«¿Cómo es posible que veamos desde el ómnibus tantas vacas y tantos árboles con frutas junto a tantos pero tantos niños con hambre?», se cuestionó Cristian Beliz, de 13 años, al llegar a Buenos Aires para protestar porque en un país rico en alimentos, millones de menores no tienen comida.
La Marcha por la Vida del Movimiento de los Niños del Pueblo, organizada por la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA) y unas 300 entidades sociales de todo el país, partió el 20 de junio de la provincia nororiental de Tucumán y llegó este viernes a la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, sede de la presidencia.
"¿A quién no le gustaría que se terminara el hambre en Argentina?", se preguntó Julio Rojas, de 12 años, otro de los caminantes consultados por IPS. "Sería bueno que esta marcha sirviera para que algo cambie", replicó a la pregunta sobre qué esperaba lograr con esta protesta.
Cristian y Julio son dos de 500 niñas y niños de 10 a 14 años de todas las provincias de este país sudamericano, que llegaron al centro de la capital tras recorrer en ómnibus y a pie 4.500 kilómetros de calles, caminos y carreteras, atravesando los barrios más pobres de Tucumán, La Rioja, Catamarca, Córdoba, en el norte y centro, Santa Fe, Corrientes, Entre Ríos, en el noreste, y Buenos Aires.
En la marcha, partió el representante en Argentina del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), Jorge Rivera Pizarro. Se sumaron luego religiosos y activistas de derechos humanos, como el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel o la presidenta de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini.
La participación de Unicef se debe a que "los niños juntos tienen una energía y un entusiasmo enormes para expresar un problema en el que muchos adultos solo teorizamos", dijo Rivera Pizarro, quien convocó a los dirigentes políticos a pensar el modo de repartir mejor los ingresos de este país.
Los niños viajaron en ómnibus con maestras y maestros que dictaron clases durante el recorrido, para evitarles el retraso escolar. Pernoctaron en escuelas, comedores y otros sitios en que les ofrecieron albergue, alimentos, música, juegos y deportes.
Veinte kilómetros antes de llegar a cada ciudad, se apeaban de los vehículos para comunicar el mensaje estampado en las pecheras azules que lucían: "El hambre es un crimen". Cientos o miles de personas salían a recibirlos en pueblos y ciudades.
En diálogo con IPS, el sociólogo Alberto Morlachetti, coordinador de la marcha, celebró la solidaridad de los residentes, y se lamentó de que los dirigentes políticos hubieran "huido" de sus despachos ante la llegada de los niños. Ningún gobernante los recibió, pero igualmente les dejaron su mensaje.
"Ojalá la emoción y la solidaridad expresada por la gente en nuestro recorrido se traduzca en acciones del gobierno para erradicar la pobreza", dijo el coordinador.
Gobernadores y alcaldes evitaron encontrarse con la original marcha, y en la capital, el presidente Néstor Kirchner solo recibió este viernes a la nueva estrella del básquetbol, el argentino Emanuel Ginóbili, quien acaba de ganar con los San Antonio Spurs su segundo campeonato en la liga nacional de Estados Unidos.
Después, el presidente se fue a su provincia natal, la austral Santa Cruz, y delegó el recibimiento de los niños en el ministro del Interior, Aníbal Fernández. Entonces los integrantes de la marcha prefirieron sólo manifestarse en la plaza.
En este país de 37 millones de habitantes, 56,4 por ciento de los menores de 18 años son pobres, y 23,6 por ciento viven en la indigencia. En total hay 7,7 millones de niñas, niños y adolescentes pobres, de los cuales más de tres millones pasan hambre, según un informe del Instituto de Estudios y Formación de la CTA basado sobre estadísticas oficiales.
En 2002, la pobreza general llegó a su máximo histórico en este país, 57,5 por ciento de la población, según cifras oficiales, y se redujo a 40,2 por ciento, de acuerdo con la medición de 2004.
Pero los promedios nacionales ocultan realidades "aberrantes" de algunas provincias, según el estudio "La infantilización de la pobreza en Argentina". En la nororiental Chaco, por ejemplo, 75,2 por ciento de los niños son pobres, y en la norteña Santiago del Estero la indigencia alcanza a 42,8 por ciento de los menores de 18.
Los niños que llegaron este viernes a Buenos Aires son el símbolo de millones "de niños sumergidos en la pobreza en un país donde hay toneladas de alimentos para exportar", explicó Morlachetti.
"No se puede comprender, pero hemos caminado por provincias prósperas por los cultivos de soja, donde se venden autos Ferrari por 200.000 dólares a pocos kilómetros de poblaciones en las que hay niños con el cuerpo tallado por el hambre", dijo.
Los autores del estudio, los economistas Claudio Lozano, Ana Rameri y Tomás Raffo, señalaron que la capacidad económica de Argentina, muy superior a la de países pobres de África o Asia, "no justifica" este estado de cosas.
El problema de la pobreza infantil argentina no resulta de la falta de recursos, sino que "es consecuencia de una matriz económica y social profundamente desigual", afirman en el estudio, y proponen un ingreso universal que llegue directamente a cada uno de los menores afectados.