La conexión entre dictaduras latinoamericanas, servicios de inteligencia de Estados Unidos y grupos de exiliados cubanos anticastristas surgió como historia aún inconclusa en un foro sobre terrorismo organizado esta semana en La Habana.
Si trabajamos todos juntos, tendríamos todos los datos más rápidamente… No podemos perder otro siglo, dijo la periodista argentina Stella Calloni, durante una de las sesiones del encuentro internacional Contra el Terrorismo, por la Verdad y la Justicia, que se celebra entre el jueves y este sábado.
Al foro convocado por Cuba asisten cientos de intelectuales, activistas, periodistas y líderes políticos y sociales de más de 60 países. El cierre, este sábado por la noche, será con un concierto de homenaje al músico chileno Víctor Jara, asesinado en septiembre de 1973 por los golpistas que acababan de tomar el poder en su país.
Calloni es autora del libro Operación Cóndor: pacto criminal, que analiza la coordinación represiva que funcionó en los años 70 y 80 entre las dictaduras del Cono Sur de América para perseguir y eliminar opositores.
Ese esquema, patrocinado por la estadounidense Agencia Central de Inteligencia (CIA), tuvo miles de víctimas en Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, y algunos testimonios indican que sus tentáculos llegaron a América Central.
No desaprovechemos esta oportunidad, dejemos a un lado cualquier vanidad, el Cóndor no es de ninguno de nosotros, sino de las víctimas, hagamos un centro al estilo judío para esclarecer la verdad y los culpables, propuso la periodista.
La idea fue apoyada por otros asistentes. La Operación Cóndor fue una transnacional del terror. Es necesario que coordinemos la información que tenemos para que la impunidad termine, dijo el paraguayo Alfredo Boccia, coautor de investigaciones en su país.
Calloni sostuvo que la CIA creó en los años 60 una suerte de equipo de estrellas del terrorismo, con exiliados cubanos contrarios al gobierno de Fidel Castro, para aniquilar a opositores en varios países latinoamericanos.
Los integrantes del equipo de estrellas se llaman Luis Posada Carriles, los hermanos (Guillermo e Ignacio) Novo Sampoll, Virgilio Paz, Félix Rodríguez, Dionisio Suárez y Gaspar Jiménez Escobedo, dijo.
Calloni sostuvo que Posada Carriles, Jiménez, Guillermo Novo Sampoll y Pedro Remón saben todo acerca del asesinato del presidente estadounidense John Kennedy en 1962, de las atrocidades de Anastasio Somoza (1967-1979) en Nicaragua y de las dictaduras militares de América del Sur.
Los cuatro cubanos fueron arrestados en Panamá en 2000 luego de ser acusados por Castro de preparar un atentado en su contra.
El tribunal que los juzgó, dictó penas de entre siete y diez años de prisión, pero en agosto de 2004 fueron liberados y dejaron Panamá, tras ser indultados por la presidenta Mireya Moscoso, cuando estaba a punto de entregar su mandato.
Jiménez, Novo Sampoll y Remón viajaron de inmediato a la ciudad estadounidense de Miami, refugio también de Orlando Bosch, otro exiliado cubano involucrado junto a Posada Carriles en el atentado explosivo de un avión de Cubana de Aviación en 1976, frente a las costas de Barbados, en el que murieron sus 73 ocupantes.
Luego de un período en que presumiblemente estuvo en América Central, Posada Carriles reapareció en Estados Unidos en abril, donde fue arrestado en mayo por ingresar ilegalmente a ese país. El 13 de este mes se celebrará la audiencia sobre su situación migratoria.
Miami es la cueva del terrorismo internacional. El que faltaba era Posada Carriles, dijo la periodista venezolana Alicia Herrera, autora del libro Pusimos la bomba y qué, en el que los dos ejecutores del atentado, los fotógrafos Freddy Lugo y Hernán Ricardo, se vanaglorian del atentado contra el avión.
Lugo y Ricardo, ambos venezolanos, fueron condenados en su país y purgaron 12 años de prisión.
Posada Carriles estuvo preso por ese delito en Venezuela, pero logró huir el 18 de agosto de 1985, antes de que se dictara sentencia, con el apoyo de la Fundación Nacional Cubano Americana, organización de exiliados en Miami, afirma La Habana.
La semana pasada, el gobierno de George W. Bush desestimó un pedido de arresto con fines de extradición de Posada Carriles, librado por la justicia de Venezuela, alegando que en la solicitud faltaba información básica.
Documentos desclasificados y divulgados a mediados de mayo por el no gubernamental Archivo de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés) un instituto independiente que funciona en el ámbito de la Universidad George Washington, confirmaron las actividades de Posada Carrilles y sus vínculos con la CIA.
Calloni vinculó el Plan Cóndor y la situación de la base naval estadounidense emplazada en la bahía cubana de Guantánamo, donde Washington tiene recluidas desde fines de 2001 a personas a las cuales no se les ha celebrado juicio y que reciben tortura.
Estados Unidos mantiene en Guantánamo a cientos de personas, a las que califica de combatientes ilegales, les niega el trato de prisioneros de guerra, pero tampoco formula cargos en su contra ni les permite tener defensa legal ni contacto con sus familias.
Organizaciones de derechos humanos y algunos de los detenidos allí que recobraron la libertad, denunciaron la práctica sistemática de malos tratos en Guantánamo.
Los nombres pueden cambiar, pero las prácticas y los presupuestos son los mismos, en el contexto del esquema de contrainsurgencia y de seguridad nacional de Estados Unidos, dijo Calloni.
El encuentro forma parte de la campaña emprendida por Cuba para exigir que se castigue a Posada Carriles y demás responsables del ataque contra el avión y de otros atentados contra objetivos civiles de este país.
Familiares de las víctimas del crimen de Barbados constituyeron el miércoles un comité para promover que la opinión pública estadounidense apoye sus demandas de justicia y se sume a la condena del terrorismo internacional.