URUGUAY: Entre la pobreza y la innovación

El tercer Informe de Desarrollo Humano en Uruguay, presentado este miércoles por el PNUD, observa al país desde dos perspectivas que pueden parecer antagónicas a primera vista: el empobrecimiento económico y social de los últimos años y el espacio existente para una economía basada en la innovación y el conocimiento.

"Es notable que el crecimiento económico experimentado por Uruguay hasta 1999 fue muy poco intensivo en tecnología, a diferencia del de otros países de la región", dijo a IPS el representante residente del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), Pablo Mandeville.

El motor de dicho crecimiento fue el sector agroexportador, el mismo que empuja la actividad desde 2003, en una coyuntura internacional de precios elevados de los productos básicos. Pero al mismo tiempo, este pequeño país sudamericano es el principal exportador de software de América Latina.

El estudio, dividido en dos partes, analiza las posibilidades de poner en marcha una economía dependiente de la eficacia y eficiencia con que se generen, distribuyan y utilicen los conocimientos en el conjunto de la economía.

"En Uruguay existen núcleos innovadores y son más competitivos y creativos que el promedio de la economía, pero aún no se constituyen en soportes" para propagar "los procesos creativos hacia el resto de la sociedad", dijo la investigadora Lucía Pittaluga, del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de la República.

A su juicio, hay "espacio concreto de acción para políticas públicas que pongan en marcha una estrategia de desarrollo basada en el conocimiento".

La principal fortaleza uruguaya es una "masa crítica" de empresas y otras instituciones relacionadas con actividades intensivas en conocimientos, sostiene el informe cuya realización insumió dos años.

Los investigadores encuestaron a 500 firmas productoras de bienes y servicios intensivos en conocimientos, usuarias o demandantes de los mismos, y entidades de investigación y desarrollo, en cinco sectores: software y servicios informáticos, biotecnología, servicios empresariales de ingeniería, industria ambiental e industria farmacéutica.

Las empresas encuestadas aportan 40 por ciento de las exportaciones uruguayas.

Sin embargo, el país tiene una base empresarial débil y poco propicia a la innovación, escasa experiencia en mercados internacionales y una estructura productiva desarticulada.

"Si bien existe un conjunto de investigadores que generan conocimientos científicos y tecnológicos de excelencia, éste es débil en términos relativos", afirma el estudio, que no aborda el papel desempeñado por el sistema educativo como promotor o freno de la innovación. Pittaluga dijo a IPS que se trata de "un pilar", especialmente la formación técnica.

Sin embargo, la educación no es "condición suficiente" para asegurar una buena inserción laboral en este tipo de actividades, advirtió.

Las economías intensivas en conocimiento son poco conocidas y sus impactos apenas se están viendo."Un riesgo es la polarización del mercado de trabajo", con un sector bien remunerado y muy calificado y, en el otro extremo, una oferta laboral de muy baja calidad, como ocurre en Estados Unidos, donde la tasa de empleo es alta, sostuvo.

Al presentar el estudio, el presidente Tabaré Vázquez anunció la creación de una comisión honoraria de apoyo al trabajo de la Presidencia de la República en cuestiones de investigación científica e innovación tecnológica, que se sumará a otra, dedicada a las tecnologías de la información.

Entre 1999 y 2002, Uruguay vivió un período recesivo que incluyó la peor crisis económica y financiera de su historia.

Hasta 2001, este país de 3,2 millones de habitantes ocupaba el segundo lugar de América Latina en la lista de desarrollo humano del PNUD. Pero en 2002 su ubicación cayó como consecuencia de la fuerte contracción del producto interno bruto (PIB), y fue superado por Argentina, Barbados, Chile y Costa Rica.

En los años 70 y 80 Uruguay se mantuvo, en el plano mundial, en el grupo de países de desarrollo medio, y a partir de 1990 pasó al de mayor desarrollo. En esa década "se situó entre los lugares 37 y 40 de los 174 países ordenados por su Índice de Desarrollo Humano, y descendió al lugar 46 en 2002", afirma el estudio.

El Índice de Desarrollo Humano del PNUD pretende evaluar la evolución mundial de lo que la agencia de la ONU define como "la ampliación de oportunidades del ser humano".

Aunque la lista de oportunidades puede ser infinita y cambiante, el PNUD adoptó tres como las más relevantes: "disfrutar una vida larga y saludable, adquirir conocimientos y tener acceso a los recursos necesarios para lograr un nivel de vida decente".

A partir de ellas se establece el índice, compuesto de la esperanza de vida, que indica el alcance de la "vida larga y saludable", la matriculación y alfabetización, para la dimensión "conocimientos", y el PIB por persona, que muestra el grado del "acceso a recursos".

En el período estudiado en la primera parte del informe del PNUD (1991-2002), la esperanza de vida aumentó de 72,8 a 75,2 años, ocupando el cuarto mejor lugar entre 14 países sobre los que hay datos.

Pero la mortalidad infantil, que cayó de 21,1 por cada mil nacidos vivos en 1991 a 13,6 en 2002, se elevó a 15 por mil en 2003, indicando el impacto de la mayor pobreza en los niños.

El país tiene un mejor desempeño en el terreno de conocimientos, por su elevada alfabetización y la temprana cobertura de enseñanza primaria, lograda a mediados del siglo XX.

En estas variables, que se miden de un mínimo de cero a un máximo de uno, la alfabetización pasó de 0,963 en 1991 a 0,977 en 2002, y la matriculación de 0,785 a 0,864 en el mismo periodo.

A partir de la crisis, más jóvenes concurrieron a la educación media, lo que parece indicar que la poca oferta de empleos incentivó el regreso a las aulas.

En la dimensión de recursos, Uruguay se ubicaba séptimo en la región en 2002, con un PIB por persona de 7.834 dólares, valor similar al de Brasil.

Sin embargo, el estudio reconoce que no es éste el mejor indicador de la capacidad de los hogares para acceder a los recursos. Se analiza entonces la evolución del ingreso de los hogares, que cayó 30 por ciento de 1999 a 2004.

El informe analiza la situación de la pobreza a la luz de diferentes mediciones, por ingresos o multidimensionales (incorporando variables de salud, educación y empleo), dando cuenta que el país tiene 31,6 por ciento de su población pobre, condición que alcanza a 56 por ciento en los niños de hasta cinco años, según datos oficiales.

Respecto de la mayor incidencia de la pobreza en zonas rurales o localidades menores a 5.000 habitantes, no consideradas en las estadísticas oficiales, la economista Andrea Vigorito dijo a IPS que se trata de "un mito".

El último estudio en esos lugares, efectuado en 1999 por el Ministerio de Ganadería y Agricultura, "no mostró un país rural más pobre", sostuvo Vigorito, también del Instituto de Economía.

Agencias como el PNUD y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe han reconocido que Uruguay está en condiciones de cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que se proponen, entre otras metas, lograr que en 2015 la proporción de población mundial indigente y hambrienta sea la mitad que en 1990.

El nuevo gobierno, que asumió en marzo, puso en marcha un plan nacional para combatir la exclusión y la pobreza extrema, que según se calcula afecta a cuatro por ciento de la población.

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