El «Comité para la diversión pagana» nació al compás de la católica Jornada Mundial de la Juventud, pero para cuestionarla. Lo integran personas e instituciones que reclaman la creación de «zonas libres de religión».
La ciudad alemana de Colonia se ve esta semana invadida por la expresividad de cientos de miles de jóvenes católicos llegados desde todo el mundo, que ocupan literalmente cada espacio público, con motivo de la Jornada Mundial iniciada el martes y a la que asiste el papa Benedicto XVI.
Artistas, psicólogos, filósofos, pacifistas, ateos y personas sin identidad religiosa que forman parte del Comité, organizan procesiones contrarias a la Jornada, que se extenderá hasta este domingo, y cuestionan que un credo particular haya cooptado esta ciudad a orillas del Rin y, en menor medida, las cercanas Dusseldorf y Bonn, en el oeste del país.
"Colonia se ve plagada de un ejército de santurrones", dijo a IPS el filósofo, teólogo y portavoz del Comité, Michael Schmidt Salomon. "Con nuestras zonas libres de religión, queremos ofrecer asilo a todos aquellos que se sientan perseguidos por esta santería fomentada desde el Estado", agrega.
Respecto de las razones de la iniciativa, Schmidt Salomón afirma que "una gran parte de los conflictos y de las guerras en todo el mundo están motivados por la religión, o bien son intensificados con propaganda religiosa. Antes, el movimiento pacifista luchaba por zonas libres de armas atómicas, hoy resulta conveniente luchar también por zonas libres de religión".
Forman parte del Comité la Fundación Giordano Bruno y la Liga internacional de ateos y personas sin religión.
El Comité no está en contra del catolicismo, pero sostiene que, en todo caso, la religión debe ser una cuestión privada. Reclama una separación efectiva entre Estado e Iglesia y critica especialmente los aportes estatales millonarios con que se ha financiado este encuentro juvenil anual, instaurado en 1985 por el fallecido papa Juan Pablo II.
La vigésima Jornada costará cerca de 100 millones de euros, de los cuales, alrededor de 15 millones provienen de arcas estatales y supraestatales. El estado federal aportó 7,5 millones de euros, tres millones corren por cuenta del occidental estado de Renania del Norte-Westfalia, y 1,2 millones de la Unión Europea. La ciudad de Colonia ha aportado tres millones en obras de infraestructura.
Sólo un tercio de los 82 millones de personas que viven en Alemania se reconoce como católico. Otro tercio profesa el protestantismo, y el tercio restante se declara sin religión.
"Nos preguntamos por qué quienes no tienen una confesión religiosa deben subvencionar este espectáculo católico. Los no creyentes que pagan sus impuestos se ven obligados a cofinanciar un acto de propaganda católica", sostiene Schmidt Salomón.
"Con 100 millones de euros podrían pagarse durante un año subsidios de desempleo a 23.000 personas", agrega.
El Comité para la diversión pagana reserva también sus críticas para los medios de comunicación. La mayoría informa de la Jornada de modo acrítico y en exceso, señala.
"Los medios alemanes se han transformado en un clon de Radio Vaticano", se quejan los organizadores del Comité.
"Es como si de pronto a todos nos interesara saber algo sobre la Iglesia y su Jornada las 24 horas del día. Imposible escuchar la radio o ver la televisión sin que se hable casi con exclusividad de este tema", dijo a IPS Katrin, una estudiante consustanciada con los objetivos del Comité.
"La Iglesia es un dinosaurio viejo y arrugado, pasado de moda", sostenía esta semana el escultor Jacques Tilly, al presentar su obra, un "dinomóvil", similar a los carros que desfilan por las calles de Colonia en carnaval, en el que se destacan un gran dinosaurio coronado y un grupo de ovejas, en alusión a la organización eclesial y a los fieles.
"No pretendo ofender a ningún cristiano, pero quiero mostrar que nosotros también existimos", afirmó Tilly, famoso por sus trabajos cargados de ironía.
Durante todos los días de la Jornada, el Comité convoca a la "Procesión de las Almas Libres", una marcha por el centro de la ciudad presidida por el particular artefacto móvil, que a su paso cosecha muestras de adhesión e insultos encolerizados.
"De nada vale tapar el sol con las manos, es una realidad indiscutible que cada vez menos personas se sienten representadas por la institución Iglesia, aunque algunas de ellas crean en Dios", argumentaba uno de los observadores, Klaus, entrado en años.
De hecho, esta semana se publicaron cifras oficiales de Renania del Norte – Westfalia que dan cuenta del decreciente número de fieles de la Iglesia de Roma en este estado, uno de los de mayor tradición católica del país y al que pertenecen las tres ciudades en las que se concentra la Jornada.
La Iglesia Católica perdió 61.000 miembros en este estado durante el año 2003, algo menos de uno por ciento de los fieles. La tendencia se repite en el resto del país y se agudiza en algunas zonas.
"En los últimos 30 años, el Obispado de Colonia ha perdido 200.000 creyentes", reconoció el arzobispo de la ciudad, cardenal Joachim Meisner, de tendencia conservadora.
"Yo ya hice el trámite para salir de la Iglesia, no voy a seguir apoyando causas que no comparto", dijo a IPS el joven Sven, profesor de historia.
En Alemania, los fieles aportan de manera automática una proporción de sus ingresos al credo que profesan, siguiendo la tradición del diezmo. Por eso, quien se aparta de su religión debe darse oficialmente de baja para poner fin a las contribuciones.
Las actividades del Comité incluyen proyección de filmes, reuniones, conferencias y recitales en las tres ciudades.
Mientras, este viernes Benedicto XVI condenó en su tierra natal el antisemitismo como una "demencial ideología racista de matriz neopagana", luego de haber dirigido su palabra el jueves a un impresionante auditorio de casi medio millón de personas procedentes de más de 100 países.
El entusiasmo, las banderas y las canciones que inundan la zona no han acallado, sin embargo, las diferencias que algunos jóvenes creyentes mantienen con ciertos dictados de la Iglesia, en particular los referidos a la prohibición del uso del condón, al papel secundario de la mujer en la estructura eclesiástica y al no reconocimiento de la homosexualidad.