Todos contra el líder indígena Evo Morales parece ser la consigna de los demás candidatos a la presidencia de Bolivia que han confirmado hasta ahora su participación en las elecciones generales, adelantadas para el 4 de diciembre tras la caída del gobierno de Carlos Mesa.
El diputado Morales, dirigente de los cultivadores de hoja de coca del centro del país y presidente del Movimiento al Socialismo (MAS), fue el segundo postulante presidencial más votado en las elecciones de 2001, a sólo 20.000 sufragios del centroderechista Gonzalo Sánchez de Lozada, quien fue derrocado por una revuelta social en octubre de 2003 y luego huyó del país.
La fuerte incidencia social del líder cocalero se hizo más visible en las movilizaciones de 2003 y en las de este año, que como en la anterior compartió con otros partidos de izquierda, sindicatos y demás grupos de la sociedad civil y que culminaron el 7 de junio con la renuncia de Mesa, reemplazante por decisión parlamentaria de Sánchez de Lozada.
Las últimas encuestas parciales publicadas por medios escritos ubican en la primera fila de las preferencias, con 17 por ciento de la intención de votos de los consultados, al empresario del cemento y jefe del partido Unidad Nacional (UN), Samuel Doria Medina, y al ex presidente Jorge Quiroga (2000-2001), aún sin partido político que lo postule.
Morales aparece detrás, con 14 por ciento de las adhesiones, en esta consulta realizada sólo en La Paz y la vecina ciudad de El Alto, en el occidente boliviano, en la central Cochabamba y en la oriental Santa Cruz. Además, el informe no revela el porcentaje de indecisos, aunque analistas presumen que es alto.
Las normas comiciales bolivianas indican que, si ninguno de los candidatos logra en las urnas superar el 50 por ciento de los sufragios emitidos más uno, será el parlamento el encargado de elegir el presidente entre los dos más votados. El gobierno será finalmente para el que obtenga los dos tercios de las adhesiones entre los 157 legisladores que suman las dos cámaras.
Desde el restablecimiento de la democracia en Bolivia, en 1982, ningún postulante logró acceder a la presidencia de modo directo. Sánchez de Lozada, del Movimiento Nacionalista Revolucionario, es quien más cerca estuvo, con 32 por ciento de votos en su primera llegada al gobierno en 1993, para lo cual necesitó del apoyo legislativo de Acción Democrática Nacionalista (ADN).
El 4 de diciembre también se elegirán a los prefectos (gobernadores) de los nueve departamentos del país y se renovará la totalidad de los escaños del Congreso legislativo, que según las encuestas será el responsable de designar al nuevo mandatario.
Doria Medina, con un discurso que precisamente interpela el papel cumplido por el MAS en los últimos dos conflictos político-sociales, fue el primero en ponerse en campaña tras la convocatoria anticipada a elecciones anunciada a comienzos de este mes por Eduardo Rodríguez, el presidente interino impuesto por el Congreso tras la renuncia de Mesa.
La magnitud de los bloqueos de caminos y de las movilizaciones campesinas por las principales rutas del país durante casi tres semanas antes del cambio de gobierno, organizadas por el MAS en conjunto con otras agrupaciones sociales en defensa del gas natural, se convirtió en el principal argumento utilizado contra Morales por sus competidores a la presidencia.
En la próxima Asamblea Constituyente (que será convocada en julio de 2006) pediremos la prohibición del bloqueo de carreteras principales y un reglamento de protestas. Si soy elegido presidente, haré cumplir la ley sin matar a la gente y con el respaldo de la democracia, dijo Doria Medina en diálogo con IPS.
De ese modo dice ponerse en una posición intermedia entre Sánchez de Lozada, que no dudó en reprimir a manifestantes con el saldo en la última semana de su mandato de 67 muertes, y la seguida por Mesa, calificada de demasiado pasiva.
