No nos falles, no nos falles…, corearon hace cinco años miles de personas ante el entonces flamante presidente electo de México, Vicente Fox. Ahora, cuando él se alista a celebrar el aniversario de su histórico triunfo electoral, el coro parece decir: Nos fallaste, nos fallaste….
Ochenta por ciento de los consultados en una encuesta telefónica nacional publicada este jueves por el diario Reforma opinaron que no hay motivos para celebrar este sábado 2 de julio, cuando se cumplirán cinco años de las elecciones en las que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) perdió la Presidencia, tras ejercerla durante siete décadas consecutivas.
Pero contra la críticas y a pesar del descontento, la presidencia y el conservador Partido Acción Nacional (PAN) de Fox convocaron este sábado a celebrar en el Ángel de la Independencia, un monumento céntrico de la capital, donde hace cinco años el mandatario escuchó el coro de No nos falles.
Según indicaron los organizadores, habrá discursos y música vernácula en lo que será el último festejo de su tipo antes de las elecciones presidenciales programadas para julio de 2006. Vamos a celebrar la democracia y los frutos que llegaron con ella, declaró Fox, quien ha visto caer su popularidad lenta pero consistentemente.
El presidente asumió en diciembre de 2000, y en el primer trimestre de 2001 las encuestas indicaban que tenía un nivel de aprobación superior a 70 por ciento, uno de los más altos entre los mandatarios de América Latina. Es que su gestión, a la que llegó con la promesa de fundar un nuevo México, generó grandes expectativas a nivel local e internacional.
Ahora, cuando están ya sueltas las amarras para la próxima elección presidencial, y algunas de las promesas de Fox quedaron enterradas, la aprobación del mandatario es 54 por ciento, nivel bajo si se compara con los resultados de encuestas que otorgan 70 o más por ciento para Tabaré Vázquez en Uruguay, Néstor Kirchner en Argentina, Álvaro Uribe en Colombia y Hugo Chávez en Venezuela.
Sin embargo aún es mucho mayor que los niveles en torno al 15 o 10 por ciento de Alejandro Toledo en Perú, Nicanor Duarte en Paraguay y Oscar Berger en Guatemala, según indican datos de diversas encuestas realizadas los últimos cinco meses y comparadas en México por la firma privada Mitovsky.
Los opositores del PRI y del izquierdista Partido de la Revolución Democrática, que juntos formaron mayoría parlamentaria en los últimos cinco años, pidieron a Fox no realizar ningún acto político este sábado.
Es que la fecha del aniversario coincide con la víspera de las elecciones de gobernadores para el estado de México, vecino a la capital, y el de Nayarit, en las costas del Océano Pacífico, y los opositores demandan que no haya acciones políticas del gobierno central que interfieran o incidan en esos comicios.
El mandatario descartó que haya relación entre su festejo y las elecciones estatales, pero también indicó que desde su cargo apoyará sin ocultamientos al PAN cuando se realicen las elecciones presidenciales.
En la encuesta de Reforma, realizada por teléfono a cerca de 900 personas, con un margen de certeza de 95 por ciento según sus responsables, 58 por ciento de los entrevistados consideró incorrecto que Fox apoye al PAN en las elecciones presidenciales, y 63 por ciento expresó desacuerdo con que encabece el festejo del 2 de julio.
Además, 80 por ciento sostiene que no hay razón para celebrar los cinco años del triunfo de Fox.
El desencanto de los mexicanos con el presidente y con la política fue aumentando, pues Fox prometió muchas cosas como candidato, tanto que hasta habló del inicio de una revolución, señaló a IPS la politóloga Maité Echeverría.
Desde el punto de vista proselitista las promesas de Fox eran razonables, pues se enfrentó a la enorme tarea de sacar al PRI de la presidencia, lo que finalmente logró, apuntó la experta.
Pero cuando las expectativas son altas y la realidad apuntala cambios modestos, lo que se genera es desencanto y eso es lo que pasa ahora en México, opinó Echeverría, profesora de ciencias políticas en varias universidades locales.
El presidente se anotó un lugar en la historia cuando derrotó en 2000 al PRI, que gobernaba sin interrupción desde 1929 y fue denunciado en numerosas ocasiones como responsable de cometer fraudes electorales y abusos desde los altos círculos del poder.
El gobierno no ha podido, en lo que lleva de gestión, sellar acuerdos para reformar la estructura económica y política del país. Sus llamados al diálogo y la concertación no han caído en terreno fértil.
Los observadores sostienen que será imposible para el presidente sacar adelante en lo que le resta de mandato, hasta diciembre de 2006, las reformas laborales, electorales, energéticas y económicas que prometió cuando era candidato.
Esto se debe en parte a que los partidos están ya con la mira puesta en las elecciones del año próximo y no parecen tener suficientes incentivos para pactar reformas con el gobierno.
Sin embargo, los observadores también reconocen que Fox ha sido un presidente que, con claroscuros, respetó la libertad de expresión y los derechos humanos y no interfirió en la marcha de la instituciones democráticas.
Además, admiten que México ha vivido una etapa de estabilidad económica, con una moneda fuerte y bajas tasas de interés e inflación. Pero hay controversia sobre los resultados sociales.
La Presidencia sostiene que de 2002 a 2004 unos 2,3 millones de mexicanos salieron de la pobreza (cuyo umbral se mide con una fórmula diseñada por académicos locales que mide ingresos, alimentación y capacidades educativas), de modo que la cantidad de pobres se ha reducido a 48,9 millones, en una población total de más de 103 millones.
Según un estudio del Banco Mundial, de 2000 a 2002 en México se redujo de 24,2 a 20,3 por ciento la proporción de mexicanos en situación de pobreza extrema, definida por un ingreso diario de menos de un dólar.
Esa disminución de 16 por ciento quiere decir que tres millones de mexicanos salieron de la pobreza extrema, según el Banco.
Pero los opositores sostienen que se trata de cifras maquilladas y que el país sigue con tantos pobres como en 2000. Además destacan, usando cifras oficiales, que la inequidad social se mantiene alta.
Esas cifras indican que el 20 por ciento más pobre de la población recibe apenas 4,1 por ciento de los ingresos del país, mientras el 20 por ciento más rico dispone de 58,4 por ciento.
La democracia es aún adolescente y la situación social no mejora con velocidad, por eso hay desconfianza, descontento y ahora, con cierta razón, muchos creen que Fox les falló, señaló Echeverría.