Durante una década, Son Shin Do, la única ex mujer del placer coreana residente en Japón, rechazó compensaciones monetarias y exigió una disculpa pública de Tokio por haberla esclavizado sexualmente a ella y a cientos de mujeres en la segunda guerra mundial.
En su lucha, enfrentó una derrota tras otra en los tribunales, con un estoicismo que le valió la admiración pública. Pero ahora, la mujer de 84 años dice estar demasiado cansada para seguir.
Cuando tenía 16 años, Song fue transformada en una esclava sexual del Ejército Imperial Japonés que colonizó la península de Corea y la mayor parte de Asia en la primera mitad del siglo XX.
Todos los días era violada por varios soldados, y me decían que estaba sirviendo a la patria. Ninguna mujer debe volver a pasar por lo mismo, dijo Song en una conferencia pública.
Activistas que apoyan la lucha de las ex esclavas sexuales consideran que la renuencia del gobierno japonés a ofrecer una disculpa sincera abona la desprotección de las mujeres frente a la violencia en situación de guerra.
Song y otras ex 'mujeres del placer' son un símbolo poderoso de cómo las mujeres han sido víctimas del militarismo en el pasado y siguen siéndolo hoy en conflictos de todo el mundo, destacó Mina Watanabe, directora del nuevo Museo Activo de Mujeres sobre la Guerra y la Paz.
El museo es un esfuerzo de grupos de mujeres y pacifistas internacionales para registrar el cruel sistema de esclavitud sexual y otras violaciones a los derechos humanos cometidos en conflictos posteriores a la segunda guerra mundial en todo el mundo.
Watanabe explicó que el museo tiene una amplia colección de testimonios de ex esclavas sexuales y sirve para destacar la vulnerabilidad de las mujeres en situaciones de conflicto y frente al tráfico sexual.
Asimismo, pone en evidencia la urgente necesidad de leyes más eficaces para castigar actos de violencia contra la mujer y desarrollar un sistema en que el gobierno proteja a las víctimas, agregó.
Watanabe destacó que las jóvenes asiáticas esclavizadas eran en general pobres y sin educación, y por tanto todavía necesitan protección.
Los padecimientos de Song, por ejemplo, continuaron después de su liberación. A los 23 años, y dejando atrás a dos bebés en China, donde estaba estacionada, llegó a Japón con un soldado japonés, consciente de que no podría regresar a su hogar conservador después de haber sido una esclava sexual.
Pero Song fue abandonada en Japón, sin ningún medio de supervivencia. Trató de suicidarse, pero un hombre coreano la ayudó, y hoy en día vive de la asistencia social del Estado.
Mientras los soldados japoneses reciben una generosa pensión, yo debo vivir de la asistencia… La discriminación contra las mujeres es muy injusta, lamentó.
Yang Chinja, una coreana de segunda generación residente en Japón, señaló la necesidad de identificar públicamente a los responsables de haber iniciado el sistema militar de esclavitud sexual como paso previo a una disculpa oficial y a medidas para prevenir nuevos abusos.
Sólo si el gobierno se disculpa… mostrará el compromiso de Japón de proteger los derechos de las mujeres en otros conflictos, dijo.
Japón reconoció formalmente la existencia de esclavas sexuales durante la guerra en 1993, y ofreció compensación y pensiones de subsistencia para las víctimas ancianas y enfermas años después.
Pero los nuevos textos de historia no hacen referencia a ese sistema de esclavitud sexual, y algunos historiadores sugirieron que las esclavas eran en realidad prostitutas o se prestaron voluntariamente a la tarea.
Esto enfureció a Corea y otros países asiáticos que fueron colonizados por Japón en su época imperial, en especial China, que usa las atrocidades cometidas por Japón en el pasado como argumento para frustrar sus planes de ocupar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
La protección de las mujeres en situación de guerra será tratada por la Asamblea General de la ONU en su sesión plenaria de septiembre, destacó Watanabe.
Mientras, grupos de activistas planifican para el día 15 una manifestación frente a embajadas de Japón en diversas capitales, para mantener viva la atención mundial en el asunto. (