La producción mundial de clorofluorocarbonos (CFC), gases que destruyen la capa de ozono, cayó 12 por ciento el 25 de agosto, cuando México dejó de fabricarlos.
Tras un proceso de concertación entre el gobierno y el Fondo Multilateral del Protocolo de Montreal, la empresa mexicana Quimobásicos abandonó su liderazgo como la más importante productora de CFC en América Latina y el Caribe, con más de 9.000 toneladas anuales.
Así, la elaboración de CFC en México cayó a cero, la del continente americano 60 por ciento y la mundial entre 12 y 13 por ciento, señaló a Tierramérica Agustín Sánchez, coordinador de la Unidad de Protección del Ozono del gobierno de Vicente Fox.
La medida obedece a los compromisos que asumió México con el Protocolo de Montreal, instrumento internacional de 1987 que obliga a los países a eliminar, en diversas etapas, la fabricación y el consumo de las sustancias que agotan la capa de ozono.
México, como el resto del mundo en desarrollo, está obligado a eliminar el consumo y la producción de CFC en 2010. En los países desarrollados se suspendió la producción de esas sustancias en 1996.
Los CFC, que se emplean en sistemas refrigerantes y aire acondicionado, son los principales responsables de la destrucción la capa de ozono, el escudo que protege al planeta de los dañinos rayos ultravioletas.
Hay otras sustancias, como los halones (agentes de extinción de incendios) y el bromuro de metilo (un agroquímico) que producen el mismo daño, y sobre ellos también hay compromisos internacionales para su eliminación, entre 2010 y 2015.
Con la ayuda del Fondo Multilateral del Protocolo de Montreal, que destinó a México más de 76 millones de dólares entre 1997 y 2004 para promover su reconversión industrial, el país es ahora "el más avanzado del mundo en desarrollo en cumplir la meta de acabar con los CFC", dijo Sánchez.
En la producción industrial nacional, el uso de esas sustancias ha sido prácticamente eliminado y sólo resta que los viejos sistemas refrigerantes sean reconvertidos o sustituidos.
Quimobásicos, empresa asentada en la ciudad meridional de Monterrey, mantendrá 3.000 toneladas de reservas de CFC para surtir a los viejos aparatos que aún los requieren, pero en dos o tres años se agotarán esas existencias.
Sergio Lozano, director general de la compañía, dijo a Tierramérica que la firma recibió alrededor de 30 millones de dólares del Fondo Multilateral para la reconversión y sustitución de la producción de CFC por refrigerantes alternativos.
"Los CFC no tienen futuro comercial, por lo que la reconversión tenía que darse de todas maneras, y qué mejor que lo hayamos hecho ahora y no en 2010", dijo el empresario.
Sólo Argentina y Venezuela siguen fabricando esas sustancias en América Latina y el Caribe, y lo harán posiblemente hasta 2007, pero en proporciones muchos menores a las de Quimobásicos.
Con ventas en México de 1.400 toneladas de CFC en 2003 y exportaciones a América Latina y Asia por unas siete mil toneladas en ese mismo año, la firma era uno de los principales productores del mundo.
El 9 de septiembre, el gobierno de Fox y los directivos de Quimobásicos realizarán una ceremonia en la planta para declarar de manera formal que México dejó de producir CFC.
"Los compromisos de México con la protección de la capa de ozono son claros, así que Quimobásicos los asumió como suyos", dijo Lozano.
La Agencia Aeroespacial Europea informó el 30 de agosto que el llamado agujero en la capa de ozono (un afinamiento que se registra todos los años sobre el polo sur), tiene ya una extensión de 10 millones de kilómetros cuadrados, superficie similar a la del continente europeo.
Liberados a la atmósfera, gases como los CFC son transportados por las masas de aire a la estratosfera, que se encuentra a una altitud de entre 15 y 50 kilómetros, y donde se ubica la capa protectora. Allí se produce una interacción química que rompe las moléculas de ozono.
Las corrientes de aire tienden a transportar a los CFC primordialmente hacia los polos de la Tierra.
Según el mexicano Mario Molina, quien obtuvo en 1995 el Premio Nobel de Química por su descubrimiento sobre el impacto de los CFC, pasarán 20 años o más para que se verifique una recuperación sostenida de la capa de ozono.
Molina estima que se trata de un proceso que avanzará de forma irreversible gracias el Protocolo de Montreal, instrumento que es un ejemplo sobre los logros posibles en la protección ambiental internacional, según científicos.
* El autor es corresponsal de IPS. Publicado originalmente el 3 de septiembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (