Son las tres de la tarde de un día hábil en esta pequeña ciudad, 110 kilómetros al sur de Kuala Lumpur. Hafsiah, de nueve años, y su hermano Badrul, de 12, suben corriendo las escaleras y entran a un aula llena de estudiantes de inglés.
Muchos llevan todavía su uniforme escolar, porque no han tenido tiempo de cambiarse. La escena es común en estos días en zonas rurales de Malasia, dominadas por la originaria etnia malaya.
El inglés, antes considerado el idioma del colonialismo, es visto ahora como el pasaporte al éxito en el mundo moderno, en reemplazo de los estudios islámicos y científicos. Malasia fue colonia británica hasta 1957.
"Mis padres dicen que el inglés es la llave del futuro y que debo dominarlo", dijo Hafsiah a IPS después de su clase. "Pero es tan difícil", agregó.
Muchos atribuyen las dificultades de los malayos para competir en un mundo en rápida globalización a la ignorancia del inglés de la anterior generación y al hecho de haber dado la espalda a ese idioma en la década de 1970, en una ola de nacionalismo.
Los malayos son poco más de la mitad de los 23 millones de habitantes de Malasia. La minoría de origen chino, económicamente dominante, constituye 22 por ciento de la población y está concentrada en los centros urbanos, donde la lengua inglesa ha sobrevivido. Los indios, que forman otro siete por ciento de la población, también viven en su mayoría en las ciudades.
El frenesí por el inglés en las zonas rurales de Malasia es evidente, y sólo queda en segundo lugar después de la pasión por el fútbol inglés y el popular concurso del "Ídolo malasio".
Los signos de ese frenesí están en todas partes. Volúmenes de gramática inglesa se apilan en las librerías, incluyendo reediciones o volúmenes viejos de los años 60, cuando el inglés tenía aún un estatus más elevado.
La enseñanza de inglés se multiplica en comercios, escuelas y hogares, y en cualquier parte donde haya espacio disponible.
Los diarios promocionan la lengua distribuyendo copias gratuitas de libros, y las empresas donan millones de dólares y patrocinan escuelas enteras para que los estudiantes puedan aprender inglés.
"No deberíamos avergonzarnos de decir que el inglés es un idioma malasio", dijo el ministro de Educación, Hishammuddin Hussein, mientras lanzaba un nuevo programa de becas de estudio de la lengua para 290 escuelas rurales y semi-urbanas.
El inglés puede haber sido el idioma de los colonizadores, dijo Hussein, "pero también fue el idioma que nuestros padres fundadores adquirieron, el que llevaron a Londres y regresaron como dueños de su propia tierra".
Hussein consideró de importancia oficial la campaña para recuperar la excelencia en una lengua que, en la era poscolonial, parece haber prosperado en todo el mundo, en lugar de declinar.
Mientras el nacionalismo malayo estuvo en ascenso y el aprendizaje de la lengua local era sagrado, semejante declaración hubiera terminado rápidamente con la carrera política del ministro.
"El nivel del inglés escrito y hablado se ha deteriorado en los últimos 30 años", señaló Ramasamy Palanisamy, profesor de Ciencia Política en la Universidad Kebangsaan Malasia.
"Después de los enfrentamientos raciales de 1969 (entre malayos y chinos), Malasia adhirió a la correntada malaya en las escuelas y la universidad en 1971. Desde entonces, el inglés como idioma decayó", dijo Ramasamy.
El idioma continuó siendo enseñado como segunda lengua en la Malasia rural, pero su calidad se deterioró a causa de la hostilidad oficial, el auge del Islam y los pobres recursos educativos.
Ahora el clima se revirtió drásticamente. Hoy en día, el estudio de inglés es promovido activamente por el oficialismo, y recibe una respuesta acorde.
Todo comenzó en 2002, cuando algunos inversores japoneses dijeron al entonces primer ministro Mahathir Mohammad (1982-2004) que muchos graduados malasios eran tan mediocres en inglés que simplemente no podían ser empleados.
Hubo serios problemas de comunicación. Mientras los gerentes de fábricas japonesas habían aprendido inglés, no ocurría lo mismo con los profesionales malasios.