La convocatoria a una constituyente y la nacionalización de los hidrocarburos son los reclamos principales de sindicatos, asociaciones vecinales, indígenas y campesinos de la región occidental que tomaron las calles y rutas en mayo y junio. Defienden los 53 trillones de pies cúbicos de gas natural, el volumen de reservas más importante de América del Sur después de Venezuela.
Por su parte, los empresarios, terratenientes y organizaciones cívicas del oriente boliviano, donde Doria Medina también tiene inversiones, demandan una consulta sobre las autonomías departamentales y el uso de recursos públicos y naturales para beneficio de las regiones.
En el subsuelo del sudoriental departamento de Tarija está 87 por ciento del gas del país, y junto a Chuquisaca y el influyente Santa Cruz concentran la mayor riqueza petrolera y agrícola del país.
En tanto, el occidente montañoso, donde aún quedan restos de yacimientos de estaño y zinc, aparece como el más poblado y con mayor indicador de pobreza del país.
Datos del empresariado de La Paz, del cual Doria Medina es parte, aseguran que las manifestaciones que culminaron con el pasaje de Rodríguez de presidente de la Suprema Corte de Justicia al gobierno de Bolivia ocasionaron pérdidas estimadas en 100 millones de dólares.
La cifra representa la cuarta parte del déficit fiscal anual de este país con 9,2 millones de habitantes, 70 por ciento de los cuales son pobres, y un producto interno bruto de 8.000 millones de dólares.
El MAS reivindicó la marcha y bloqueo de tránsito como mecanismos de lucha válidos, al fracasar su intento de encaminar cambios en el país por la vía legislativa. Sus 35 representantes actuales fueron doblegados por la fuerza de las alianzas del MNR y otros partidos aliados y obligó al sector de Morales a volver a las calles.
De manera más contundente sobre el papel del MAS, el ex presidente Quiroga califica de radicalismo retrógrado a las movilizaciones sociales y llama a los cerca de 4,2 millones de ciudadanos habilitados a elegir entre el estado de capricho o un estado de derecho.
Quiroga aún estudia la conformación de un grupo de apoyo para las elecciones para sacarse de encima la hoy herencia pesada de la desgastada ADN, el partido fundado por el general retirado Hugo Banzer, fallecido en 2000 y quien encabezara la dictadura militar de 1971 a 1978 y luego fuera ungido presidente en las urnas por el periodo 1998-2001.
Como cuarto actor en las primeras escaramuzas electorales, el jefe de la también derechista Nueva Fuerza Republicana, el ex capitán de ejército Manfred Reyes Villa, será otro de los contendores en diciembre, aunque las encuestas sólo le dan tres por ciento de adhesiones.
Reyes Villa fue aliado de los dos años de gobierno de Sánchez de Lozada. Sus representantes en el Congreso hicieron frente a las demandas sociales con duras críticas a los métodos utilizados por el MAS.
El MNR, que gobernó entre de 1985 a 1989 y luego de la mano de Sánchez de Lozada, aún no eligió oficialmente a su candidato.
Para el sociólogo y profesor universitario Joaquín Saravia, las preferencias electorales por Morales bajan en los sectores de la clase media que lo respaldaron en las elecciones del 2001 como una opción frente a las alianzas por conveniencia de entonces de los partidos tradicionales.
Se asocia simbólicamente a Morales con el bloqueo y con una oposición al desarrollo de la calidad de vida de las personas a las cuales dice defender, comentó Saravia a IPS.
También advierte que la tradición caudillista en la región occidental de Bolivia, con predominancia de la cultura indígena aymara, afectará a otros líderes populares que buscan terciar en los comicios.
Cita el caso del secretario de la Central Obrera Boliviana, Jaime Solares, de Abel Madani, dirigente vecinal de la empobrecida El Alto, y de Felipe Quispe, líder del Movimiento Indígena Pachakuti, que mantienen diferencias de enfoque y de estrategia con el MAS y Morales.
Esa debilidad ha sido examinada por Doria Medina y Quiroga, quienes recogen las lecciones de los últimos dos conflictos y recogen las demandas de los sectores empobrecidos para construir su estrategia electoral, opinó Saravia. (