Al promover un acuerdo de comercio con seis países latinoamericanos prometiendo que beneficiaría a obreros textiles de Estados Unidos y frenaría las importaciones chinas, el gobierno de George W. Bush vendió quimeras, según expertos.
El Instituto de Política Económica (EPI), centro de estudios radicado en Washington dedicado a analizar la situación laboral estadounidense, sostuvo que la expiración del sistema mundial de cuotas textiles el 1 de enero ya abre un periodo de gran aumento de las exportaciones chinas a Estados Unidos que no podrá dominarse.
El acuerdo comercial entre Estados Unidos, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y República Dominicana, conocido como Cafta, fue firmado por Bush a comienzos de mes luego de ser aprobado a fines de julio con dos votos de diferencia en la Cámara de Representantes.
Algunos legisladores que inicialmente se opusieron al acuerdo cambiaron su posición luego de que el gobierno argumentara que el Cafta beneficiaría a la industria textil estadounidense.
Los defensores del pacto consideran que brinda a los fabricantes una plataforma permanente libre de aranceles para exportar sus hilos y tejidos a América Central.
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Según estos argumentos, la industria necesitaba el acuerdo para competir con China, pues la indumentaria importada por Estados Unidos de América Latina contienen alrededor de 70 por ciento de insumos estadounidenses, y la china, menos de uno por ciento.
Nuestra esperanza, al menos al tratar de competir con China hasta que logremos con nuestros aliados obligarla a implementar reformas económicas, son estos acuerdos regionales, dijo a IPS la vicepresidenta del Consejo Nacional de Organizaciones Textiles (NCTO), Missy Branson.
Esta federación empresarial indicó que las exportaciones de vestimenta chinas a Estados Unidos aumentó más de 800 millones de prendas apenas en los primeros cinco meses de este año.
Branson atribuyó a las prácticas económicas y salariales de China la aceleración de la pérdida de 26.000 puestos de trabajo en el sector textil y de indumentaria estadounidense y 19 fábricas cerradas.
La Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos informó que con el Cafta las prendas fabricadas en América Central ingresarán en este país libre de cuotas y aranceles sólo si usan tejidos de la región o estadounidenses.
El gobierno también consideró que el Cafta dará a los fabricantes de indumentaria de la región, y a sus proveedores estadounidenses o regionales de tejidos e hilo— una ventaja crítica para competir con Asia.
Según estos cálculos, habrá un aumento de 283.000 puestos de trabajo en el mercado laboral del sector en América Central, es decir un aumento de 41 por ciento respecto de los actuales.
Pero el análisis del EPI recuerda que se formularon argumentos similares para el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o Nafta, por sus siglas en inglés), prototípico para el Cafta, aunque nuevas cifras indican que la alianza textil Estados Unidos-México no ha podido competir con las importaciones chinas.
Desde 2000, cuando el TLCAN entró en vigor, la participación de México en las importaciones estadounidenses de indumentaria cayó 1.500 millones de dólares, es decir, 4,9 por ciento, según el instituto.
También cayeron las exportaciones estadounidenses de fibra, hilo, telas y textiles en general a México, en este caso 1,5 por ciento, unos 50 millones de dólares entre 2001 y 2005.
La pregunta de 64 millones de dólares es si Estados Unidos y América Central podrán competir con China gracias al Cafta, dijo el economista del EPI Robert Scott, experto en comercio internacional.
Por el momento, la respuesta es, claramente, no. Las importaciones desde México y otros países con los que tenemos acuerdos caen con fuerza este año. Y no hay razón para creer que el resultado con América Central vaya a ser diferente, consideró Scott.
El informe del EPI calculó que desde julio de 2000 desaparecieron más de 50 fábricas y 90.000 empleos en el sector textil de las zonas francas de procesamiento de exportaciones (maquilas) de México.
El TLCAN tampoco alentó el empleo en Estados Unidos. En el mismo periodo se perdieron 212.000 empleos en el sector textil y 305.000 en el de indumentaria en este país, el tercer exportador mundial de textiles. Los empleos totales son de casi un millón.
El Cafta se basa en un modelo establecido sólo por cambios en barreras arancelarias y no arancelarias, e ignora el enorme aumento de las exportaciones chinas, advierte el estudio. Quienes crean que este tratado salvará a los empleos textiles de Estados Unidos sufrirán una gran desilusión.
El comercio internacional textil es desde hace mucho un punto de conflicto entre Estados Unidos y China. La industria textil y de indumentaria de este país presionó al gobierno de Bush para que imponga restricciones a las importaciones chinas, aunque sean temporarias.
Un órgano del Departamento (ministerio) de Comercio de Estados Unidos, Comité para la Implementación de Acuerdos Textiles, decidirá el 31 de este mes si el aumento de las importaciones desde China representan una perturbación del mercado nacional.
El mismo Comité impuso en mayo cuotas de corto plazo a siete categorías de importaciones chinas.