Un centenar de inmigrantes de África subsahariana lograron saltar este martes la sofisticada valla fronteriza que separa de Marruecos a la ciudad española de Melilla, en la costa sur del mar Mediterráneo, mientras otros 400 fueron rechazados por la policía militarizada.
El asalto se produjo horas antes de que medios de comunicación publicasen un vídeo grabado por la Asociación Pro derechos de la Infancia (Prodein), que registra el momento en que las fuerzas de seguridad rechazaron otro intento semejante, el martes 20, y en el que se ve el uso de armas antidisturbios para reprimir a los inmigrantes.
También se observa en el vídeo el envío a Marruecos, de inmediato y por puertas irregulares, a todos aquellos indocumentados que concretaron con éxito en ese momento su intento de llegar a territorio español.
Devoluciones realizadas por puertas de alambre que formalmente "no existen" y que violan el reglamento de la Ley de Extranjería, que en su artículo 157 dice que cualquier inmigrante irregular, "sin papeles" (indocumentado), que pise suelo español debe ser llevado de inmediato a una comisaría policial para su identificación, situación que obvian quienes controlan la frontera en Melilla.
Ángel García, sacerdote católico y presidente del grupo no gubernamental Mensajeros de la Paz, dijo a IPS que hay que acabar con esas vallas que no han resuelto el problema, sino que, por el contrario, han agravado la situación y ponen en peligro la vida de quienes intentan entrar a España en busca de una vida mejor, para ellos y para las familias que quedan en sus países de origen.
"No es posible que, tras el derrumbe del Muro de Berlín (que marcó hasta 1989 en esa ciudad la división de Alemania surgida tras la segunda guerra mundial), ahora se estén levantando estos otros muros de la vergüenza", enfatizó.
El sacerdote, más conocido como Padre Ángel y cuya organización no gubernamental desarrolla labores de cooperación en todos los continentes, comentó que semanas atrás estuvo en Melilla y que se le "cayó el alma a los pies al ver esa construcción inmoral y costosísima, tanto de construir como de mantener, cuando hay otras necesidades que atender".
A su entender, hay dos puntos esenciales que afrontar para terminar con estos intentos de ingresos que suelen terminar con muertos y heridos. Por un lado, que los gobiernos de España y de Marruecos dialoguen efectivamente y lleguen a acuerdos para regularizar la entrada de inmigrantes, sean marroquíes o no.
Por otro, impulsar "de verdad" el desarrollo de los países del Sur, aportar fondos sustanciosos y abrir los mercados del Norte para sus productos. "Si eso se hace seriamente, no habrá más gente desesperada que se juegue la vida intentando entrar para conseguir trabajo y mandar algún dinerillo a su familia", puntualizó el Padre Ángel.
Los ingresos de inmigrantes indocumentados por Melilla y también por Ceuta, la otra ciudad española enclavada en el norte de África, se producen de diversas maneras. Una es saltando la valla, otra a nado, saliendo de la playa en zona marroquí para llegar a las de estas ciudades hispanas, y una tercera, por los acantilados.
Este último modo por lo general termina con las personas que lo intentan cayendo al mar y muriendo ahogadas, pues carecen de posibilidades de salir del agua, dada la verticalidad y gran altura de los acantilados.
La frontera de Melilla, cuya soberanía reclama Marruecos, está completamente cercada con una doble valla metálica que oscila entre tres y cinco metros de altura y tiene en su extremo superior alambres de púa. Además, está dotada de puestos con vigilancia electrónica, a cargo del cuerpo militarizado de la Guardia Civil.
Fuentes de ese cuerpo informaron este martes que los inmigrantes iniciaron el asalto en dos puntos distantes entre sí y que en total utilizaron más de 270 escaleras rudimentarias, construidas con ramas de los árboles de un monte cercano.
Con ellas alcanzan la primera valla, separada de la segunda por cinco metros de terreno. Una vez que han pasado la primera dos o tres de ellos, arrojan la escalera al piso antes de dar el primer salto. Después corren, colocan la escalera junto a la segunda verja e intentan repetir el proceso.
Todo este procedimiento se hace muy velozmente, para hacerlo antes de que salte el alerta y la Guardia Civil se despliegue en el corredor que existe entre ambas vallas con el material antidisturbios.
Este martes, la comandancia de la Guardia Civil justificó el uso de estos, materiales (garrotes, balas de goma, agua y gases) debido a que los inmigrantes "se negaron a retirarse e intentaban pasar haciendo caso omiso a la presencia de los agentes".
La Ley de Extranjería estipula que todo extranjero que ingrese de modo irregular a España debe ser trasladados a una comisaría de policía cercana, donde quedará detenido y a la espera de que se le informe de que deben abandonar el país.
No obstante, al ser oriundos de países de África subsahariana con los que España no tiene tratados bilaterales que le permita devolverlos a su nación de origen, estos inmigrantes que llegan a Melilla deben ser internados en un centro de acogida, en libertad.
Por lo general, al poco tiempo de ingresar en estos centros, estas personas salen y se dirigen a otros puntos, de España o de otros países de la Unión Europea, en busca de trabajo, el que ejercen sin contratos ni seguridad social.
Respecto de estos hechos, la secretaria de Estado de Inmigración y Emigración, Consuelo Rumi, afirmó este martes que se ha avanzado mucho con Marruecos en el control de la inmigración.
Explicó que la prueba de que se ha mejorado es que, en lo que van del año, se redujo en 37 por ciento el número de extranjeros arribados en pateras (pequeñas y frágiles embarcaciones), respecto del mismo período de 2004.
Además, precisó que todos los inmigrantes que llegan en pateras y son de nacionalidad marroquí, o que el patrón de la embarcación que los trae lo es, "son repatriados en menos de 48 horas".
Pero la situación dista de relajarse. También este martes en la provincia española de Granada, en la otra costa del mar Mediterráneo, fue interceptada una patera en la que intentaban llegar a España más de 70 personas, las cuales que fueron detenidas.
Una segunda patera fue detectada por la Guardia Civil, pero dado el mal estado del mar las dejaron arribar a tierra y luego detuvieron a sus 24 ocupantes.
Consciente de que aún está lejos de solucionar el problema, el gobierno español del socialista José Luis Rodríguez Zapatero anunció que el fondo para la acogida e integración de los inmigrantes aumentará dos por ciento en 2006, totalizando 122 millones de euros (145 millones de dólares).
El proyecto de presupuesto fue presentado en el Congreso de los Diputados por el vicepresidente segundo del gobierno y ministro de Economía, Pedro Solbes, quien informó de que en ese proyecto se incluyen además subvenciones para la Cruz Roja y el Comité Español de Ayuda a Refugiados, con el fin de que lo dediquen específicamente a la acogida temporal y la integración de inmigrantes.