El número de estanques camaroneros en Ecuador, Honduras y México se multiplica para lucro de sus dueños, pero también aumenta la destrucción de manglares, bosques costeros protectores que tienen influencia en la vida de 70 por ciento de los peces y crustáceos de interés comercial.
En los últimos 12 años, las piscinas donde se crían camarones, gran parte de ellas ubicada en lugares que antes eran manglares, crecieron vertiginosamente hasta causar significativos problemas ambientales, indicó el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Esa agencia difundió a propósito del Día Mundial del Medio Ambiente, que se celebra este domingo, el documento Un solo planeta y mucha gente: Atlas de nuestro cambiante medio ambiente, realizado con base en tomas satelitales.
En las imágenes salta a la vista que en el caso de América Latina, las camaroneras de Ecuador y Honduras arrasaron con el manglar. En el primer caso en el golfo de Guayaquil y en el segundo en el de Fonseca, en el Océano Pacífico, compartido por Honduras, Nicaragua y El Salvador.
Los criaderos de camarón y los estanques se han multiplicado, tapizando el paisaje, (y) se han despejado manglares, defensas costeras naturales y viveros para peces libres, para ocuparlos como criaderos, apunta el documento.
No aparece en las imágenes México que, detrás de Ecuador y Honduras, es el más importante productor de camarón cultivado en el continente americano, pero la destrucción de su manglar también es grave, según ambientalistas.
En Honduras la superficie que ocupan las camaroneras pasó de 1.450 hectáreas en 1986 a 10.500 hectáreas actualmente.
Según cifras del Banco Central hondureño, la exportación de camarón cultivado significó ingresos de 152 millones de dólares en 2004. Esa actividad genera unos 24.750 empleos, informó a Tierramérica Alberto Zelaya, miembro de la Asociación Nacional de Acuicultores.
Pero la expansión de las camaroneras también causó un grave impacto social y ecológico en Honduras, dijo a Tierramérica Saúl Montufar, portavoz del no gubernamental Comité para la Defensa y Desarrollo de la Flora y Fauna del Golfo de Fonseca.
En lo social hubo marginación y desalojo de familias pesqueras en las zonas de cultivo, pérdida de acceso a sitios tradicionales de pesca y un descenso en la explotación pesquera, apuntó.
En materia ambiental hubo un abuso en la introducción de miles de toneladas de nutrientes (para alimentar a los camarones de cultivo) que incidieron en la pérdida de calidad de las aguas y la destrucción de amplias zonas de manglar, explicó Montufar.
Similares problemas se registran en Ecuador, donde la superficie original de manglar original, de unas 363.000 hectáreas, se redujo a 108.000 en 2000, indicó a Tierramérica Marianeli Torres, coordinadora local de la Red Manglar Internacional.
Los activistas ecuatorianos hondureños y mexicanos sostienen que las regulaciones ambientales dictadas en sus países para las camaroneras son insuficientes, se violan o simplemente se ignoran.
Los mexicanos, por ejemplo, temen que la destrucción del manglar avance rápidamente en los próximos años debido a insuficiencias legales.
Según denuncian, la norma que originalmente protegía estrictamente a esos ecosistemas fue modificada en 2004 por el gobierno del presidente Vicente Fox, para permitir el corte de manglar a cambio de compensaciones económicas.
El gobierno cambió la norma sin las consultas previas que establecía la propia ley, con el único afán de beneficiar proyectos como ampliación de puertos, turismo y acuacultura, dijo a Tierramérica Héctor Magallón, coordinador de la campaña de Bosques del grupo ambientalista internacional Greenpeace.
En México, los manglares ocupan hoy 886.760 hectáreas, o sea 69.389 menos que en 1993, mientras la producción de camarón en piscina pasó de 30.000 toneladas en 2000 a 60.000 en 2004.
Pero el problema no es privativo de países latinoamericanos.
La superficie de manglares en el mundo se redujo en las últimas décadas 35 por ciento, para llegar a unos 17 millones de hectáreas. La destrucción avanza a una tasa anual de 2,1 por ciento, ritmo superior al 0,8 por ciento con el que desaparecen los bosques tropicales, de acuerdo con estudios recogidos por Greenpeace.
Las principales causas de la desaparición de este ecosistema son, en orden descendente, acuicultura y construcción de granjas camaroneras, deforestación, alteraciones y obstrucción del flujo de agua, cambio de uso de suelo y contaminación con herbicidas.
Los manglares, hoy convertidos en uno de los ecosistemas más amenazados en el mundo, brindan numerosos beneficios.
Setenta por ciento de los peces que se capturan en el mar nació o se reprodujo en manglares, o dependió de alguna manera de ellos, señalan estudios realizados en México.
Por cada hectárea de manglar destruido se calcula una pérdida anual de 757 kilogramos de peces de importancia comercial, indican.
Los manglares suplen de humedad a la atmósfera y al hacerlo se convierten en fuente de enfriamiento natural para las comunidades cercanas. Además, protegen las costas de inundaciones y de los efectos destructivos del oleaje y el viento de huracanes y tormentas.
* El autor es corresponsal de IPS. Con aportes de Juan Carlos Frías (Ecuador) y Thelma Mejía (Honduras). Publicado originalmente el sábado 4 de junio por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.