Fueron aclamados como héroes en 1974 al protagonizar algo inédito en el mundo: un golpe de Estado para consagrar la democracia y extender así el certificado de defunción al vetusto imperio portugués. Ahora, los militares protestan en las calles por sus derechos.
Pasadas tres décadas, los militares lusitanos se sienten maltratados por el sistema democrático por ellos instaurado y tutelado durante su primera década de existencia.
Diez años después del levantamiento que depuso la dictadura corporativista (1926-1974) de Antonio de Oliveira Salazar-Marcello Caetano, fue disuelto el denominado Consejo de la Revolución del Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA) y, desde entonces, la condición militar se ha ido degradando gradualmente.
La serie de medidas de contención de gastos públicos decretadas por el actual gobierno del primer ministro socialista José Sócrates atravesaron también las puertas de los cuarteles. Fue la llama que encendió la mecha de la protesta militar.
De este modo se suman a la ola de manifestaciones de distintos sectores de la sociedad portuguesa en rechazo a los recortes del gasto estatal previstos por el gobierno con el fin abatir el déficit fiscal, estimado en 6,2 por ciento del producto interior bruto para este año.
En la causa de la protesta de los oficiales están los derechos de salud, que fueron retocados al eliminar el tratamiento a las familias cuando éstas estén inscritas en otros servicios derivados de una eventual actividad propia, a no ser que opten por el sistema militar, pero pagando una suma moderada.
También se prevé cambiar las condiciones para pasar a la reserva (disponibilidad a ser llamado a las armas) y acceder a la jubilación, pues se deberán contar 40 años en lugar de 36 años de servicio, o bien, 60 años de edad, en lugar de los 50 actuales. Encima de la mesa está también la revisión de la carrera y el derecho a reunión de los militares.
"Los partidos del arco del poder (el socialista y el socialdemócrata, PSD, conservador pese a su nombre) están preparándose para alterar la ley que aún nos permite estar aquí", expresó durante una reunión esta semana el presidente de la Asociación Nacional de Sargentos, Francisco Lima Coelho.
Impedidos de participar en manifestaciones públicas por el Supremo Tribunal Administrativo, los militares en actividad optaron por reunirse en el céntrico Mercado da Ribeira, donde unos 500 oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas dirigieron duras críticas al gobierno, mientras sus esposas y colegas en la reserva lo hacían frente al parlamento.
El brigadier general retirado de la Fuerza Aérea José Martins Rodrigues, dirigente de la Asociación de Oficiales de las Fuerzas Armadas (AOFA), apeló en la oportunidad a llevar a cabo una reestructuración del cuerpo militar para conseguir "una real reducción de costos", en lugar de gastos con el personal, porque sólo una reforma en ese sentido "determinaría un ahorro significativo".
Por su parte, el también dirigente de la AOFA, coronel Tasso de Figueiredo enfatizó que las protestas no eran contra el régimen democrático imperante en Portugal, sino más bien un cuestionamiento a cómo el plato de la democracia "de vez en cuando nos es servido".
En el marco de la Unión Europea (UE), el derecho de manifestaciones de militares y policías es una cuestión de debate pacífico. El último caso registrado fuera de Portugal ocurrió en Holanda en 2003, cuando los uniformados se manifestaron en las calles en un cuadro consentido por la legislación.
Las asociaciones sindicales de los militares holandeses se oponían a un nuevo decreto que estipulaba que el pedido de jubilación sólo podría realizarse a los 58 años de edad en lugar de los 54 establecidos en la anterior. El caso acabó en un compromiso que fijó en 56 años el derecho a la jubilación.
El coronel retirado Vasco Lourenço, que con grado de capitán en 1974 fue uno de los más destacados miembros del Consejo de la Revolución del MFA, dijo a IPS que la protesta de los oficiales "tiene como telón de fondo una situación sumamente degradada a la que llegó la condición militar".
"La ausencia de actitudes contestatarias a través de organizaciones sindicales que no existen en las Fuerzas Armadas, aliado a la sumisión de las cúpulas militares al gobierno, dio origen a enormes atentados a la condición militar", añadió Lourenço, que entre 1975 y 1978 fue comandante de la Región Militar de Lisboa y hoy preside la Asociación 25 de abril, que reúne a los protagonistas de la llamada Revolución de los Claveles.
A pesar de ser hoy militante socialista, este oficial fustiga al gobierno de su partido porque, "de forma poco hábil, engloba a las Fuerzas Armadas en el conjunto de las instituciones que deben perder privilegios, sin tomar en cuenta que los militares ya no los tienen hace mucho tiempo y, en cambio, son profundamente discriminados en relación a otros grupos especiales"
Al concluir, Lourenço garantiza que, pese a lo delicado de la situación, los militares portugueses, que hace tres décadas se distinguieron "como los principales autores del establecimiento de un Estado de derecho democrático, volverán a demostrar que son un grupo que como ningún otro pone en primer lugar el interés del pueblo al que pertenecen".
Con una óptica opuesta se analiza el problema en la versión electrónica del semanario conservador "Expresso".
El subdirector de la publicación, Henrique Monteiro, opinó en un editorial que "el Estado debe ser particularmente intolerante cuando militares dan ejemplos como estos", porque "no se puede admitir que salgan de los cuarteles para reivindicar derechos, salarios o beneficios".
A renglón seguido, exhorta al gobierno socialista a "ser implacable en el combate a las señales de indisciplina", ya que en opinión del editorialista, "cuando se trata de militares no puede estar en causa el hecho de saber si tiene o no razón" y la disciplina "debe sobreponerse a las demás consideraciones".
En el prisma de Monteiro, los militares no deben usar la condición que ocupan en la sociedad "para amenazar o chantajear al poder democrático, porque un gobierno cualquiera que sea, que se muestre débil en este punto, está perdido".(