La tradicional guerra de las telenovelas en Chile, restringida en los últimos años a los dos principales canales de señal abierta, tiende a abrirse a otras dos estaciones, interesadas en explotar esta veta de producción dramática propia que reporta buenos dividendos económicos.
Megavisión, el principal canal privado, anunció el 5 de este mes el lanzamiento en septiembre de Doble opuesto, para competir con la estatal Televisión Nacional de Chile (TVN) y con Canal 13, de la Corporación de Televisión de la Universidad Católica, que desde 1998 monopolizan la producción local de culebrones.
Otro canal privado, Chilevisión, planea estrenar en marzo de 2006 su primera teleserie, en el marco de nuevos proyectos de esta estación que en mayo último cambió de dueño, cuando el empresario Sebastián Piñera, candidato de la derecha liberal para las presidenciales de diciembre, la adquirió al magnate venezolano Gustavo Cisneros.
Chile es un actor secundario en el mercado de las series televisivas, consideradas uno de los mayores aportes latinoamericanos a la cultura popular y cuyos orígenes se remontan a los radioteatros que comenzaron a irrumpir en la primera mitad del siglo pasado.
Las grandes cadenas latinoamericana especializadas en telenovelas, como Venevisión de Venezuela, Televisa de México y TV Globo de Brasil, captan a través de estas producciones de 70 a 80 por ciento de sus ingresos por exportaciones, con ganancias concentradas principalmente en la región.
Se trata de negocios ya consolidados en los tres países, donde cada una de esas empresas llega a lanzar una decena anual de culebrones, muy lejos de la realidad chilena, donde la disputa entre TVN y Canal 13 posibilita la creación en conjunto de cuatro telenovelas en un año.
La primera fase de la guerra de las telenovelas en Chile se desata en marzo, cuando esas dos estaciones lanzan simultáneamente sus apuestas en el marco de reuniones artísticas y social, antecedidas de intensas campañas publicitarias cuyo objetivo es ganar una encarnizada batalla por el público.
Los episodios se transmiten de lunes a viernes en el mismo horario, de 20 a 21 horas, y las series suelen finalizar en la misma fecha, hacia fines de agosto, para que en septiembre se inicie la segunda parte de la guerra, en que el ganador de la primera aspira a consolidar su posición y el perdedor busca revertir su derrota.
La experiencia en Chile demuestra que hacer una teleserie puede ser un negocio rentable o un fracaso estrepitoso, sobre todo si se considera que los recursos que están en juego ascienden a unos cuatro millones de dólares por producción, señaló la periodista Francisca Chávez, autora de una investigación sobre el tema.
Cuando un canal consigue éxito puede obtener ganancias tan altas como los siete millones de dólares que Canal 13 logró en el año 2003 por publicidad y ventas de productos asociados a la telenovela 'Machos', explicó Chávez, quien profundizó en los aspectos económicos de la guerra de las teleseries.
Machos, que se exhibe en España y varios países de América Latina, marcó un hito hace dos años, en tanto permitió al canal de la Universidad Católica revertir varias derrotas sucesivas en la competencia con TVN, causantes de una profunda crisis en su área dramática, que estuvo a punto de cerrar.
También se valoró en esa serie el haber incluido por primera vez un personaje homosexual al margen de los estereotipos del afeminado o amanerado, con que se representa habitualmente a esas personas en los medios de comunicación.
Chávez y otros investigadores coinciden en que los argumentos y los escenarios de las telenovelas chilenas han contribuido a hacer visibles a diversos sectores considerados marginales en la sociedad local, como los gitanos, los rapanui de Isla de Pascua y los artistas circenses, entre otros, y a despejar prejuicios sobre ellos.
Junto a estos efectos culturales, la disputa por el rating de audiencia por parte de los culebrones se inserta en la competencia global por hacer de los canales de televisión negocios rentables, en el marco de las normativas que regulan a esos medios de comunicación.
TVN, pese a su carácter estatal, no recibe aportes ni subvenciones del fisco y está obligada por ley a autofinanciarse, mientras que Canal 13 es también administrado con criterios comerciales, y la influencia de la Universidad Católica y de la iglesia se expresa sobre todo en lineamientos editoriales.
El horario en que se transmiten las teleseries de factura nacional es clave en lo que se denomina el tren de programación, ya que antecede a los noticieros centrales que se emiten simultáneamente a las 21 horas, no sólo en TVN y Canal 13, sino también en Megavisión y Chilevisión.
Por ello, los gestores y dueños de los canales se juegan por culebrones que logren captar la fidelidad de los teleespectadores, como garantía de gran audiencia para sus noticieros y luego para los llamados estelares, generalmente programas de variedades, que emiten a partir de las 22 horas.
Los intereses económicos de la guerra de las teleseries desbordan las pantallas a través de los productos asociados con programas exitosos.
Discos compactos (CD), discos de vídeo digital (DVD), álbumes, agendas, comestibles y cuadernos dejaron de ser meros elementos de marketing (mercadeo) de una teleserie, para transformarse en un atractivo negocio, señaló Chávez.
La venta en gran escala de las músicas de teleseries, y de prendas de vestir, confites, helados, chocolates y otros productos gastronómicos o de colección vinculados con ellas son parte de ese negocio.
Megavisión intentó convertirse en el tercer actor de la guerra de las teleseries en 1997 y su dueño, el empresario conservador Ricardo Claro, hizo una inversión de 10 millones de dólares para crear un área dramática, que se cerró dos años después en medio de un sonoro fracaso.
En este nuevo intento que iniciará en septiembre, la estación privada quiere jugar sobre seguro con Doble opuesto, con un argumento repetido pero que siempre ha tenido éxito: el de gemelos separados al nacer que se reencuentran fortuitamente muchos años después y llegan a cambiar roles.
Andrea Freund, una prestigiosa actriz chilena, será la protagonista central de Doble opuesto, cuyo guión, trabajado por el también actor Mateo Iribarren, tiene como inspiración más cercana a la película Juego de gemelas, que la directora estadounidense Nancy Meyer filmó en 1998 para Walt Disney Productions.
Megavisión busca así triunfar definitivamente en la estrecha competencia por la audiencia con TVN y Canal 13, incorporando el único segmento en el cual los otros dos canales le llevan ventaja, el de las telenovelas nacionales. (