AMBIENTE-ASIA: Perfume de Arabia en extinción

Cuando Shakespeare escribió «Ni todos los perfumes de Arabia endulzarían esta pequeña mano» en «Macbeth», tal vez desconocía el poderoso aroma del agar, parte fundamental de la tradición y el folclore árabes, que define la esencia de un hogar de esta región.

Menos se hubiera imaginado el dramaturgo que llegaría un tiempo en que el árbol del agar sería incluido en el Apéndice II de la Convención sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES, por su sigla en inglés) y se crearía un sistema de permisos para registrar toda comercialización de su madera.

Pero el sistema CITES, introducido en 1995, parece estar necesitando una revisión, porque la demanda de agar es tal que las restricciones existentes no logran controlar la explotación de esta madera.

"Reclamamos controles de cosecha y comercio más efectivos, incluyendo una mejor implementación de los requisitos de la CITES y mejores herramientas para la identificación de las especies que se comercian", dijo James Compton, director regional de la organización no gubernamental Traffic para Asia Sudoriental.

Traffic es la red conjunta de control del comercio de fauna y flora del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por su sigla en inglés) y de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), dos de las principales organizaciones conservacionistas internacionales.

El "perfume de Arabia" se extrae del árbol madera de agar (Aquilaria malaccensis), cuyo comercio se remonta a 2.000 años. Se utiliza para elaborar perfumes, incienso y con fines medicinales.

"La madera de agar se ha usado durante siglos en la medicina ayurvédica, tibetana y tradicional del este de Asia", señaló Compton, un australiano que ha pasado años estudiando esta especie y sus rastros desde las junglas del sudeste asiático hasta los mercados del Medio Oriente.

La mayoría de las reservas naturales de la madera de agar están agotadas y las pocas que quedan están en plantaciones protegidas. Los países árabes importan agar de los bosques del sudeste asiático, especialmente de Camboya, Laos y Vietnam. Algunas importaciones provienen también del nordeste de India y de Bangladesh.

Quien visite el Mercado de Especias en Dubai tendrá dificultades para identificar las esencias que impregnan las mismísimas murallas, pero no confundirá el intoxicante y pesado aroma del agar ardiente que emana de casi todos los comercios de los alrededores.

"Esta es una antigua tradición que data de hace cientos de años", afirma Majid Al Muhairi, un ciudadano que compra agar en el Mercado de Especias casi todos los meses. "Lo primero que uno nota en un hogar árabe es la fragancia que emana del agar: pedazos de madera cortada, rebanada y pulida, y luego quemada para liberar el perfume", explica.

En las casas árabes, el agar es quemado como astillas de madera en un brasero, para que el aroma pueda inundar todas las habitaciones, los muebles e incluso las prendas de vestir.

"Tiene un olor muy fuerte y a menudo dura más de un día, aun si uno se ha dado un baño o se ha cambiado de ropas", indica Majid. "Hoy existen cientos de perfumes diferentes en el mercado. Los jóvenes prefieren una combinación de agar con un aroma más suave, pero yo necesito el olor original y no estoy dispuesto a cambiarlo por nada", sentencia.

Esta inclinación ha incrementado la demanda aun cuando la oferta se ha reducido. De ahí que los precios se hayan elevado.

"Medio Oriente —principalmente los estados del Golfo: Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Omán, Bahrein, Qatar y Kuwait— representa en su conjunto uno de los centros de demanda más importantes. Mientras que el volumen de comercio del agar puede parecer pequeño si se lo compara con los números del comercio de vigas de madera comunes, no es pequeño en términos monetarios", dijo Compton.

"Las astillas y los segmentos del agar pueden venderse por varios cientos y hasta varios miles de dólares el kilogramo. El precio del aceite destilado es de entre 5.000 y 10.000 dólares por kilo, según la calidad. Cuanto más oscuro es el color, más alta es la calidad y mayor el precio", agregó.

En Dubai, las astillas de agar se compran a casi 1.645 dólares el kilogramo. Hay varios tipos en exhibición y el cliente elige según su preferencia y negocia el precio según su habilidad para el regateo.

"Cada cliente tiene una preferencia específica. Los árabes compran lo mejor para regalar o para uso personal", dijo Javed, un comerciante del Mercado de Especias.

"A principios de los años 80, los precios solían ser de 600 dólares el kilo para la máxima calidad. Ahora puede superar los 3.500 dólares. Y a pesar de los precios, nuestras existencias desaparecen de inmediato", agregó.

La elaboración del incienso es tan antigua como la historia de estas tierras. Las principales sustancias usadas como incienso herbal natural eran resinas como el frankincienso y la mirra, junto con maderas y cortezas aromáticas, semillas, raíces, hierbas y flores.

Los inciensos árabes muy a menudo consisten en agar en polvo, agua de rosas y Joz Al Dyar (una planta con una fruta de agradable aroma).

"El perfume de agar es tal vez la más popular de todas las fragancias árabes. Pero es caro y hoy en día sólo se usa en ocasiones especiales. Una pequeña botella puede costar casi 85 dólares", señaló Javed.

La demanda creciente y el abastecimiento reducido tienen sus consecuencias. Las reservas naturales de agar están siendo explotadas rápidamente. El comercio ilegal y la tala indiscriminada de árboles también han afectado la sustentabilidad de la especie.

El agar es ya raro en los bosques de Vietnam, Laos, Birmania y Camboya. Las reservas naturales en India, Bangladesh, Tailandia o China están totalmente explotadas.

Los únicos árboles grandes que quedan se encuentran en Camboya occidental, y no han sido tocados debido a su inaccesibilidad y a los conflictos en la región. También pueden quedar unos pocos árboles grandes en los muy remotos bosques de Laos.

La madera de agar no produce por sí sola la esencia, para que ella aparezca se requiere que la corteza sea atacada por cierto tipo de hongos. La acción combinada del organismo ocupante y la madera hace que los componentes aromáticos florezcan. Más aún: sólo uno de cada cinco o diez árboles produce agar.

Muchos países están reforestando con esta especie para sustentar el comercio y satisfacer la demanda. Pero el abismo entre ésta y la oferta es todavía muy amplio.

"Reclamamos a los países exportadores de agar que se dediquen a los problemas urgentes de administración, controles de comercio e investigación para salvar el futuro de esta valiosa fuente cultural y económica", dijo Compton.

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