La estrategia electoral del primer ministro japonés Junichiro Koizumi de presentar a su Partido Liberal Democrático (PLD) como una fuerza joven y con visión de futuro le dio frutos: logró una mayoría absoluta de 296 escaños en la cámara baja.
La victoria en las elecciones generales del domingo permitirá a Koizumi realizar las reformas planificadas con comodidad, en especial porque el PLD seguirá gobernando con su antiguo socio de coalición, el partido Nuevo Komeito, y sumará entonces 327 escaños de un total de 480.
El opositor Partido Democrático de Japón, que absorbió a varios rebeldes del PLD, vio reducidos sus escaños de 177 a 113. Su líder, Katsuya Okada, asumió la responsabilidad por la derrota y renunció.
"Me alegra que el primer ministro Koizumi esté de vuelta. El PLD es el mayor partido de Japón y nadie puede cambiar eso", celebró Ayano Ishihara, secretaria de una empresa naviera.
"Lo único que me disgusta es la presencia de fuerzas japonesas en Iraq", agregó, reflejando el humor popular.
Koizumi corrió un riesgo cuando disolvió la cámara baja el 8 de agosto y llamó a elecciones generales, tras el rechazo de su proyecto de privatizar la empresa de correos (Japan Post) antes de 2007.
Asimismo, el primer ministro expulsó a 37 legisladores de su partido que se habían opuesto a la iniciativa, y se negó a apoyar su candidatura. En cambio, eligió a un equipo de políticos leales, que algunos medios de prensa calificaron de "asesinos".
La primera tarea de los "leales" fue enfrentar a los "traidores" en la campaña electoral, y parecen haberlo hecho muy bien, a juzgar por los resultados.
Otra carta de triunfo de Koizumi fue la atracción del voto femenino mediante 10 candidatas, empezando por Satsuki Katayama, ex Miss Universidad de Tokio, que se transformó en la primera mujer examinadora del presupuesto del Ministerio de Finanzas.
Otra candidata destacada fue Yuriko Koike, quien dejó su trabajo como conductora de televisión para transformarse en ministra de Ambiente.
El equipo de Koizumi también incluyó a Takefumi Horie, un millonario de la industria de Internet de 32 años, quien pese a su enorme popularidad perdió ante el "rebelde" Shizuka Kamei.
Pero esos reveses no afectaron la imagen del PLD, cultivada por el mediático Koizumi, como un partido que se reinventa reemplazando a los disidentes con jóvenes y, también, más mujeres.
Armado de un nuevo mandato, Koizumi se concentrará en la renovación de Japan Post, que no sólo ofrece uno de los mejores servicios postales del mundo sino que también es una de las mayores instituciones financieras del mundo, con ahorros y otros depósitos por más de tres billones de dólares.
La insistencia del primer ministro en privatizar Japan Post responde a la intención de tomar control de esos activos y colocarlos en inversiones más rentables, que estimulen el crecimiento económico en general.
Su próximo objetivo es combatir la corrupción. Esto implica negar el acceso de algunos miembros del PLD a fondos que luego desperdician en construcción de caminos y puentes inútiles, para favorecer su propia carrera política.
Pese a sus vastos depósitos, Japan Post no extiende créditos al público en general y a empresas privadas. El dinero es en general asignado a "elefantes blancos", proyectos lanzados por políticos deseosos de mejorar su imagen en sus respectivas circunscripciones.
Hasta 370.000 millones de dólares se destinaron a proyectos como extensiones de autopistas en regiones de baja demanda.
Yasuo Tanaka, jefe del Nuevo Partido Nipón, declaró al diario Japan Times que no está contra la privatización, pero que Koizumi nunca explicó cómo la transacción ayudaría a resolver la deuda pública, que asciende a 7,1 billones de dólares.
Los próximos meses serán de frenética actividad para Koizumi. Además de la privatización, el premier deberá atender apremiantes asuntos diplomáticos, comenzando por la hostilidad de China, y también de Corea del Sur, por lo que perciben como intentos de Tokio de ocultar sus crímenes de guerra contra sus vecinos asiáticos durante y antes de la segunda guerra mundial.
Mientras, Estados Unidos celebró la victoria de Koizumi, que se comprometió a no retirar las Fuerzas de Autodefensa desplegadas en Samawah, Iraq.
La estrecha relación con Washington, arguyen los críticos, no ha sido correspondida con un fuerte apoyo a la ambición de Japón de ocupar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas. (