Los seguidores del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ganaron 80 por ciento de los cargos disputados en los comicios locales del domingo, pero al precio de una abstención de casi 70 por ciento del electorado, un mensaje que están obligados a escuchar oficialistas y opositores.
En contraste con los millones de personas apiñadas un año atrás ante los centros de voto en el referendo sobre el mandato de Chávez, que ganó con 59 por ciento de votos, la mayoría de las 28.000 mesas que recibieron los sufragios del último domingo fueron escenarios desolados durante la jornada.
¿Cómo iba a votar si nunca he visto uno de los candidatos? No digo en mi casa o en mi calle, sino ni siquiera en un afiche pegado en la esquina, dijo a IPS Marina Crespo, quien se identificó como votante de la parroquia (pequeña división administrativa) El Valle de Caracas, mientras compraba en una panadería a la hora de cierre de las mesas.
Su parroquia es parte del municipio Libertador, donde viven dos de cada tres caraqueños, que tiene centenares de barriadas populares y es un bastión del chavismo, pero la abstención, de 79,4 por ciento, fue aquí la más alta del país.
Escrutados más de 90 por ciento de las mesas, el promedio nacional de abstención fue de 69,18 por ciento, informó el presidente del Consejo Electoral, Jorge Rodríguez.
[related_articles]
Sufragaron 4,3 millones de los 14,3 millones de electores habilitados.
Se escogieron 5.596 miembros de los concejos municipales y juntas parroquiales, y además el gobernador del estado de Amazonas, en el extremo sur del país, y dos alcaldes en municipios de provincia que estaban acéfalos.
William Lara, coordinador del Movimiento V República (MVR), el partido de Chávez, dijo que su organización consiguió 58 por ciento de los 2.389 concejales elegidos el domingo, y en conjunto con otras fuerzas oficialistas tiene ya 80 por ciento de los cargos que se disputaron.
No hay una relación directa entre puestos y votos registrados, porque los cargos se eligen con un sistema mixto nominal y por listas que pueden ser copadas por una alianza, como la oficialista, y capturar por ejemplo todos los concejales de un municipio con apenas la mitad o menos de los votos populares.
Como en las elecciones de gobernadores de octubre de 2004, en el petrolero estado de Zulia, en el oeste, y en la caribeña isla de Margarita, noreste, triunfaron los candidatos de oposición, pero el resto del país se tiñó nuevamente de rojo, color del chavismo.
Fue una victoria aplastante de las fuerzas bolivarianas, declaró Chávez, y respecto de la elevada abstención comentó que el voto ahora no es obligatorio, como sí lo era antes de la Constitución que él impulsó en 1999, y por eso los abstencionistas no pueden cantar victoria. La victoria es de los que ganaron, aseveró.
El árbitro Rodríguez, el vicepresidente José Vicente Rangel y el resto del liderazgo oficialista destacaron que históricamente, tanto en Venezuela como en el resto del mundo, las elecciones locales concitan un interés mucho menor que el de comicios con el poder nacional en juego, como presidenciales o parlamentarios.
Pero el veterano político izquierdista Guillermo García Ponce, director del diario chavista Vea, advirtió que ese argumento no debería servir de consuelo al movimiento bolivariano.
Enfrentado nuestro movimiento a la agresión intervencionista del gobierno de (el presidente estadounidense, George W.) Bush y convocado a construir el socialismo del siglo XXI, había suficiente motivación para concurrir a las elecciones municipales y parroquiales, observó García Ponce.
Chávez mantiene un recio enfrentamiento político y diplomático con Washington, a cuyo gobierno acusa de elaborar planes para invadir Venezuela e incluso para asesinarlo, y ha convocado a construir el socialismo del siglo XXI en su país, una idea que según encuestadoras acogen entre 20 y 40 por ciento de venezolanos.
Más en concreto, las misiones (programas sociales) lanzadas por Chávez, y que han beneficiado a millones de familias con alimentos baratos, atención médica primaria, educación de adultos y créditos a cooperativas, dan un soporte social y político al chavismo que no se tradujo en la concurrencia a las urnas.
La indiferencia de los votantes también contrasta con las previsiones de la Constitución que Chávez pregona constantemente, de dejar atrás la democracia sólo representativa y pasar a un democracia social, participativa y protagónica.
Falta espíritu crítico y autocrítico de la dirigencia, se lamentó García Ponce. Los partidos políticos chavistas carecen de profundidad organizativa. Son organizaciones de dirigentes y cuadros, pero no tienen capacidad de movilización efectiva, apuntó.
Este martes, centenares de simpatizantes del Movimiento Tupamaro, pequeña organización de extrema izquierda que apoya a Chávez y tiene núcleos en importantes barriadas populares, bloquearon un nudo vial en el este de Caracas denunciando fraude electrónico.
Según los tupamaros, la junta electoral local habría torcido resultados para favorecer a candidatos del MVR en detrimento de los suyos. Denuncias similares han hecho simpatizantes del chavismo que no pertenecen al partido en otros municipios del país.
Manuel Marín, secretario de organización del partido socialdemócrata Acción Democrática, principal de la oposición, dijo que a pesar de su poderío, este gobierno de sordos no movilizó a sus electores, y la abstención real trepó a 77 por ciento.
El chavismo es derrotable. La abstención demuestra que el poder de convocatoria del presidente Chávez es un mito, se entusiasmó Gerardo Blyde, secretario general del novel partido de centroderecha Primero Justicia.
En cambio, Andrés Velásquez, líder del pequeño partido de centroizquierda Causa Radical, dijo a IPS que claramente fue una victoria chavista, si tienen ocho de cada diez cargos. En la oposición debemos reconsiderar nuestras estrategias.
Para el analista político opositor Manuel Felipe Sierra con la abstención se hizo sentir la voz del silencio. La gente no confía en el Consejo Electoral, y el chavismo hace ostensible su debilidad para impulsar la propuesta revolucionaria.
Otro analista, Eleazar Díaz Rangel, inclinado hacia el oficialismo, estimó que la gran perjudicada con la abstención fue la oposición, pues igual que en las regionales de octubre, un significativo porcentaje de quienes no votaron son de los cuatro millones que lo hicieron en el referendo (de hace un año) por el Sí (remover a Chávez).
Están pagando su prédica de fraude, sentenció Díaz Rangel, en referencia a las denuncias opositoras sobre irregularidades en esas consultas.