MUJERES: Seis australianas entre mil nominadas a Nobel de la Paz

La australiana Stella Cornelius está orgullosa integrar la lista de un millar de mujeres y organizaciones femeninas de 150 países nominadas colectivamente al premio Nobel de la Paz.

Pero no es ése su único motivo de satisfacción.

”La candidatura me dice: 'Stella, perteneces a una magnífica fraternidad de mujeres, no solo 1.000, sino millones, que a lo largo de la historia de la humanidad han trabajado por la paz'”, dijo Cornelius, conocida experta en paz, resolución de conflictos, justicia social y derechos humanos.

Cornelius figura entre seis australianas honradas este miércoles en el parlamento del estado de Nueva Gales del Sur, cuando sus nombres fueron, por obra de los husos horarios, los primeros en anunciarse de la extensa lista de candidatas.

También están en la nómina Faith Ida Lessing Bandler, pacifista y defensora de los derechos de los pueblos indígenas, y Zohl de Ishtar, abanderada de proyectos comunitarios aborígenes, los derechos culturales y el antimilitarismo y conocida opositora a la energía nuclear y el colonialismo.

Las restantes son Alexandra Hazel Gater, Jo Vallentine y el grupo de ancianas Kupa Piti Kungka Tjuta, de la meridional localidad de Coober Pedy, dedicado a preservar la cultura aborigen para las futuras generaciones.

La contribución de Cornelius a la paz mundial fue ampliar las posibilidades de entrenamiento para la resolución de conflictos. Las técnicas que desarrolló se aplican ahora en lugares de trabajo, universidades, escuelas y organizaciones comunitarias.

Apenas 12 mujeres recibieron el premio Nobel de la Paz desde su creación en 1901, fecha en que lo compartieron el suizo Henri Dunant, fundador de la Cruz Roja y promotor de las Convenciones de Ginebra, y el pacifista francés Frédéric Passy compartieron el galardón.

Éstas fueron la keniata Wangari Maathai, la iraní Shirin Ebadi, las estadounidenses Jody Williams, Emily Greene Balch y Jane Addams, la guatemalteca Rigoberta Menchú Tum, la birmana Aung San Suu Kyi, la albanesa Madre Teresa de Calcuta, la sueca Alva Myrdal, las irlandesas Betty Williams y Mairead Corrigan, y la austríaca Bertha Sophie Felicita von Suttner.

El proyecto 1.000 Mujeres y un Premio Nobel de la Paz del 2005 se inició en 2003, en la convicción de que el compromiso femenino por la paz debería ser reconocido públicamente.

La iniciativa correspondió a un grupo de ciudadanos suizos, pero ahora cuenta con apoyo de una red mundial de organizaciones que incluye varias agencias del sistema de las Naciones Unidas.

Hasta ahora hubo escaso reconocimiento para las mujeres que trabajan por un mundo sin discriminación, explotación, violencia y guerra, y con acceso universal a buena alimentación, agua potable, educación y atención médica.

La nominación colectiva reconoce la labor de mujeres en todos los ámbitos de actividad, con el denominador común de que se consagraron a un futuro libre de violencia. El criterio de nominación incluyó la integridad y el compromiso prolongado.

Las mujeres nominadas proceden de la política, la defensa de los derechos humanos, la economía, la promoción de la paz, la salud, la educación, el ambiente y los derechos de la infancia, así como de campañas contra la violencia, la delincuencia y el tráfico de seres humanos.

Las candidatas trabajan tanto a nivel local como regional, nacional e internacional.

Bandler, quien trabajó incansablemente en el exitoso referéndum que reconoció el pleno derecho a la ciudadanía de la población indígena australiana, consideró que las nominadas son fieles a la consigna de ”no rendirse nunca”.

La lucha de la activista se vio motivada por los abusos y exclusiones que sufrió ella misma como una niña indígena en la predominantemente blanca Australia.

Gater, la primera nativa australiana ordenada como pastora anglicana, también luchó contra el racismo y la reconciliación entre las comunidades indígenas y los colonos blancos de Australia.

”Las kungkas (ancianas) siempre son las pacificadoras, las que cuidan a los niños y al país y las que mantienen la cultura viva”, declaró el grupo Kupa Piti Kungka Tjuta, integrado por mujeres de comunidades que sobrevivieron a pruebas con armas nucleares en el desierto meridional australiano hace medio siglo.

En 1998, el gobierno propuso la creación de un basurero nuclear en Coober Pedy, pero las ancianas lo impidieron con su enérgica campaña Irati Wanti (El Veneno, ¡Déjenlo!).

”Como lesbiana, me da mucho orgullo la nominación a este premio compartido, que dice mucho sobre la resistencia y el poder de las mujeres”, dijo Zohl de Ishtar.

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