Empresarios venezolanos se manifiestan molestos por quedar al margen de los beneficios del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, que definen esta semana en Colombia negociadores de esos dos países junto a Ecuador y Perú, con Bolivia de observador.
Participar de este inminente acuerdo comercial "le daría a nuestro país ventajas competitivas importantes, por un acceso más libre de productos a Estados Unidos, como el que tenemos con Bolivia, Colombia y Ecuador", comentó a IPS el presidente de la comisión de asuntos internacionales de Consecomercio, Marcelo Maldonado.
El acuerdo comercial con Estados Unidos sustituirá después de 2006 a la ley de Promoción Comercial Andina y Erradicación de Drogas (Atpdea, por sus siglas en inglés), que a su vez reemplazó en 2002 el sistema de preferencias arancelarias (ATPA) con el cual Washington buscó recompensar por dos décadas los esfuerzos de Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú para erradicar los cultivos ilícitos.
Venezuela, que integra la Comunidad Andina de Naciones (CAN) con esos cuatro países, nunca formó parte de ATPA ni de Atpdea, pues no se le consideró un importante productor de droga o de su materia prima, sino un país de tránsito, y además menos necesitado de preferencias dada su condición de exportador petrolero.
Pero en la CAN existe un acuerdo para que, lo que se negocie, no afecte las normas del grupo ni intereses de los dos países que no participan directamente en la negociación, que son Bolivia, alejada de la ronda de contactos al concentrarse en su agenda doméstica, y Venezuela.
"Sin embargo, eso no ha sido consistentemente así", advirtió a IPS una fuente gubernamental del área de relaciones comerciales, que prefirió el anonimato. "La verdad es que cualquier negociación sobre un TLC involucra compromisos que inciden sobre los socios andinos", apuntó.
En lo que se refiere a la ronda de esta semana en Colombia, "sólo hemos recibido notificación de algunas cosas, muy generales, pese a que se discuten temas muy sensibles, como las normas fitosanitarias para exportaciones agrícolas o las excepciones al derecho de propiedad intelectual, para abaratar el acceso a medicamentos que necesitan nuestras poblaciones", agregó la fuente.
Se trata de una preocupación omnipresente. Urge debatir el tema de los medicamentos, pues "no podemos llegar al final a negociar la apertura de mercados contra los derechos de los ciudadanos a la salud", dijo el delegado colombiano Germán Velásquez en la XII ronda de negociaciones del TLC, que se celebra del lunes a este viernes en la caribeña ciudad colombiana de Cartagena de Indias.
Junto con los contenidos está el factor tiempo: los negociadores buscan acuerdos rápidos para dejar listo el TLC, que despierta oposición en sectores sociales como sindicatos obreros y comunidades indígenas, debido a que 2006, último año del Atpea, habrá elecciones en los países andinos signatarios.
La prisa supone un esfuerzo adicional en la recta final de las negociaciones, que el representante colombiano Hernando Gómez comparó con la etapa Alpe d'Huez en la Vuelta Ciclística de Francia, que tiene un recorrido de 250 kilómetros planos y 30 de subida.
"Nos falta la etapa dura donde el que no tenga suficiente energía no llega arriba", dijo Gómez, quien reconoció nuevamente que los temas de agricultura y propiedad intelectual son los más difíciles y requieren de una negociación cuidadosa.
Mientras los socios se sumergen en esas tratativas, Venezuela sólo ve pasar ese tren "porque nuestro gobierno, infelizmente, no está interesado en aprovechar de alguna manera las inmensas ventajas que nos ofrecería un TLC con Estados Unidos, sino que le opone el proyecto ALBA (Alternativa Bolivariana de las Américas) del que todo se ignora", deploró Maldonado.
ALBA es una iniciativa lanzada hace más de un año por el presidente venezolano, Hugo Chávez, para oponerla a la negociación del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) que impulsa Estados Unidos desde mediados de los años 90 y de la cual está excluida Cuba.
Hasta ahora sólo Caracas y la Habana han adoptado la Alternativa como paraguas para sus acuerdos de cooperación económica y social, aunque el pasado agosto estos dos gobiernos y los de 13 países caribeños bautizaron como ALBA-Caribe un fondo de desarrollo para el área que financiará Venezuela.
"Un TLC le daría a nuestras exportaciones ventajas importantes, en ramos en los que contamos con ventajas competitivas, como ciertas manufacturas, el cemento o productos agrícolas. Hace una década, 70 por ciento de los mangos consumidos en Estados Unidos provenían de Venezuela", comentó Maldonado.
Más de la mitad de las exportaciones totales andinas a Estados Unidos se originan en Venezuela, según estadísticas del Departamento de Comercio del país del norte, pero ello es debido al peso del petróleo y sus derivados en ese intercambio, sector que está fuera de consideración en los tratados comerciales.
De los más de 40.000 millones de dólares que Estados Unidos compró a los países de la CAN en 2004, 25.000 millones correspondieron a Venezuela, pero 22.500 millones consistieron en facturas de petróleo y derivados, así como 900 millones en aluminio, hierro y acero.
Por su parte, Colombia vendió 7.200 millones de dólares, según la misma fuente, con la mitad de crudo y productos, en tanto 400 millones fueron de café y otro tanto de flores y bulbos.
También las ventas de Ecuador a Estados Unidos implican que, de los 4.000 millones de dólares exportados el año pasado, 3.000 millones fueron de productos petroleros. Perú exportó por 3.700 millones de dólares, la mitad en minerales, y Bolivia por 260 millones, 70 millones de los cuales 70 millones fueron minerales y 30 millones en maderas.
Esta característica del intercambio explica el interés del sector privado por incrementar su participación con exportaciones no tradicionales, de productos agroindustriales y manufacturas, principalmente.
Estados Unidos "es un país muy proteccionista de su agricultura e industria", observó Maldonado, "y por eso queremos negociaciones que nos abran mercados".
"Además, respaldamos al secretario general de la CAN, el peruano Allan Wagner, cuando preconiza una asociación con Washington que permita fortalecer la democracia, luchar contra el crimen y aprovechar las oportunidades que ofrece el libre comercio".