"No se supone que aprendamos malayo para comunicarnos con nuestros trabajadores", dijo un gerente japonés a funcionarios del gobierno. "Aun en China, los chinos corren a aprender inglés".
Se trata de una situación frecuente en toda Asia, donde ex colonias británicas como India compiten con éxito por atraer inversores internacionales gracias a su alto número de profesionales que hablan bien el inglés y están aptos para superar problemas de infraestructura y de ambiente laboral apropiado.
Se estima que unos 20.000 graduados malasios están desempleados por no dominar una segunda lengua, y la mayoría de ellos son de procedencia rural. El gobierno está gastando millones de dólares en entrenamiento laboral industrial para ellos.
Muchos graduados esconden sus diplomas y aceptan empleos con menores sueldos para los cuales estaban considerados "sobrecalificados", como funcionarios del Departamento de Bomberos.
Mahathir se dio cuenta de que, si la tendencia continuaba, Malasia se vería afectada como economía comercial. Así que, como tecnócrata creyente en la ingeniería social con un enfoque pro-malayo, decidió llevar el inglés a los estudiantes rurales.
Sin una preparación cuidadosa e ignorando la rígida oposición que despertaría, anunció que desde 2003 en adelante todas las escuelas debían enseñar materias clave, como ciencias y matemáticas, en inglés.
Legisladores de la oposición, expertos en educación y profesores de lenguas minoritarias, como chino y tamil, advirtieron que el desempeño de los estudiantes disminuiría marcadamente si se implementaba ese cambio de manera repentina y sin planificación.
Alegaron que los profesores, que habían estado enseñando ciencias y matemáticas en malayo, mandarín y tamil durante más de 30 años, no podían enseñar en inglés de la noche a la mañana.
Mahathir estaba impaciente y era inflexible. Alegó que la tecnología moderna, el uso de Internet y los programas informáticos especiales para la educación serían empleados para hacer que ese cambio funcionara.
"El inglés tiene que ser aprendido como un idioma. No puede ser adquirido aprendiendo ciencia o matemáticas en inglés", dijo un director de escuela que se había opuesto al plan y pidió no ser identificado.
"El plan de Mahathir, ahora en su segundo año, es un desastre", dijo a IPS.
Tal como habían predicho los expertos, el desempeño de los estudiantes malayos rurales decayó cuando fueron obligados a pasar al inglés como medio de instrucción en ciencias y matemáticas.
Más malayos no llegaron al bachillerato para ingresar a universidades e institutos politécnicos, a causa de este giro repentino.
"Es un idioma extraño y no es fácil de aprender para los estudiantes malayos. No se puede obligar a la gente a aprender", afirmó el director. "Tiene que ser un proceso gradual".
La actual campaña para aprender inglés busca reparar el daño causado por el plan previo, ayudando a los estudiantes a aprender el idioma en etapas.
El diario oficialista New Straits Times está liderando una campaña cuya consigna es: "Construya la Malasia de mañana, aprenda inglés, adopte a un estudiante".
Una consecuencia es la llegada de extranjeros y turistas que fingen ser expertos en la enseñanza del idioma inglés.
"Enseñe inglés en la colorida y exótica isla de Borneo, en Malasia", se lee en un aviso publicado en Internet, invitando a extranjeros. "La extravagancia de Malasia le quitará el aliento. ¡Es un país donde el sol brilla, el mar es claro como el cristal y hay infinitos árboles de coco, banana y palmeras! No se necesita calificaciones", agrega.
"Antes de ir, usted puede enrolarse en un curso abierto e intensivo de un día de entrenamiento para profesores (opcional) para ayudarlo a enseñar si no tiene experiencia previa", reza el anuncio.
Parece poca la preocupación por detalles como las demasiado evidentes diferencias entre el inglés americano y el británico, con el cual esta ex colonia está más familiarizada, aunque como vago recuerdo.
Por ahora, es gratis para todos y los malayos están demasiado ocupados aprendiendo "el inglés tal como se habla" como para preocuparse de quién lo enseña.