Los ramos de flores se acumulan en la entrada a la estación del tren subterráneo de Stockwell, en la capital británica, cerca de donde policías asesinaron al brasileño Jean Charles de Menezes el día 22.
Los agentes sospecharon que el electricista de 27 años era un terrorista islámico vinculado con los atentados del día 7 y con la intentona del 21. Luego, lamentaron haber matado a un inocente.
El primer ministro británico Tony Blair se dijo desesperadamente apenado. Pero el espíritu en los alrededores de Stockwell, donde está radicada una gran comunidad latinoamericana, sufrió un cambio radical que trascendió mucho más allá que la familia de Menezes.
Una bandera brasileña y otra de la paz, cartas y velas prendidas demuestran en la entrada de la estación la gran preocupación de la comunidad por la muerte del electricista brasileño.
¿Cómo puede la población estar protegida y confiar en la fuerza policial si sus miembros se dejan dominar por el pánico y siguen información incorrecta aportada por servicios de inteligencia sin preparación? ¿Cuántos errores más habrá?, reza un cartel en la estación.
El dinero no puede pagar la pérdida de una vida inocente, ni tampoco las medidas decorativas, indica otro cartel. Otro repite la palabra justicia, una vez en inglés y otra en portugués: Justice. Justiça.
La mayoría de los peatones que descienden a la estación se detienen unos pocos minutos ante las flores. Algunos se persignan, o murmuran algunas palabras. Una mujer enjuga sus lágrimas antes de depositar un ramo de flores frescas. Otros toman fotografías con sus teléfonos celulares.
Recuérdalo: fue asesinado por la policía. Él era uno de los nuestros, dice, en español, una mujer de unos 50 años a su hija adolescente.
Stockwell y los cercanos barrios de Brixton, Tooting, Streatham y Tulse Hill concentran, desde hace mucho tiempo, comunidades latinoamericanas. Stockwell, en su mayor parte compuesto por una gran serie de pequeños edificios de apartamentos, es el hogar, además, de muchos portugueses y españoles.
Esto es algo nuevo para nosotros. Es un barrio tranquilo, dijo Inés Ferreira, portuguesa de la isla de Madeira que vive allí hace cinco años.. No tengo miedo, pero estoy triste y furiosa de que hayan asesinado a un chico de manera tan estúpida.
Ferreira vio cómo la policía registraba algunos apartamentos de los edificios Stockwell Garden, cerca de su casa. Me siento incómoda pensando que los terroristas estuvieron por allí, pero también por todos estos policías, afirmó.
La mujer participó en la vigilia realizada por medio centenar de personas, que llevaban flores y candelas encendidas a pesar de la fuerte lluvia, el domingo de mañana frente a la estación.
El lunes de tarde, unas 30 personas, muchas de ellas envueltas en banderas de Brasil, marcharon por el área en reclamo de justicia. Un joven blanco llevaba un cartel que decía: 'Valores' británicos: la sangre de piel morena es barata en el Reino Unido y en Iraq.
Al frente de la marcha, un manifestante levantaba un cartel rojo en que se leía La guerra de ellos, nuestros muertos. Un grupo de brasileños calificaban de asesinos a los policías.
En el censo de 2001, unos 14.500 residentes en Londres informaron que nacieron en Brasil. Pero unos 130.000 ingresaron en Gran Bretaña solo en 2002, según la Oficina Nacional de Estadísticas. La cifra de brasileños residentes en este país es incierta.
Las minorías representan 29 por ciento de los siete millones de habitantes de Londres, según el censo.
Londres es mi hogar aun cuando nací en algún lugar del Caribe, dijo una cuarentona. Pero tener piel oscura no es lo mejor que puede pasarte aquí en estos días. (