El magnate Tom Monaghan confía en que el poblado católico que construye en Florida sea la semilla de otros muchos en todo el territorio de Estados Unidos, tal vez no tantos como las 5.000 filiales de la cadena de pizzerías que fundó, Domino's Pizza.
A fines de marzo, en la reunión anual de la Conferencia de Hombres Católicos de Boston, Monaghan informó sobre el avance de las obras de la Universidad Ave Maria, primer instituto educativo superior católico construido en Estados Unidos en los últimos 40 años.
La primera fase, a un costo de 240 millones de dólares, se concentra en el Oratorio de Ave María, una iglesia de 5.400 metros cuadrados con arcos de aluminio y vidrio y el crucifijo en vitral más grande del país, con un Jesucristo sangrante de casi 20 metros de altura.
Será la iglesia católica de asientos fijos más grande del país, con espacio para más de 3.000 personas. Y será obra de este importante filántropo conservador y pionero del negocio de la pizza a domicilio.
Los estudiantes de la Universidad Ave María, en el sudoeste del estado de Florida, cerca de la ciudad de Naples, son seleccionados entre los de más altas calificaciones, dijo Monaghan.
Los recintos de dormitorios son separados para hombres y mujeres, y al menos la cuarta parte de los profesores son sacerdotes.
Pero más noticias impactantes esperaban a los 2.000 varones católicos y 80 sacerdotes reunidos en Boston: alrededor de la Universidad, Monaghan planea construir un poblado al que denominó Ave Maria.
Controlaremos todos los bienes raíces, de modo que no habrá allí ningún artículo pornográfico en venta. Controlaremos el sistema de televisión por cable. Las farmacias no podrán vender condones ni anticonceptivos, sentenció el magnate.
La Universidad y el poblado son descriptos en el sitio web de Ave Maria como una nueva comunidad de calidad sin concesiones y oportunidades sin límite. Pero la página en Internet no hace referencia a la misión religiosa del proyecto inmobiliario.
Los objetivos del plan se magnificaron desde que Monaghan los concibió en 2002. Su Fundación Ave Maria sumó para su desarrollo a la empresa constructora Barron Collier Companies, que donó el terreno para el proyecto.
El complejo, ubicado a menos de 50 kilómetros de Naples y las playas del condado de Collier, es una comunidad visionaria con un fuerte compromiso con la preservación de los importantes recursos ambientales del área así como con su legado rural y agrícola, indica el sitio web,
La primera fase del proyecto quedará inaugurada en 2007, y para 2016 el poblado y la universidad tendrán, según las provisiones, una población de 30.000 personas.
La peripecia personal de Monaghan es fuente de inspiración para muchos. Su padre murió la Navidad en que él tenía cuatro años, y pasó buena parte de su niñez y adolescencia en un orfanato católico y en hogares sustitutos.
Luego, ingresó al seminario, pero pronto se dio cuenta de que, a pesar de su profunda fe, carecía de vocación por el sacerdocio.
Después de concluir el ciclo de enseñanza media y de trabajar repartiendo periódicos y acomodando bolos en las salas de boliche, Monaghan pasó una temporada en la universidad de su natal estado de Michigan pero no terminó los cursos, pues se unió a los infantes de Marina (marines).
Pero en 1960, Tom Monaghan y su hermano James compraron por 900 dólares un local en Ypsilanti, Michigan, llamado Dominick's Pizza. El nombre trocó por Domino's Pizza cuando Tom Monaghan se convirtió en su único propietario.
Con el paso de los años, Domino's Pizza evolucionó hasta ocupar el segundo lugar entre las cadenas de pizzerías del mundo detrás de Pizza Hut, entre otras razones por soluciones novedosas como las cajas de cartón corrugado para el envío de su producto.
Hoy, la cadena cuenta con más de 7.000 filiales en medio centenar de países. Sus ventas en 2003 sumaron 4.000 millones de dólares.
Pero en 1998, Monaghan vendió sus intereses en Domino's Pizza a la firma Bain Capital por unos 1.000 millones de dólares para dedicarse de lleno a la filantropía.
En 1983, Monaghan había creado la Fundación Mater Christi, que pronto pasó a llamarse Fundación Ave María. En las últimas dos décadas, ha apoyado iniciativas contra el aborto, por la enseñanza religiosa y varias organizaciones caritativas católicas.
También participó en el financiamiento de la campaña de senadores ultraconservadores del gobernante Partido Republicano, como Sam Brownback, Tom Coburn y Rick Santorum.
Para fines de 2004, Monaghan ya había donado a distintas causas 450 millones de su fortuna de 950 millones, según la revista Business Week.
El éxito del proyecto Ave Maria es atribuible, en parte, al padre Joseph Fessio, la principal autoridad religiosa de la Universidad. Fessio ha cultivado una estrecha relación con el papa Benedicto XVI, desde que era el cardenal Joseph Ratzinger.
La editorial de San Francisco que fundó y dirige el sacerdote, Ignatius Press, tiene el privilegio de la publicación de las obras de Ratzinger en inglés. La revista Time incluyó a Fessio dentro del círculo íntimo del nuevo papa.
Por otra parte, integra el grupo de religiosos que han urgido a la Iglesia a censurar, y a los votantes a rechazar, a cualquier candidato católico a un cargo político que contradiga las posiciones de la Iglesia sobre el aborto.
Pero el sacerdote es más pragmático al referirse al poblado Ave María, pues ha considerado que sus constructores tendrán la última palabra en la definición de su carácter.
No importa cuáles sean los deseos personales de Tom o los de cualquier otro, el pueblo será abierto a todos, afirmó Fessio.
Otros católicos ven la concepción de Monaghan con inquietud. La idea de crear, en una sociedad pluralista, un poblado sólo para los que profesan una religión es muy perturbadora, dijo a IPS Frances Kissling, presidenta de Católicas por el Derecho a Elegir.
Además de cantidad de cuestiones legales, habría toda clase de problemas en relación con la educación y el cuidado de la salud, según Kissling, cuya organización está comprometida con los derechos femeninos y la salud reproductiva.
¿Debería el dinero del fisco ser empleado para apoyar escuelas privadas? ¿Qué sucederá con los servicios de salud reproductiva? ¿Las farmacias venderán productos anticonceptivos? ¿Podrán los residentes tomar decisiones sobre su salud que puedan entrar en conflicto con las enseñanzas de la Iglesia?, preguntó, en diálogo telefónico desde Alemania.
Desde una perspectiva humana y católica, no creo que sea buena idea que los seres humanos se aíslen de la diversidad y las diferencias, agregó Kissling.
Los católicos debemos aprender a tolerar el hecho de que hay otras religiones, así como no creyentes, y que la interacción de culturas nos ayuda a ser miembros más productivos de una sociedad. Un pueblo sólo para católicos va en contra de eso, totalmente, afirmó.
¿Un católico conservador no tiene, acaso, valores suficientemente fuertes como para vivir en una sociedad pluralista sin temor? La interacción de niños y niñas con pares de otras religiones y culturas sólo puede enriquecer su catolicismo, concluyó.
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(*) Bill Berkowitz es un connotado observador del movimiento conservador estadounidense. Publica periódicamente la columna Conservative Watch en la revista electrónica WorkingForChange.org.