato del Kremlin.
Un mes antes de la toma de rehenes fueron las elecciones provinciales de Chechenia. Alu Aljanov, el candidato respaldado por Moscú, fue declarado vencedor, con 74 por ciento de los sufragios.
Su predecesor, Ajmad Kadyrov, había muerto en un atentado con bomba el 9 de mayo pasado.
Desde la toma de rehenes, la violencia y los ataques terroristas recrudecieron en todo el norte del Cáucaso, incluidas las repúblicas y regiones de Ingushetia, Dagestán, Karachayevo-Cherkesia, Kabarda-Balkaria y Astrakán.
"Toda la región es un barril de pólvora y nadie sabe cuándo será la explosión", dijo a IPS el investigador Nikolay Petrov, del Centro Carnegie de Moscú.
"Todos los problemas étnicos, socioeconómicos y políticos convierten a la región en la líder absoluta en materia de inestabilidad y riesgo para la población civil", según Petrov.
Estos conflictos se originaron en "un enfoque político y estrategias equivocadas, y algunos fueron conservadoramente ocultos debajo de la alfombra en lugar de solucionarlos", consideró Petrov.
Durante el decenio de guerra entre el gobierno ruso y los secesionistas de Chechenia, el Kremlin apoyó a líderes regionales corruptos e ineficientes, al mismo tiempo que les aumentaba la asignación presupuestal con el fin de esquivar la desestabilización, indicó el experto.
La comisión investigadora parlamentaria sobre el caso de Beslan no ha llegado aún a una conclusión. El presidente del cuerpo, Alexander Torshin, niega que sea por incompetencia.
"En una situación como ésta, los ataques sobre la comisión son algo normal y los diputados lo entienden. Continuaremos haciendo nuestro trabajo, sin importar las presiones. De hecho, nadie trata de presionarnos, excepto los medios de comunicación", sostuvo Torshin.
Un grupo de psicólogos de Beslan han sido entrenados en Israel para tratar el síndrome de estrés postraumático.
"La situación aún requiere asesoramiento psicológico adecuado para minimizar los efectos negativos de la tragedia en niños y familiares de las víctimas", dijo a IPS la profesora Galina Soldatova, de la Universidad Estatal de Moscú.
El tratamiento "no debería reducirse a un corto plazo, ni a ex rehenes sino también prestarse a personas que presenciaron la tragedia de Beslan", sostuvo Soldatova, quien visita regularmente la localidad.
El gobierno ruso autorizó el miércoles un aporte de 400.000 dólares procedentes de sus fondos reservados para ayudar a las víctimas del ataque. (