LITERATURA-VENEZUELA: Rómulo Gallegos para el más joven

La polémica política tampoco faltó esta vez a la entrega en Venezuela del premio internacional de novela Rómulo Gallegos, al que se hizo acreedor el español Isaac Rosa por su obra ”El vano ayer”, en la que propone ”una relectura” de la época del franquismo en su país.

El jurado fue blanco de críticas de opositores al gobierno venezolano de Hugo Chávez desde hace un mes, cuando se conoció que Rosa era el destinatario de los 100.000 dólares con que este país premia a la mejor novela escrita en castellano.

El literato español, que con sus 30 años se constituyó tras la entrega de este martes en el más joven de los ganadores, se le endilga haber sido elegido por sus simpatías izquierdistas pese a que los mismos críticos valoran su obra como brillante.

Un debate político que acompaña al Rómulo Gallegos desde su primera edición en 1967 ganada por la obra ”La casa verde” del peruano Mario Vargas Llosa, entonces un joven escritor de 31 años y ferviente partidario de la revolución cubana encabezada por Fidel Castro.

Este galardón se ha otorgado 14 veces y en sus primeras ediciones reconoció a escritores luego consagrados por el llamado boom latinoamericano, como el propio Vargas Llosa, el colombiano Gabriel García Márquez, que ganó a los 44 años en 1972 con ”Cien años de soledad”, y el mexicano Carlos Fuentes, que lo hizo en la siguiente edición de 1977 con ”Terra nostra”.

El escritor premiado más viejo fue el hoy fallecido Arturo Uslar Pietri, de Venezuela, quien a la edad de 86 años triunfó en 1991 con ”La visita en el tiempo”.

”Soy más joven que Vargas Llosa cuando recibió el premio y no sé si mi carrera será más fructífera que la de él”, dijo Rosa a periodistas poco antes de recibir este martes el galardón, ”pero, como se ha confirmado, este no es un premio a un autor sino a una novela”.

”El vano ayer” es la obra ”de un lector insatisfecho” con lo que ha leído sobre la dictadura de Francisco Franco, de 1939 a 1975, ”y propone una relectura, porque hay elementos de ese período que están presentes en la actual situación política, económica, social y cultural de España”, dijo Rosa.

Cuando el 8 de julio escogió su novela como ganadora, el jurado dijo que la obra ”conjuga historia, juego e imaginación, construyendo la novela como posibilidad para desmontar la época del autoritarismo franquista, que estremeció al mundo con sus complejidades, violencias y falsificaciones”..

En la novela, ambientada en los años 60, la desaparición de un estudiante sale a la luz en medio del incidente que provoca la desaparición de un profesor, en plena agitación universitaria. Entonces, los testimonios de reprimidos y represores, víctimas y beneficiarios del régimen, ambientan una controversia sobre la memoria, que envuelve al autor y al lector.

”Es una novela muy rica. Hay un examen de la dictadura de Francisco Franco, pero no la repetición de cosas que ya sabemos, sino mostrando cómo es la vida bajo una dictadura en la que la prensa está amordazada y desconfías hasta de tu hermano”, comentó el jurado y crítico chileno Nelson Osorio.

El tribunal literario lo integraron Osorio, el cubano Antón Arrufat, el ecuatoriano Jorge Adoum y los venezolanos Cósimo Mandrillo y Alberto Rodríguez. Tres votaron por la obra de Rosa y dos lo hicieron por ”Fumando espero”, del cubano Jorge Ángel Pérez.

La decisión dividida ”lejos de desvirtuar el galardón, refuerza la idea de que compitieron muchas obras de gran valor” entre las 203 editadas en los últimos dos años y que fueron enviadas al concurso, dijo Mandrillo a IPS.

Osorio acotó que ”la novela en lengua castellana está en un buen momento. El jurado escogió la que encontró mejor en este momento, pero el juicio de la historia puede ser otro”.

Sin esperar ese juicio de la historia, el mundillo literario venezolano se ha agitado con severas críticas a la decisión del jurado, no por la calidad de la novela sino por una supuesta intencionalidad política a favor del gobierno de Chávez.

Gustavo Guerrero, crítico venezolano radicado en Francia, publicó en el diario español El País una requisitoria contra la decisión del jurado, bautizándola ”réquiem para un premio”, pues cree que se escogió a Rosa, más que por sus méritos literarios, por simpatizar con el gobierno de Castro en Cuba, aliado político de Chávez.

La obra de Rosa ”sin llegar al extremo de decir que es una obra necesaria, nada me impide reconocer que me pareció brillante”, apuntó Guerrero, pero ”si es verdad que otro jurado habría podido darle el premio, este de los cinco incondicionales no podía no dárselo”, para asegurar el triunfo de una ideología y de quienes la apoyan.

Sostuvo que Caracas y La Habana debieron irritarse cuando el ganador de la edición anterior (2003), el colombiano Fernando Vallejo con ”El desbarrancadero”, recibió el premio con un discurso según el cual el libertador americano Simón Bolívar y la independencia de España fueron males y además donó el efectivo a una institución que brinda cobijo a perros y gatos callejeros.

Rosa replicó en el mismo medio que ”nadie me ha pedido cuenta de mi afiliación política, ni de mi opinión sobre Cuba, ni antes ni después de la concesión del premio”. Reconoció, asimismo, que firmó junto a cientos de intelectuales de todo el mundo un manifiesto de rechazo a la política de Washington respecto de La Habana.

Guerrero ”quizás sólo ha querido dar una nueva bofetada al gobierno venezolano, en la mejilla que tenía más a su alcance, la del jurado, o la de un joven escritor cuyo anonimato internacional hace increíble la teoría conspirativa que propone”, respondió Rosa.

”Desde hace algunos años, todo lo que tiene que ver con Venezuela provoca nerviosismo en muchos; más aún desde la última victoria electoral de Chávez, avalada por los observadores internacionales”, agregó.

El director del estatal Centro de Estudios Rómulo Gallegos, Roberto Hernández, criticó a Guerrero como ”caso de epilepsia mental de nuestros intelectuales de ultraderecha: curioso que un jurado 'sin calificación literaria' que elige una obra 'brillante' que cualquier otro jurado hubiera favorecido”, ironizó.

A su vez, el escritor mexicano Christopher Domínguez tomó turno para criticar el galardón a Rosa, porque ”el régimen militar venezolano, asesorado por el castrismo en esas maniobras de captación y propaganda, decidió poner fin a la latosa independencia del premio”, según asentó en un artículo en el diario La Jornada, de su país.

En Caracas, Rosa dijo que esa polémica ”tiene poco recorrido y poca vida”, y a los periodistas que le interrogaban sobre el tema devolvió la pelota sagazmente: ”Mi conocimiento sobre Venezuela no me llega ni para un cuento. Eso es cuestión de los autores venezolanos, estoy seguro de que los hay muy preparados”.

Pero la polémica política no es novedosa para el premio Rómulo Gallegos. Vargas Llosa, quien simpatizaba con el castrismo cuando recibió el primer galardón, hizo entonces un discurso favorable a Cuba, para decepción de sus anfitriones del gobierno del socialdemócrata Raúl Leoni (1964-1969).

Rosa recibió el premio —dinero, una medalla de oro y un diploma— de manos del vicepresidente de Venezuela, José Vicente Rangel, en la Casa de Rómulo Gallegos (1884-1969) de esta capital, construida sobre una antigua residencia del autor de ”Doña Bárbara” (1929) y en cuyo homenaje este galardón lleva su nombre.

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