AMÉRICA LATINA: Mujeres tan educadas como discriminadas

Una de las pocas metas de la ONU para el mileno ya cumplidas en América Latina y el Caribe es la de igualdad de género en el acceso a la educación, pero ello no se refleja en mejores oportunidades laborales para las mujeres, que siguen con salarios más bajos que los hombres para igual función.

En correlación con los índices demográficos, hay más niñas que niños matriculados en la enseñanza primaria y secundaria en casi todos los países de la región, así como también hay más mujeres que hombres en la educación superior o terciaria en Argentina, Brasil, Costa Rica, Chile, El Salvador, Honduras, Jamaica, Venezuela, Trinidad y Tobago y Uruguay.

Así se subrayó en la reunión número 38 de la Mesa Directiva de la Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, que analizó específicamente los aspectos relativos a la equidad de género contenidos en los Objetivos de Desarrollo de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) para el Milenio, establecidos en septiembre de 2000.

Marta Maurás, secretaria de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), recordó en el informe central de esta reunión, realizada el 7 y 8 de este mes en la sudoriental ciudad argentina de Mar del Plata, que los salarios femeninos son entre 30 y 40 por ciento más bajos que los masculinos.

También destacó la paradoja de que la diferencia es mayor entre trabajadores y trabajadoras con más de 13 años de estudio que en los rangos inferiores de instrucción.
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En el capítulo de los Objetivos que insta a promover la igualdad de género y la autonomía de la mujer, la meta específica indica que se deben "eliminar las desigualdades entre los géneros en la enseñanza primaria y secundaria, preferiblemente para el año 2005, y en todos los niveles de la enseñanza para 2015".

Los restantes Objetivos del Milenio, fijados por los 189 países miembros entonces de la ONU, son reducir a la mitad la pobreza extrema y el hambre, lograr la enseñanza primaria universal, abatir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna, combatir el VIH/sida, el paludismo y otros males, garantizar la sustentabilidad del ambiente y fomentar una asociación mundial para el desarrollo.

Los ocho objetivos se concretan en 18 metas específicas a ser cumplidas hasta 2015 en la mayoría de los casos y medidas por 48 indicadores, todos con referencia a los niveles de 1990.

En un estudio sobre el cumplimiento en la región de estos objetivos, Cepal apuntó que en materia de educación y género se dan "desigualdades cruzadas", donde el aumento de posibilidades para las mujeres se ve contrarrestado por factores como la pobreza, la maternidad precoz y las brechas entre el campo y la ciudad.

Los diagnósticos denuncian igualmente la persistencia de paradigmas y estereotipos que, tanto en la educación como en el trabajo, legitiman los "roles" masculino y femenino, lo cual implica más exigencias y esfuerzos para las mujeres.

La socióloga Olga Martín, del estatal Instituto Nacional de la Mujer de Venezuela, dijo a IPS que aún "no se han producido transformaciones en el sistema educativo que acaben con la discriminación de género, como cambiar los roles sociales asignados a las mujeres y hombres para la construcción de un hogar democrático".

Sin esa noción de hogar democrático, la mujer se carga con una triple jornada de trabajo en el hogar, fuera de la casa y en la comunidad.

"Se debe reformar lo que los especialistas llaman el 'currículo oculto' o prácticas que no están codificadas en ninguna normativa, pero que refuerzan estereotipos de discriminación, como las prácticas deportivas, juegos de aula y patrones de conducta", señaló Martín.

Los expertos también coinciden en que en toda la región falta incorporar en los planes educativos el derecho a la salud sexual y reproductiva.

"La curva estadística indica que las mujeres conquistaron el espacio al que tienen derecho en educación. Pero hay problemas transversales aún irresueltos, como los embarazos tempranos o la pobreza. Hay miles de casos de abandono educativo por esos motivos", indicó a IPS Octavio Vélez, investigador en educación de la Universidad de las Salles, de México.

"Casi cada año y en cada curso, donde hay 30 o 35 estudiantes, la mitad mujeres, se produce un caso de deserción escolar por embarazo adolescente, no por medidas compulsivas del liceo (centro secundario), que acoge a las jovencitas embarazadas, sino por decisiones que toma la muchacha o su familia", contó a IPS la profesora venezolana Lucila Zambrano.

"También padecemos deserción porque las niñas son reclamadas para los trabajos domésticos en algunos casos, y en otros porque huyen de la casa, la zona y la ciudad, como consecuencia de violencia doméstica y también al ser víctimas de abuso sexual, a menudo por parte del padrastro", agregó esta educadora de una escuela secundaria de la empobrecida zona sudoeste de Caracas.

A pesar de esos factores adversos, "las mujeres se mantienen en igualdad de condiciones que los hombres y hasta son más aplicadas y eficientes, sobre todo en la educación primaria y secundaria", apuntó.

