Apenas un día después de firmado el pacto de desarme nuclear de Corea del Norte ya amenaza con fracasar. Al igual que otros países negociadores, Japón considera inaceptable que Pyongyang demande a cambio un reactor nuclear de agua liviana para su programa civil.
La declaración, fechada el lunes, fue resultado de las difíciles conversaciones mantenidas durante el fin de semana en Beijing por Corea del Norte y del Sur, China, Estados Unidos, Japón y Rusia, como parte de un proceso iniciado en agosto de 2003, luego de que Pyongyang anunciara su retiro del Tratado de No Proliferación Nuclear.
En el documento se establece que Corea del Norte debe volver a suscribir dicho tratado y someterse al control de la Agencia Internacional de Energía Atómica, que depende de la Organización de las Naciones Unidas.
Corea del Norte se comprometió a abandonar sus ambiciones nucleares a cambio de asistencia económica, principalmente en materia de energía, comercio e inversiones, y garantías de seguridad.
Pero este martes, el ministro de Relaciones Exteriores de Japón, Nobutaka Machimura, criticó a Corea del Norte, uno de los últimos bastiones del comunismo en el mundo, luego de que Pyongyang difundió una declaración en la que advertía que no desmantelaría su programa nuclear a menos que, primero, le otorgaran el reactor.
Machimura consideró "inaceptable" la demanda de Pyongyang y subrayó que Japón había insistido en que el nuevo reactor sería discutido sólo "en un momento apropiado".
China y Estados Unidos ya reaccionaron a la nueva solicitud diciendo que Pyongyang debe adherirse a lo firmado el lunes.
Ese acuerdo no especifica plazos, y los mismos países previeron una nueva reunión para noviembre, donde establecerán las modalidades y los tiempos para su concreción.
Corea del Sur, que según el acuerdo proveerá electricidad a Corea del Norte, se mantiene optimista, y el presidente Roh Moo-hyun dijo que las perspectivas de resolver la controvertida cuestión nuclear eran más brillantes que nunca.
"La desconfianza es profunda, especialmente en Japón, donde las relaciones con Corea del Norte se han deteriorado más en el pasado reciente a partir del secuestro de (13) ciudadanos japoneses (a fines de los años 70) por el despiadado régimen de ese país", opinó Katsumi Sato, director de Corea Moderna, un grupo de expertos conservadores de Japón.
"Un acuerdo, si bien histórico, ciertamente no convencerá a los japoneses de que Corea del Norte ha cambiado", agregó.
Además, Sato rechazó el nuevo pacto por considerarlo un truco de Pyongyang, y se refirió a promesas similares hechas en el pasado que también fueron incumplidas por el régimen.
Por ejemplo, luego de retirarse del Tratado de No Proliferación Nuclear, Corea del Norte continuó aumentando su capacidad nuclear.
"Corea del Norte está haciendo tiempo para construir sus armas nucleares y fortalecer el actual régimen asesino, y no debemos ser ingenuos", insistió Sato.
Algunos analistas destacaron que la declaración conjunta emitida en Beijing es el primer gran avance del proceso de negociaciones y servirá como base para futuros debates sobre su implementación.
"No hay duda de que es un paso histórico para seguir adelante con el objetivo máximo de lograr una península coreana libre de armas nucleares. La situación habría sido mucho peor si nada hubiera avanzado en Beijing", señaló Masanori Okonogi, un respetado experto coreano de la Universidad de Keio, en Tokio.
Según Okonogi, el próximo paso crucial sería continuar con las negociaciones y asegurarse de que el nuevo logro no se vuelva fracaso, por lo cual subrayó la importancia de la reunión que se celebrará en noviembre.
"Sí, el documento con Corea del Norte es irregular. Pero esta vez Corea del Norte ha mostrado más compromiso, como un acuerdo separado con Japón dirigido a normalizar las relaciones bilaterales. No hay excusa para abandonarlo ahora", afirmó.
En ese entendimiento entre Corea del Norte y Japón, ambas naciones acordaron trabajar para resolver los espinosos temas históricos (Japón dominó la península coreana entre 1910 y 1945) y revivir la Declaración de Pyongyang (en la que Tokio pidió disculpas y se comprometió a dar ayuda económica a Corea del Norte), firmada el 17 de septiembre de 2002 y archivada hasta ahora.
Las múltiples lecturas de la declaración del lunes se basan en varios hechos nuevos en materia de seguridad de Asia oriental.
Un cambio importante en la diplomacia del oriente asiático es el joven liderazgo de Corea del Sur, que ha impulsado una relación más amistosa y cooperadora con su vecina del Norte.
La elevación del estatus de China como potencia económica, ansiosa de ejercitar su liderazgo, también ha inclinado la balanza a favor de promover una postura más inclusiva hacia Corea del Norte, en lugar del enfoque duro que adoptaron Washington y Tokio.
Sato dijo que el último avance refleja cómo Estados Unidos está evitando presionar demasiado a Corea del Norte.
"Con la guerra en Iraq y los problemas domésticos, Washington no desea blandir el hacha en Asia oriental y, como resultado, Corea del Norte se ha beneficiado", explicó.
Los medios japoneses, representando el sentimiento nacional, no alabaron el nuevo acuerdo. El periódico Yomuiri recordó a sus lectores que las conversaciones no han llegado a una resolución.
"No hay manera de que los lazos entre Japón y Corea del Norte puedan normalizarse, a menos que Corea del Norte se muestre deseosa de avanzar en las conversaciones bilaterales de los próximos días", advirtió el diario.
"La última declaración es una obra maestra de diplomacia internacional, en el sentido de que ninguno de los seis países involucrados se desprestigió. Pero los resultados reales siguen siendo ilusorios y vagos, dejando un sabor amargo en la boca, a pesar de la euforia", dijo Sakura Sakakibara, experto en relaciones internacionales en el Centro Mitsui de Estrategias Globales.