DESARROLLO-AMÉRICA: La batalla por el BID

La contienda por la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se intensificó entre cinco candidatos latinoamericanos a sólo cuatro días de la elección, aunque el colombiano Luis Alberto Moreno aparece como favorito con el fuerte apoyo de Estados Unidos.

La salida en septiembre próximo del actual presidente del organismo multilateral, el uruguayo Enrique Iglesias, quien ocupa el puesto desde 1988, desencadenó una batalla política por el liderazgo de una de las instituciones más influyentes en América Latina y el Caribe.

El BID es la principal fuente de financiamiento multilateral para el desarrollo latinoamericano y caribeño, al punto de que le entregó préstamos por 6.000 millones de dólares el año pasado, más de lo que el Banco Mundial concedió a esta región en el mismo período.

Estados Unidos domina la junta del BID, con 30 por ciento de las acciones. Argentina y Brasil tienen 10,7 por ciento cada uno, México 6,9 por ciento y Venezuela 5,7 por ciento.

Estados Unidos respalda a Moreno, el embajador de Bogotá en Washington y un incondicional impulsor del llamado Plan Colombia, de lucha contra el narcotráfico y la insurgencia en ese país sudamericano con financiación de la Casa Blanca.

Esto preocupa a algunas organizaciones no gubernamentales, pues temen que Moreno, de ser elegido, sea fuertemente influenciado por el gobierno estadounidense de George W. Bush.

Moreno tiene muchos contactos en Washington, donde el BID tiene su sede, luego de haber pasado nueve años promoviendo el Plan Colombia y forjando estrechas relaciones con congresistas y otros líderes políticos estadounidenses.

Pero otros países de peso dentro del BID también tienen a sus propios candidatos. El hombre de Brasil es Joao Sayad, actual vicepresidente del organismo multilateral, el de Perú es su ministro de Economía, Pablo Kuczynski, el de Venezuela es el ex ministro de Finanzas de ese país José Rojas y el de Nicaragua es el presidente de su Banco Central, Mario Alonso.

Para ser elegido presidente, un candidato debe recibir el respaldo de países que representen la mayoría de las acciones del BID y además la mayoría absoluta de por lo menos 15 votos entre los 28 gobernadores del organismo. La elección se realizará el miércoles 27.

El candidato brasileño y el venezolano son considerados las principales amenazas a las pretensiones de Estados Unidos.

Brasil es la economía más grande de América Latina y ha intentado llevar adelante una política exterior independiente de Washington que a la vez le dé una mayor influencia regional.

El gobierno brasileño de Luiz Inácio Lula da Silva tiene una postura firme ante Estados Unidos y ha logrado ganar algunas pequeñas batallas diplomáticas.

Pero algunos activistas señalan que el nombre del nuevo presidente no hará ninguna diferencia en una institución que ya tiene una agenda económica bien definida en la región.

”El tipo de trabajo que hacemos con estas instituciones nos ha demostrado que el candidato que sea tiene poco que ver con cómo se dirige el organismo”, dijo a IPS Nadia Martínez, investigadora del Instituto de Estudios Políticos, con sede en Washington, y directora de Proyectos Americanos de la no gubernamental Red de Energía y Economía Sustentable (SEEN, por sus siglas en inglés), que sigue de cerca los proyectos del BID.

”El banco va en una dirección en la que ninguna persona puede ya marcar una diferencia”, sostuvo.

De hecho, todos los candidatos están de acuerdo con la línea establecida por Iglesias de financiar grandes proyectos de infraestructura y facilitar la interconexión física de los países latinoamericanos a través de una polémica Iniciativa de Integración de Infraestructura Regional en Sudamérica, criticada por activistas por sus efectos ambientales y sociales.

El candidato venezolano, como representante de su país en la junta del BID, y el brasileño, como actual vicepresidente, son personas con acceso a información privilegiada del organismo y que han participado de la toma de decisiones en los últimos años, incluso sobre proyectos polémicos, señaló SEEN.

Aunque ambos han mostrado cierta independencia respecto de Estados Unidos, en comparación con el candidato colombiano, sólo han hecho unos cambios marginales en la política del organismo.

Parte de la orientación del BID ha sido respaldada por los propios gobiernos latinoamericanos. Argentina, Brasil y Venezuela son partidarios de una mayor interconexión física a través de grandes proyectos interfronterizos.

No obstante, algunos grupos no gubernamentales señalan que un presidente menos ligado a Estados Unidos sería más beneficioso para América Latina y el Caribe.

”Por supuesto, un presidente por sí solo, independientemente del nombre o del país, no puede cambiar las políticas ni la estructura de toma de decisiones ni los proyectos del banco”, subrayó Fabrina Furtado, analista de Rede Brasil, una alianza brasileña de más de 80 organizaciones no gubernamentales y movimientos sociales.

”Tenemos que admitir que hay una gran diferencia en la relación que tienen Brasil y de Venezuela con las instituciones financieras internacionales y con las políticas de Estados Unidos, que han durante toda la historia han perjudicado a los latinoamericanos, en comparación con Colombia”, dijo Furtado a IPS en una entrevista por correo electrónico.

”Cuanto más democrático e independiente de la influencia estadounidense sea el país del nuevo presidente, más posibilidades habrá de cambio”, sostuvo.

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