SOCIEDAD-JAPÓN: Mujeres salen de la burbuja

La explosión de la ”burbuja económica” de Japón en la década de 1990 y su posterior declive como potencia fabril mundial cambió a la sociedad japonesa, centrada en el trabajo, y creó nuevas oportunidades para las mujeres.

Como manifestación de ese cambio, el parlamento japonés aprobó desde el comienzo de este siglo nuevas leyes sobre asistencia financiera para los ancianos -aliviando la carga a las mujeres trabajadoras- y contra la violencia doméstica y el tráfico humano.

Además, expertos coinciden en la creciente percepción, en especial entre los jóvenes, de que existen alternativas a la vida orientada únicamente al trabajo.

”Ya no somos adictos al trabajo”, declaró Mariko Bando en un seminario organizado este mes en Washington por el Centro de Información y Cultura de la Embajada de Japón y la Fundación Sasakawa para la Paz.

Bando es vicerrectora de la Universidad de Mujeres Showa y veterana del servicio civil japonés, en el que trabajó 34 años. Su último cargo fue el de directora general de la Oficina para la Igualdad de Género.

Sin embargo, las mujeres todavía enfrentan discriminación en el lugar de trabajo, en particular en las grandes empresas. Según recientes estudios gubernamentales, las mujeres constituyen apenas 10 por ciento de los ejecutivos empresariales en Japón, frente a 46 por ciento en Estados Unidos y más de 30 por ciento en las economías más avanzadas de Europa.

”El porcentaje de mujeres en puestos de decisión todavía es pequeño”, señaló Bando, aunque las mujeres manejan el presupuesto del hogar en la mayoría de los casos.

Pero en los 15 años transcurridos desde la explosión de la burbuja económica, la sociedad comenzó a dar más importancia a los valores democráticos, por lo tanto las mujeres comenzaron a exigir más derechos y las organizaciones no gubernamentales se concentraron en la igualdad de género.

Uno de los resultados más significativos del aumento de ese activismo fue la aprobación en 2000 de una ley que ofrece atención de largo plazo para la creciente población anciana. En el pasado, el cuidado de este sector de la población quedaba en manos de las mujeres, que con frecuencia debían atender no sólo a sus padres sino también a sus suegros.

Pero cuando esta carga se volvió muy pesada, ”grupos de mujeres exigieron la socialización de los costos”, explicó Bando.

Otra importante ley aprobada en 2001 penalizó la violencia doméstica y creó una red nacional de unos 120 refugios del Estado adonde las mujeres víctimas y sus hijos pueden acudir. También obliga a los esposos golpeadores a mantenerse alejados de sus hogares temporalmente.

Hasta la aprobación de la ley, las mujeres víctimas de violencia no obtenían ayuda alguna. ”La policía decía: 'Ese no es mi trabajo, no podemos interferir en la vida privada de un hogar'”, recordó Hiroko Hara, presidenta de la ONG Women's Watch y profesora de la escuela de graduados de humanidades de la Universidad Internacional Josai.

Esa situación cambió cuando mujeres parlamentarias presionaron al gobierno y persuadieron al Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar Social de respaldar las leyes de protección.

”Ahora los hombres tienen límites”, destacó Hara, y agregó que la ley también protege a los hombres víctimas de violencia doméstica. No obstante, señaló, más de la mitad de las víctimas que solicitan asistencia se niegan a presentar cargos.

La ley de violencia doméstica es revisada cada tres años. En 2004, en la primera revisión, la Dieta (parlamento) extendió el plazo de la orden de alejamiento del hogar y facilitó el trabajo de las cortes para contener a esposos abusivos.

Otra señal del cambio social en Japón es el surgimiento de artistas femeninas en el popular área del ”manga”, una forma de arte que combina personajes de historietas con cuentos.

El ”manga” despegó a principios de la década de 1960, dirigido principalmente a niños de escuela. En los años 70, se popularizó entre estudiantes mayores y adultos. Ahora es un vehículo de cuentos y novelas históricas, y se ha transformado en un fenómeno mundial.

”El manga es una herramienta que utiliza muy bien el formato de libro”, explicó Machiko Satonaka, una de las artistas de manga más famosas de Japón. Satonaka, directora ejecutiva de la Asociación de Autores de Historietas de Japón, ya completó más de 420 obras de manga, dirigidas principalmente a las niñas.

Satonaka atribuye su éxito entre el público femenino adulto a la atención que ella presta a la psicología femenina. En el pasado, dice, los artistas de manga presentaban a las mujeres como ”lindas y risueñas todo el tiempo, muy pasivas”.

En cambio, las heroínas de Satonaka ”son independientes y piensan por sí mismas”, recalcó. (

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