Paola Martínez, alumna de un colegio público de enseñanza media de México, contó a IPS sus dificultades para seguir estudiando mientras su madre trabaja en el servicio doméstico.

"Mi mamá trabaja y yo le ayudo, pero ella se esfuerza mucho y me da pena. Voy a seguir lo que más pueda (en la escuela). Quisiera ser maestra cuando termine la secundaria. Está bien que en la escuela nos den libros y otras cosas gratis. Hay que aprovechar al máximo. Eso dice mi mamá", señaló.

Las mujeres que abandonaron las clases para cuidar a hermanos más pequeños o salir a trabajar "rompen más rápidamente que los hombres la barrera de la vergüenza para volver a estudiar, pero después tienen que superar las presiones de la pareja para sostener la continuidad", advirtió a IPS Laura Velasco, coordinadora nacional de Educación Popular de la agrupación Barrios de Pie, de Argentina.

Barrios de Pie, una de las organizaciones llamadas de "piqueteros" por su modalidad de incluir en las protestas el bloque de calles, mantiene 1.300 centros de educación en 20 provincias, con un promedio de asistencia de siete adultos en cada uno, 85 por ciento de los cuales son mujeres.

Velasco destacó que las madres asisten a menudo con sus hijos y deben "improvisar guarderías o centros de apoyo escolar" para atender a los menores mientras ellas estudian.

"Una ausencia lamentable en las metas de educación y género de los Objetivos del Milenio es la atención preescolar, que en Chile y en América Latina sigue siendo muy baja y conspira contra la inserción de las madres jóvenes en la universidad o en programas de educación para adultos", dijo a IPS María José López, estudiante de Economía.

López, que es una chilena madre soltera de una niña de tres años que vive con sus padres, valoró el énfasis que los tres principales candidatos presidenciales para las elecciones de diciembre en su país, la socialista Michelle Bachellet y los derechistas Sebastián Piñera y Joaquín Lavín, pusieron la educación preescolar en sus propuestas programáticas.

La Cepal señaló en su balance que, con excepción de Guatemala y República Dominicana y la pequeña isla caribeña de Anguila, en el resto de la región la matricula femenina supera a la masculina en la secundaria, y que en el caso de la educación terciaria sólo México no alcanza la meta de igualar la inscripción femenina con la masculina.

Esta agencia regional de la ONU advirtió también que la falta de equidad persiste en el tramo de edad de seis a 12 años. Las niñas pobres de zonas urbanas de Ecuador y Guatemala registran menos asistencia a la escuela que los niños, y en las zonas rurales de Panamá y Guatemala también hay menos presencia escolar de mujeres, tanto pobres como no pobres.

En la región, sólo 55 por ciento de las adolescentes pobres y 58 por ciento de los varones en la misma condición, del tramo de 13 a 19 años, asisten a la enseñanza secundaria. Los porcentajes de deserción y repetición en este segmento son mayores en los hombres.

Lara Blanco, experta del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, informó a IPS que 45 por ciento de los matriculados en primaria en Costa Rica no continúan la secundaria, pero también explicó que las jóvenes logran compatibilizar mejor el trabajo doméstico con el estudio, mientras que los varones desertan en mayor grado para insertarse en el mercado laboral.

Este desequilibrio al revés también se da en Brasil, donde las mujeres representan 56,9 por ciento de la matrícula en la universidad, 62,9 por ciento de los graduados en la enseñanza terciaria y tienen también mayoría en los posgrados.

Esto debería corregirse desde la base, con el combate al trabajo infantil y la concesión de becas, porque probablemente los niños dejan la escuela más temprano y en mayor cantidad que las niñas para trabajar, dijo a IPS Luis Fernando Rezende, investigador del Instituto de Investigación Económica Aplicada del Ministerio de Planificación.

La "desigualdad cruzada" en el plano de la educación terciaria se da en el hecho de que los altos porcentajes de mujeres se concentran en áreas como la educación, las humanidades y las ciencias sociales, con un concurso también creciente en carreras médicas, pero siguen en minoría en matemáticas, informática, ingeniería y otras ramas afines.

En el otro extremo de la pirámide social y educacional, las desigualdades están cruzadas por la discriminación étnica, además de por la pobreza, la cuestión rural y la maternidad precoz. En Bolivia, Brasil, Ecuador, Guatemala y Panamá, el analfabetismo de las mujeres indígenas es superior al de los hombres, según el informe de Cepal.

* Con aportes de Marcela Valente (Argentina), Mario Osava (Brasil), Manuel Bermúdez (Costa Rica), Diego Cevallos (México) y Humberto Márquez (Venezuela).

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