Mientras la violencia en Iraq no cede, la situación en Haití, otro país en que Estados Unidos jugó un papel clave para cambiar el régimen, va también de mal en peor, advirtieron observadores en Washington.
El Consejo de Seguridad de la ONU, que debe decidir si prorroga el plazo de su misión de paz en Haití (Minustah), confiaba en que a estas alturas ya habría cuatro millones de personas registradas para votar en las elecciones que comenzarán a realizarse dentro de cuatro meses. Pero hasta ahora solo se empadronaron 65.000 votantes.
La intención del órgano ejecutivo de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) es que a comienzos del año próximo se instale en Puerto Príncipe un gobierno elegido en las urnas.
Una señal aun más desalentadora del caos y la inseguridad que reina en la nación más pobre de América es la creciente cantidad de balseros que intentan huir de la isla de La Hispaniola, compartida por este país al oeste y República Dominicana al este.
En mayo, la Guardia Costera estadounidense recogió en los alrededores de la isla y devolvió a su país a más de 400 haitianos, el doble que el promedio mensual de 200 registrado desde enero.
Y apenas en los 10 primeros días de junio, la Guardia Costera, que aumentó su presencia en las aguas cercanas a Haití, los balseros hallados en alta mar fueron casi 300.
Los haitianos se derraman por los alrededores, por lugares a los que nunca antes habían ido, dijo Jocelyn McCalla, directora de la Coalición Nacional por Derechos Haitianos con sede en Nueva York. San Cristóbal y Nevis, Domínica, Barbuda, Islas Vírgenes, Turcas y Caicos, Bahamas y Jamaica… Esos países están aterrados por lo que está sucediendo.
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, y el gobierno de George W. Bush le han solicitado al Consejo de Seguridad que eleve 10 por ciento los 7.400 soldados y policías hoy apostados en Haití en el marco de la Minustah.
Bush y sus colaboradores consideran, incluso, desplegar en las vísperas de las elecciones una fuerza de medio millar de sus propios soldados en Haití o en los mares que lo rodean.
Pero algunos analistas insisten en que tales pasos serían insuficientes, dada la anarquía y criminalidad reinantes. Uno de los objetivos de Minustah es combatir a las pandillas armadas constituidas por ex soldados y simpatizantes del ex presidente Jean Bertrand Aristide, derrocado y exiliado forzosamente el 29 de febrero de 2004 con la anuencia de Estados Unidos y Francia.
El sábado pasado, por ejemplo, se registraron 11 secuestros, y solo en Puerto Príncipe.
Se agota el tiempo para salvar a Haití de convertirse en un fracaso perpetuo , dijo Mark Schneider, director de la oficina en Washington del Grupo Internacional de Crisis (IGC), organización académica con sede en Bruselas que propone medidas más fuertes para acabar con el caos.
El Consejo de Seguridad debería ampliar las potestades y el tamaño de Minustah, según Schneider. La misión tendría, por ejemplo, que hacerse cargo del control de la Policía Nacional Haitiana de 5.000 efectivos. También deberían sumarse 3.000 agentes internacionales de policía a los 1.300 ya apostados en el terreno.
Por otra parte, Schneider propuso que la ONU establezca tribunales internacionales para considerar casos críticos que involucran a figuras políticas, entre ellas el ex primer ministro Yvon Neptune, que ha apelado a la huelga de hambre para protestar por su estatus de detenido sin juicio durante 11 meses.
El arresto de Neptune es embarazoso para el gobierno de Bush, observó este jueves el diario estadounidense The New York Times. Hace apenas dos meses que el ex gobernante fue acusado formalmente de involucramiento en una masacre en St. Marc, durante la insurrección de ex soldados que alentó la caída de Aristide.
Schneider consideró que el ex ministro de Justicia Bernard Gousse, quien renunció el miércoles, había politizado su cartera al acelerar las acusaciones contra Neptune y otros dirigentes del partido de Aristide, Lavalas, y no las previstas contra ex soldados y policías corruptos.
El ICG también solicitó a Minustah elevar el desarme de las milicias ilegales en su lista de prioridades, de modo de acelerar el proceso antes de las elecciones.
Para eso, el Consejo de Seguridad debería desplegar al menos dos brigadas de acción rápida, de un millar de efectivos cada una, explicó Schneider.
Pero las recomendaciones del ICG no son suficientes, según McCalla. No solo se debe controlar a la policía, sino a todo el gobierno, dijo a IPS, al tiempo que se inclinó por retrasar las elecciones.
Al igual que en Iraq, el gobierno de Bush subestimó las dificultades de la transición después de que forzaron la caída y el exilio de Aristide.
Se habían convencido a sí mismos de que Haití sería un paseo, y que todo lo que necesitaban para que todo tenga color de rosa era sacar a Aristide de allí, estacionar tropas por un par de meses, instalar un nuevo gobierno, traer una fuerza internacional. No resultó así, concluyó. (