China es la gran triunfadora en la negociación con Estados Unidos, Japón, Rusia y las dos Coreas que enfrió el programa nuclear de Corea del Norte. Beijing considera haber dado un golpe diplomático que eleva su relevancia política en Asia oriental y más allá.
Analistas chinos atribuyen la victoria al hecho de Estados Unidos se retractó de viejas demandas unilaterales. China argumentó para eso que la admisión de intereses multilaterales redundaría en beneficios aunque, también, en nuevas y aun más arduas negociaciones.
Desde el punto de vista bilateral, Beijing cree que el diálogo permitió que Washington "respetara las diferencias", principio político considerado esencial en la compleja relación entre estas dos potencias mundiales.
"Lograr que Estados Unidos acuerde 'respetar las diferencias existentes' es un gran éxito diplomático para China", argumentó Yan Xuetong, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Quinghua.
"Buscar una base común" es un modo de conducir negociaciones diplomáticas. "Reservar las diferencias" es otra. Y, para China, fue un gran golpe lograr que Estados Unidos reconociera las diferencias con su contraparte, explicó Yan.
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Durante años, China ha afirmado que sigue un camino individual hacia el desarrollo y que los valores universales de democracia y libertad, defendidos por Estados Unidos, no pueden aplicarse ciegamente en su sociedad.
Beijing defiende su sistema político y de derechos humanos, fuertemente atacado por Occidente, con el argumento de que el avance en materia de desarrollo económico elevó la calidad de vida del pueblo chino.
"Buscar una base común al mismo tiempo que se reservan las diferencias" es uno de los principios angulares de la política exterior china. Hasta ahora, el régimen ha tenido poco éxito en su aplicación.
El acuerdo firmado el 19 de este mes por las seis partes en las negociaciones sobre el programa nuclear de Corea del Norte la semana pasada fue el primer logro de esta política, según analistas chinos.
Los delegados de Beijing lograron convencer a estadounidenses, japoneses, surcoreanos y rusos de manifestar en la declaración conjunta "respeto" por la "soberanía y derecho" de Pyongyang al "uso pacífico de la energía nuclear".
Las partes se comprometieron a brindar "cooperación económica" en materia de comercio e inversiones a Corea del Norte, y a "discutir en el momento apropiado el suministro de un reactor de agua liviana" a ese país.
A cambio, el régimen norcoreano acordó desmantelar su programa nuclear bélico y las armas que pudiera poseer, abandonar los esfuerzos para construir otras nuevas y admitir de nuevo inspecciones internacionales en sus instalaciones.
Hasta China admite que el borrador de acuerdo preliminar a las negociaciones no decía nada sobre cuándo y bajo qué condiciones Corea del Norte debería cumplir con esas obligaciones.
Pero el acuerdo "aún contiene algunos términos abstractos, genéricos e inexactos", dijo al diario China Daily el experto Pang Zhongying, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Tianjin Nankai. "Cada párrafo es objeto de interpretación por cada parte, lo cual podría ser la semilla de futuras disputas."
Apenas un día después de la firma del convenio, como para aventar un optimismo desmedido, Pyongyang declaró que no desmantelaría su programa de armas nucleares hasta que Washington le suministrara una alternativa al reactor que hoy posee.
Pero pocos días después, suavizó esa posición, al manifestarse dispuesto a negociar con Estados Unidos e incluso proponiendo una visita del principal negociador estadounidense al país.
Los antecedentes norcoreanos en materia de acuerdos rotos pesan sobre el acuerdo alcanzado este mes. El régimen norcoreano violó el congelamiento de su programa de armas nucleares que había prometido al gobierno de Bill Clinton (1993-2001) en el Acuerdo Marco de 1994. Las actividades se mantuvieron, pero en secreto.
Por lo tanto, el éxito de China al lograr que Estados Unidos dejara de lado su "actitud militarista" ante las muchas demandas de Corea del Norte fue "destacable", según Zhu Feng, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Beijing. "Muestra autoridad diplomática y capacidad", afirmó.
"El papel de China fue bastante evidente", agregó Pang. "Creó la oportunidad para que Estados Unidos y Corea del Norte hablaran directamente y en un marco multilateral, dentro del cual ambos países realizaron intercambios directos."
"La aprobación de la declaración conjunta elevó la reputación internacional de Beijing", concluyó el experto.
Yan Xuetong consideró que el acuerdo demuestra "la disposición de China a cumplir obligaciones políticas internacionales propias de gran país", explicitada en el discurso del presidente Hu Jintao ante la Asamblea General de la ONU.
Con su imagen fortalecida tras el acuerdo del día 19, Beijing no evitó rechazar las críticas a su sistema político formuladas por el subsecretario de Estado (vicecanciller) estadounidense Robert Zoellick. Y en ese caso también apeló al "respeto por las diferencias existentes".
En respuesta al llamado de Zoellick a Beijing para adoptar un sistema de gobierno abierto y democrático, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Qin Gang, le sugirió, en términos diplomáticos, que se ocupara de sus propios asuntos.
"Los asuntos internos deberían ser manejados por el gobierno y el pueblo de cada país. Deberíamos repsetar el derecho de otro país a elegir su propio camino al desarrollo", sentenció Quin.