El seminario de expertos en cambio climático de todo el mundo, una instancia informal inédita en el debate para reducir emisiones de gases de efecto invernadero, no colmó las expectativas de sus impulsores.
El ejercicio fue bueno, permitió ventilar puntos de vista generales, pero no logró satisfacer a quienes esperábamos anuncios de medidas efectivas para la reducción de emisiones, dijo a IPS a su regreso de Bonn, Alemania, el embajador argentino Raúl Estrada Oyuela, mentor de la propuesta.
La iniciativa fue lanzada durante la X Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, celebrada en diciembre en Buenos Aires, y tenía como propósito principal mantener a Estados Unidos dentro del debate sobre el abatimiento de los gases que recalientan la atmósfera.
Al inaugurar el seminario de Bonn, entre el 16 y el 17 de mayo, la secretaria ejecutiva de la Convención, la holandesa Joke Waller-Hunter, elogió el encuentro inédito en las negociaciones sobre cambio climático, ponderó aportes previos de los participantes y los exhortó a celebrar una jornada histórica.
Pero la frustración se presagiaba en el último día de deliberaciones en Buenos Aires cuando los países más renuentes aceptaron la iniciativa, forzando a los delegados a dejar sentado que no implicaba negociar ningún compromiso futuro.
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Este punto preocupaba no sólo a Estados Unidos sino a países en desarrollo que contribuyen fuertemente con la contaminación atmosférica, vinculada por la ciencia con el cambio climático, como China, India y Brasil.
El actual recalentamiento de las temperaturas medias obedece a actividades humanas, en particular a los gases liberados por la combustión de petróleo, gas y carbón, el principal de los cuales es el dióxido de carbono.
Esos gases se acumulan en la atmósfera y, por su gran capacidad para retener el calor de los rayos solares, acentúan el efecto invernadero natural.
La consecuencia de ese recalentamiento es un cambio climático global que tendrá múltiples manifestaciones regionales y locales, entre ellas derretimiento de hielos polares y glaciares, elevación del nivel del mar, sequías, tormentas, huracanes e inundaciones.
Estados Unidos es el principal emisor de gases invernadero, con una cuarta parte del total mundial. En 2001 su gobierno retiró la firma del Protocolo de Kyoto, único instrumento internacional para reducir esta contaminación.
El Protocolo entró en vigor en febrero e impone a los países industriales que lo firmaron y ratificaron un abatimiento de las emisiones de gases a volúmenes 5,2 por ciento inferiores a los de 1990. El plazo para operar esas reducciones vence en 2012.
Estrada Oyuela, participante activo en 1997 de la redacción del Protocolo en la ciudad japonesa que le dio nombre, estima imprescindible reincorporar a Estados Unidos, incluso con un acuerdo hecho a su medida.
Por eso consideró buena idea convocar a una instancia sin ataduras, para incluir a la primera potencia mundial en la discusión.
Al encuentro de Bonn asistieron expertos gubernamentales de casi todos los países del mundo, en vísperas de las reuniones ordinarias de los órganos subsidiarios de la Convención.
Durante el seminario, la delegación de Estados Unidos hizo una presentación sin muchas novedades en materia de mitigación del cambio climático, según Estrada Oyuela. Los estadounidenses reiteraron su compromiso en el desarrollo de proyectos para absorber dióxido de carbono y para obtener tecnologías de producción de energía a través del hidrógeno.
Estados Unidos está buscando nuevas tecnologías para reducir y mitigar sus emisiones, dijo el diplomático, una actitud similar a la adoptada ante el Protocolo de Montreal que reguló la producción de gases que agotan la capa de ozono, protectora de la vida terrestre de las radiaciones solares nocivas.
En ese caso, Estados Unidos prefirió esperar el desarrollo de sustitutos de los dañinos compuestos clorofluorocarbonos, de amplia aplicación industrial.
En cambio China, el segundo gran emisor global de gases invernadero, expuso cambios. La delegación de Beijing remarcó su voluntad de producir energía de forma cada vez más eficiente. No se puede esperar que China reduzca su oferta de energía, que es baja, pero sí que lo haga en forma eficiente, sostuvo.
El gigante asiático, con 1.300 millones de habitantes, por ser país en desarrollo no tiene obligaciones bajo el Protocolo de Kyoto, pero se ha mostrado dispuesto a contribuir adoptando técnicas más eficientes en la producción de energía, que descansa abrumadoramente en el muy contaminante carbón mineral.
Los expertos también debatieron sobre las dificultades para implementar el mecanismo de desarrollo limpio, un instrumento del Protocolo de Kyoto destinado a estimular a los países industriales a desarrollar proyectos limpios de generación o consumo de energía en países del Sur.
La idea detrás de este mecanismo, y de otros previstos en el Protocolo, es compensar la contaminación de empresas y países del mundo rico, mediante su inversión en tecnologías limpias que ayuden a las naciones pobres a desarrollarse sin recorrer el camino de contaminación que siguieron las grandes potencias, como Estados Unidos y Europa.
Pero estos instrumentos se basan sobre incentivos comerciales destinados a despertar el interés de lucro de las empresas y a crear el negocio de la reducción de emisiones.
La delegación de México expuso una visión muy crítica del funcionamiento de este mecanismo. El viceministro de Ambiente, Fernando Tudela, sostuvo que era una buena idea, pero podía convertirse en un incentivo perverso por algunos desvíos que se registran en sus aplicaciones.
Estrada Oyuela acepta que existen esos riesgos y los atribuye a la asimetría de los países participantes, a los controles necesarios y a los consecuentes costos de las transacciones, que pueden volver económicamente poco atractivas las inversiones.
El experto argentino recordó que el mecanismo de desarrollo limpio nació de una propuesta de Brasil para crear un fondo destinado a asistir a países del Sur con grandes volúmenes de emisiones. Naciones de ese porte resultan atractivas para la inversión en tales proyectos, pero no ocurre lo mismo con países más chicos, observó.
Si bien el seminario contó con una amplia participación, no se avanzó en el debate de fórmulas para establecer nuevos compromisos de reducción posteriores a 2012, cuando expira el plazo establecido por el Protocolo de Kyoto.
Los expertos consideran que un marco que incentive la inversión en proyectos de desarrollo limpio requiere la discusión de las pautas que regirán futuros acuerdos de reducción de emisiones.
No advertí el propósito de seguir avanzando en la línea de los seminarios, ni tampoco registré un liderazgo para conducir el proceso que viene, aunque Canadá, el país sede de la próxima conferencia de la Convención, podría estar buscando alternativas para sacar la discusión adelante.
Durante la conferencia de Buenos Aires, Argentina empujó la iniciativa de realizar un seminario y la de elaborar un plan de adaptación al cambio climático, ahora el próximo presidente deberá resolver si avanza con esas ideas o si propone otras. Por el momento, falta el impulso de una conducción, estimó.
La XI Conferencia de Cambio Climático se celebrará este año en Montreal, Canadá, del 28 de noviembre al 9 de diciembre. En esos mismos días, los delegados participarán de la primera reunión de las partes del Protocolo de Kyoto, tras su entrada en vigor.