Al retrato de un campo sin agua que afronta la peor sequía en tres siglos, se unen ahora datos que ponen de rodillas al Portugal verde: en los últimos cinco años ardió casi 25 por ciento del área forestal del país.
La Dirección General Forestal (DGF) aseguró este jueves que en el último lustro el fuego consumió 820.000 hectáreas de bosques de las 3,4 millones de hectáreas que componen el área forestal total de éste país de Europa meridional de 89.000 kilómetros cuadrados de territorio.
Más de la mitad de estos bosques fueron reducidos a cenizas en los trágicos meses de julio y agosto de 2003, cuando ardieron 424.000 hectáreas verdes, en los que fueron catalogados como los peores incendios del continente europeo en los últimos 50 años.
Las principales víctimas de los incendios, que en lo que va de éste año ya consumieron 40.000 hectáreas, son los pinos, eucaliptos y alcornoques, con el obvio daño ambiental, al que en el caso de éste último árbol se une la consecuencia económica.
En el sur de Portugal crece 82 por ciento de los alcornoques del mundo y su corteza es la materia prima para la elaboración del corcho, de cuya producción y posterior comercio mundial este país controla 67 por ciento.
La sequía y los incendios de éste año ya costaron al país 1,5 por ciento de su producto interno bruto de 130.033 millones de euros (156.040 millones de dólares), advirtió el pasado lunes el secretario de Estado de Ambiente, Humberto Rosa.
Ante la alarmante situación, la comisaria de Agricultura y Desarrollo de la Unión Europea (UE), Mariann Fischer Boell, visitó Portugal el pasado fin de semana, calificando de extremamente grave la situación agrícola y ganadera provocada por la sequía, en especial en la región meridional de Alentejo.
Fischer Boell reconoció que a pesar de haber leído muchos datos e informes y oír decir que la situación era seria, ahora pude ver con mis propios ojos que la situación es en realidad muy seria.
En la oportunidad, los agricultores de la región solicitaron a la funcionaria de la UE la asignación de dinero del Fondo de Solidariedad del bloque para reducir los enormes perjuicios causados por la sequía, que se estiman en 60 por ciento de pérdida de las cosechas esperadas para 2006, petición que aún no ha tenido respuesta de Bruselas.
En los próximos días, los 10,2 millones que habitan este país comenzarán a recibir por correo una postal del gobierno pidiendo el ahorro de agua, debido a que en algunas zonas del sur las reservas están a 20 por ciento de su capacidad, lo que se estima una situación límite para atender las necesidades más urgentes de la población.
En todo el territorio nacional, 80 por ciento fue considerado en sequía extrema y 20 por ciento restante en seguía grave. En 21 municipios de todo el país, desde mediados de julio se empezaron a accionar cortes sistemáticos de agua.
En especial en el área rural de Portugal se implora por unas gotas de agua ante una situación desesperada y con previsiones apocalípticas de los expertos para agosto, vaticinando escasez de agua para consumo humano y frecuentes cortes de electricidad.
Los agricultores de Alentejo, donde la temperatura fluctúa entre 37 y 41 grados, solicitaron al gobierno la declaración de estado de calamidad pública.
Sin embargo, el gobierno socialista del primer ministro José Sócrates difícilmente accederá a conceder este estatuto, pese a que la situación lo amerita, simplemente porque los cofres del Estado están vacíos debido a la drástica crisis económica, reveló la semana pasada un trascendido del influyente matutino Público, de Lisboa.
Ante el desolador panorama ofrecido por la sequía, los incendios forestales aparecen como el principal temor de las autoridades en los umbrales del tórrido mes de agosto.
El propio presidente de Portugal, Jorge Sampaio, pese a que según la Constitución no desempeña funciones ejecutivas, las que caben al primer ministro, decidió participar en primera persona en acciones para convencer a la población rural a empeñarse en el combate al flagelo de los fuegos.
El viernes, según indica un comunicado de la presidencia divulgado en la tarde de este jueves, Sampaio visitará Pampilhosa da Serra, Alvaiazere, Figueiró dos Vinhos, Pedrogão Grande, Sertã, Ferreira do Zêzere y Ourem, las comarcas más afectadas por los incendios, todas ubicadas en la zona central del país.
Al fin de su visita a la región, en una labor pedagógica que permite su magisterio de influencia, Sampaio se reunirá en la base aérea de Ferreira do Zêzere con miembros del Poder Ejecutivo, gobernadores civiles y alcaldes, en sesión abierta al público y a la comunicación social.
En efecto, la sensibilización de los municipios y sus habitantes, en especial los rurales, son una muy importante contribución para evitar los incendios forestales, como se desprende de los resultados de un proyecto piloto que defiende la prevención como método sistemático tanto para la preservación del ambiente como para ahorrar dinero.
David Catarino, alcalde de Ourem, es un ardiente defensor de la iniciativa encabezada por el ingeniero forestal Pedro Cortes, uno de los fundadores y socios de la empresa Geoterra.
Los costos de la tragedia son siempre más elevados que la inversión que se pueda hacer en la prevención, apunta Catarino, colocando como ejemplo un estudio de la Federación de Productores Forestales, que demuestra con mucha facilidad, que cada euro de inversión en la prevención, se revierte en el doble o más de lucro.
Cortes y sus colaboradores de Geoterra, recorren el país desde 1994 intentando convencer a los ediles de las ventajas de la prevención de fuegos forestales.
Sin embargo, la pesada burocracia de la UE hizo que sólo en 2003 se aprobase una directiva comunitaria que permite a las alcaldías intervenir en los terrenos privados, con o sin autorización de sus dueños, siempre que esté en causa la preservación e los bosques.
Los estudios del proyecto piloto, realizados en comarcas del centro de Portugal, indican que el costo de limpieza de una hectárea es de 1.500 euros (1.800 dólares), una sola vez, y el de mantenimiento es de 250 euros (300 dólares) una vez por año, cifras insignificantes si se comparan con la pérdida de una hectárea quemada, que puede fluctuar entre 10 y 20 veces más.
El problema principal para poner en práctica estos métodos, reconoce el estudio del proyecto piloto, es que hay cada vez menos personas interesadas en obtener beneficios de los árboles y, por ese motivo, dejan las tierras en muy mal estado.
El abandono forestal, según Cortes, es la principal causa de la dimensión de los incendios. Hay zonas donde los matorrales alcanzan dos metros de altura, en áreas que no han sido limpiadas desde hace 30 años y donde basta casi nada para que una pequeña chispa se transforme en una inmensa bola de fuego. (