AMBIENTE: ¿Por qué se agranda el agujero de ozono?

La capa de ozono estratosférica luce un enorme agujero sobre la Antártida por segundo año consecutivo, exponiendo a los territorios australes de Argentina y Chile a altas dosis de radiación solar ultravioleta.

El "agujero" o adelgazamiento de la capa de ozono tiene una extensión de 25 millones de kilómetros cuadrados y sigue ensanchándose, según la información satelital de la Agencia Espacial Europea. Podría ser el más grande de la historia.

Estos datos parecen contradecir los últimos anuncios acerca de que la concentración atmosférica de clorofluorocarbonos (CFC), gases agotadores del ozono, ha comenzado a declinar. De hecho, esas sustancias permanecerán en la atmósfera por muchas décadas.

Mientras, el aumento de otras sustancias agotadoras del ozono, como el agroquímico bromuro de metilo, y el uso ilegal de CFC indican que la lucha para restaurar la capa protectora de ozono está lejos de terminar.

"Pueden aparecer nuevos agujeros en los próximos 30 o 40 años", dijo a Tierramérica el meteorólogo Craig Long, del Centro de Predicción del Clima de Maryland, de la Administración Nacional Oceanográfica y Atmosférica de Estados Unidos.

"El agujero de este año sobre la Antártida alcanzará su máxima extensión a mediados de este mes", pronosticó Long. La fecha coincide con el Día Internacional para la Preservación de la Capa de Ozono, que se celebra el 16 de septiembre, a instancias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

"Gracias al Protocolo de Montreal sobre Sustancias que Agotan la Capa de Ozono, el riesgo de las radiaciones dañinas parece estar cediendo", dijo el secretario general de la ONU, Kofi Annan.

El Protocolo de Montreal, adoptado en 1987, obliga a 184 naciones que lo firmaron a eliminar el uso de CFC y de casi 100 sustancias químicas que afectan la capa de ozono, ubicada a una altitud de 15 a 30 kilómetros de la superficie terrestre y cuyo efecto es filtrar los rayos ultravioletas dañinos para la vida.

El debilitamiento de esa capa por las emisiones humanas de gases en las últimas décadas ha incrementado las radiaciones ultravioletas en todo el mundo, provocando más casos de cáncer de piel, enfermedades de la vista y otros problemas de salud en humanos y en otras especies animales y vegetales.

De acuerdo con un estudio del Centro para la Integración Estadística y la Ciencia Ambiental de la Universidad de Chicago, la declinación global de los niveles de ozono se atenuó entre 1996 y 2002.

Aunque es una buena noticia, los científicos son cautelosos. "Algunas sustancias permanecen en la atmósfera durante muchas décadas, y continúan siendo peligrosas", dijo el científico Sherwood Rowland, en un comunicado.

Rowland y sus colegas Mario Molina y Paul Crutzen ganaron en 1995 el premio Nobel de Química por su aporte en la identificación de los peligros para la capa de ozono en los años 70.

El Protocolo de Montreal permite el uso de sustancias agotadoras del ozono en situaciones críticas.

Por ejemplo, las naciones industriales debieron haber eliminado el bromuro de metilo el 1 de enero de este año. Pero los horticultores y fruticultores estadounidenses usaron en 2005 unos 20 millones de kilogramos de este plaguicida, más de lo aplicado en 2002.

Estados Unidos convenció a los países parte del Protocolo que se le permitiera utilizar 8,5 millones de kilos de bromuro de metilo en 2006, más que de lo que usará el resto del mundo rico. Sin embargo, hay alternativas a este plaguicida, económicas y fáciles de usar.

Los sustitutos de los CFC son utilizados ampliamente en todo el mundo, pero su mayor costo ha dado lugar a un mercado negro en sectores como refrigerantes de automóviles, extinguidores de fuego y solventes industriales.

Millones de kilogramos de CFC han ingresado de contrabando a Estados Unidos. Y aunque ahí está declinando, hay un problema emergente en Asia, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma). En esa región existen muchos equipos basados en CFC, pese a los compromisos asumidos por las naciones de la región.

Bajo el Protocolo de Montreal, los países en desarrollo acordaron reducir en 50 por ciento el consumo de CFC para enero de 2005 y eliminarlo apenas en enero de 2010.

Esto ha conducido a un aumento del contrabando, sostuvo un informe del Pnuma divulgado en enero.

Las condiciones climáticas también pueden exacerbar la desaparición del ozono sobre las regiones polares. La zona del Ártico ha presentado pocos y más pequeños adelgazamientos que la Antártida, pero en el último invierno boreal sufrió su mayor pérdida debida al frío extremo.

Algunos expertos culpan al cambio climático.

A medida que el clima de la tierra se recalienta, la atmósfera superior se vuelve más fría en las zonas polares, creando las condiciones ideales para que sustancias como los CFC y el bromuro de metilo destruyan el ozono.

Aunque se conoce más sobre el impacto del cambio climático en el polo norte, el mismo proceso podría estar ocurriendo en la Antártida, dijo a Tierramérica Claus Zehner, de la Agencia Espacial Europea en Italia.

En definitiva, el clima local y el grado de respeto del Protocolo de Montreal determinarán que existan o no agujeros en la capa de ozono en la segunda mitad del siglo XXI, indicó Zehner.

Lo cierto es que en esta primavera austral, los habitantes de Chile y Argentina, y posiblemente los de Nueva Zelandia y Australia, necesitarán protegerse más que nunca de las radiaciones solares.

* El autor es corresponsal de IPS. Publicado originalmente el 10 de septiembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (

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