MIGRACIONES-ESPAÑA: Un paso de vida o muerte

Llegar de África subsahariana a España sin documentos es una apuesta de vida o muerte, con mafias, policías y militares de por medio. Un largo camino que muchos inmigrantes seguirán transitando aunque aumenten las medidas de seguridad en las fronteras.

Entre los lugares peligrosos que los inmigrantes deben sortear se destaca últimamente la frontera de Marruecos con la española ciudad de Ceuta, ubicada sobre la costa sur del mar Mediterráneo, donde en la víspera murieron cinco personas que formaban parte del grupo de dos centenares que intentaron cruzar la valla divisoria.

Ni las autoridades de España, los partidos políticos ni las organizaciones no gubernamentales dudan que quienes arriesgan su vida —muchas veces la de niños, niñas y mujeres en avanzado estado de gestación— para entrar a este país y al resto de Europa lo hacen impulsados por la pobreza y la falta de trabajo en sus naciones de origen.

Del lado europeo y concretamente en España, la respuesta a la presión inmigratoria irregular se está endureciendo al extremo de que el gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero ha ordenado el despliegue del ejército en las sofisticadas y no obstante permeables fronteras de Ceuta y también de Melilla, el otro enclave español en el norte de África.

Una medida que ha levantado fuertes críticas desde diversos sectores porque significa el uso de fuerza militar para intentar impedir el paso. La más significativa de esas críticas llegó desde dos organizaciones sindicales, la Asociación Unificada de la Guardia Civil y la Confederación Española de Policía.
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Ambos sindicatos subrayaron que lo que hace falta es enviar más agentes de policía "especializados en controlar masas y no militares", porque éstos no tienen preparación para ello ni cuentan con material antidisturbios sino sólo armas de guerra.

Este despliegue militar dispuesto el jueves coincidió con un informe sobre la autopsia efectuada en España a dos de los inmigrantes africanos muertos en Ceuta en el cual se afirma que, por la orientación de las heridas, los disparos fueron hechos por las fuerzas de seguridad de Marruecos. Una aseveración negada desde ese país.

Las muertes de inmigrantes indocumentados en su intento por llegar a Europa también se producen por el naufragio de las frágiles embarcaciones que usan para cruzar el mar Mediterráneo o navegar por el océano Atlántico, tanto al arribar a las costas españolas como en alta mar, o por sed y hambre cuando pasan largo tiempo a bordo de las mismas.

Pero la mayor preocupación ahora está enfocada en las fronteras de Ceuta y Melilla, a la que llegan inmigrantes de África subsahariana, que en su mayor parte están en manos de mafias ligadas en muchos casos a funcionarios y policías marroquíes.

Esas personas que aspiran a entrar en Europa llegan desde los más remotos confines de África, por lo general caminando meses y meses con un dinero ahorrado o juntado por familiares y amigos para pagar a los traficantes, que en unos casos los trasladan en las endebles embarcaciones llamadas "pateras" y en otros los preparan para saltar el muro levantado en las fronteras de Ceuta y de Melilla.

Esa preparación incluye el permiso para alojarse al aire libre en los bosques cercanos a esas dos pequeñas ciudades.

José Palazón, de la organización no gubernamental Prodein, dijo a IPS que le consta que miembros de las fuerzas auxiliares del ejército marroquí, denominados "mehanis", les cobran por pasar al bosque y por salir temporalmente del mismo.

El activista añadió que, si no pagan, les quitan lo que lleven encima y "los dejan sin nada, desnudos y tirados en el campo".

Por ello, aunque se hayan anunciado acuerdos entre los gobiernos de España y de Marruecos para que este último país aumente la vigilancia e impedir así el paso de los inmigrantes, todo indica que el flujo de personas continuará.

Máxime que el propio ministro de Justicia de España, Juan Fernando López Aguilar, reconoció este viernes que la capacidad de respuesta de Marruecos "es muy limitada", por lo que recomendó "reforzar nuestra capacidad de respuesta y trabajar todos los días para hacer frente a la inmigración".

Entre esas medidas está la anunciada, también este viernes, por la vicepresidenta primera del gobierno de España, María Teresa Fernández de la Vega, quien dijo que reforzará la seguridad de las vallas "con más elementos estructurales que impidan el acceso directo al vallado, así como dispositivos de detección y vigilancia".

Nada indica que ese refuerzo pueda impedir ni el intento ni el ingreso mismo a España de inmigrantes irregulares (sin visa de entrada ni documentos).

Desde hace mucho tiempo se vienen realizando refuerzos de control de distinta índole y, por más sofisticados elementos que se empleen, siempre los inmigrantes han encontrado nuevas vías de acceso a Europa, sean subsaharianos, del Magreb, de Europa oriental o de otros lugares.

Palazón, como las demás organizaciones no gubernamentales y fuerzas políticas progresistas, insisten en que la única salida a corto plazo es permitir el ingreso de esas personas "como se nos permitió a los europeos cuando fuimos a otros continentes". Ello con un verdadero compromiso de Europa de impulsar el cumplimiento de las metas del milenio de abatir la pobreza extrema y el hambre.

Si la gente tiene como trabajar y vivir en sus países de origen, aunque sea modestamente, se quedará en ellos junto a sus familiares y amigos. En caso contrario, la odisea de cruzar un continente y de jugarse la vida en ello se mantendrá como alternativa al hambre propia y de los familiares.

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