La euforia tras la decisión de construir en Francia el Reactor Termonuclear Experimental Internacional (ITER, por sus siglas en inglés) parece haberse evaporado. Quedan dudas y temores sobre la factibilidad y el costo de semejante proyecto.
Se trata de un plan piloto para introducir una nueva tecnología nuclear. El ITER intentará fusionar dos isótopos de hidrógeno (el deuterio, que abunda en la naturaleza, y el tritio, un isótopo sintético) para producir helio con una gran liberación de energía y así generar electricidad.
El proyecto internacional es financiado por China, Corea del Sur, Estados Unidos, Japón, Rusia y la Unión Europea, y auspiciado por la Agencia Internacional de Energía Atómica. Se prevé que esté funcionando para 2016.
Una comisión integrada por estos seis países decidió el mes pasado que el ITER fuera instalado en el centro de investigación nuclear de Cadarache, en la sudoriental región francesa de Provenza, a 900 kilómetros de París.
El presidente francés Jacques Chirac dijo que la decisión fue un enorme éxito para el país, porque el proyecto abre el camino a una tecnología esencial en la búsqueda de fuentes alternativas de energía para enfrentar el recalentamiento global.
El recalentamiento del planeta es causado por las actividades humanas, según la gran mayoría de los científicos, sobre todo por el efecto de los gases liberados por la combustión de petróleo, gas y carbón, el principal de los cuales es el dióxido de carbono.
La mayoría de los periódicos franceses celebraron el anuncio, y Le Parisien afirmó que se trataba de buenas noticias para Francia, al fin.
Pero científicos y grupos ambientalistas alertaron que el ITER podría agotar recursos que deberían ser destinados a financiar investigaciones en búsqueda de mejores fuentes de energía. El proyecto en sí, señalaron, no da garantías de éxito en el futuro inmediato.
El ex ministro de Ciencia y Tecnología, Claude Allegre, un renombrado investigador en geoquímica, sostuvo que el ITER es sólo otro proyecto de prestigio para el gobierno con pocas posibilidades de éxito.
Los estimados 12.000 millones de dólares necesarios para el reactor desviarán recursos de otros proyectos de investigación sin duda más urgentes que el ITER, señaló.
Sólo la construcción del complejo demandará una inversión de más de 5.000 millones de dólares, y Francia se comprometió a cubrir la mitad de esos costos.
El ITER en Cadarache será sólo una prueba. Si la tecnología demuestra ser efectiva, se podría construir el primer reactor termonuclear de trabajo después de 2050.
El reactor necesitará poderosa tecnología. Las autoridades dijeron que la fusión en la central se logrará sólo a una temperatura de unos 100 millones de grados, lo que producirá 500 megavatios de energía.
Alcanzar esa temperatura ya es un problema, porque ningún material conocido puede resistir ese calor.
El anuncio oficial describe el proceso de funcionamiento del ITER como colocar la energía de las estrellas en una caja. El problema es que no sabemos cómo construir esa caja, dijo el científico Sébastien Balibar, profesor de física nuclear en la Escuela Normal Superior de París.
Balibar y sus colegas Yves Pomeau y Jacques Treiner señalaron en un estudio publicado el año pasado por el periódico Le Monde que un reactor termonuclear implica tres problemas técnicos: la producción de los elementos que serán fusionados (deuterio y tritio), la resistencia a esa fusión y el control de la reacción.
Los científicos dijeron que el proyecto del ITER sólo se ha interesado en el último problema e ignora los otros dos, cuya solución, sin embargo, es esencial.
El presidente de la Academia Francesa de Ciencias, Edouard Brézin, sostuvo que las expectativas sobre el ITER son demasiado optimistas.
Debemos estar muy confiados en el desarrollo científico para creer que el uso industrial de la fusión nuclear estará listo en menos de 50 años, dijo a IPS.
La investigación en esta tecnología debe continuar, pero los combustibles fósiles y el recalentamiento global son problemas apremiantes, y no tenemos 50 años para buscar soluciones. Necesitamos medidas urgentes, y el ITER no debería robar los recursos de estas investigaciones, añadió.
Por su parte, Stephane Lhomme, de la organización ambientalista francesa Sortir du Nucléaire (Salir de lo nuclear), dijo a IPS que el reactor representa una tecnología muy peligrosa y sin futuro.
Lhomme estima probable que el ITER nunca produzca energía, lo que lo convertiría en un nuevo fracaso del gobierno.
El Estado francés invirtió casi 9.000 millones de dólares en el reactor nuclear Superphénix antes de cerrarlo en 1998 porque no llegó a generar un solo vatio de energía, recordó el científico.
Claro que el ITER estará conectado a la red francesa de electricidad, pero sólo con el propósito de recibir energía para su funcionamiento, indicó.