Masami, una niña de siete años hija de una filipina y un japonés, corre riesgo de ser expulsada de Japón, donde nació. Pero su hermana menor no, porque el padre la reconoció antes de nacer, y por tanto el gobierno la reconoce como japonesa.
Según la Ley de Nacionalidad de Japón, los padres deben estar casados y la madre o el padre reconocer legalmente a sus hijos para que éstos sean considerados japoneses. Sólo si el padre japonés reconoce a su hijo antes de nacer, éste obtiene la nacionalidad japonesa independientemente de la situación marital de sus padres.
Pero Rossana Tapiro, madre de Masami, se propuso luchar contra estas reglas y junto a otras nueve madres en situación similar inició una acción judicial contra el gobierno.
No me rendiré hasta que mis dos hijas tengan un futuro seguro en Japón, …que les ofrece educación y condiciones de vida mejores que en Filipinas, declaró Tapiro, que tiene una visa por tres años.
¿Cómo explicarle a mis hijas que son hermanas, hijas del mismo padre, pero tienen diferentes apellidos y nacionalidades?, preguntó la mujer, que viajó de Filipinas a Japón hace 15 años para trabajar en bares nocturnos.
Pero parece haber luz al final del túnel. El caso de Tapiro concitó atención sobre la necesidad de otorgar la ciudadanía japonesa a los hijos de mujeres extranjeras, en su mayoría del sudeste asiático, que trabajan en Japón.
En una decisión histórica, la Corte de Distrito de Tokio consideró inconstitucional el 13 de abril que el gobierno negase la nacionalidad japonesa a un niño de siete años nacido de una pareja filipino-japonesa fuera del matrimonio, y reconocido posteriormente por su padre japonés.
Se trata de la primera vez que un tribunal japonés determina que una cláusula de la Ley de Nacionalidad viola la Constitución, destacaron los abogados de la demandante, la madre del niño.
La distinción entre hijos de padres casados y nacidos fuera del matrimonio viola el principio de igualdad ante la ley, consagrado en la Constitución, dictaminó el juez.
Pero los activistas defensores de los derechos de los inmigrantes aspiran a mucho más.
Muchas madres filipinas figuran como madres solas cuando sus hijos tienen padres japoneses. Es importante que las leyes de inmigración reconozcan el derecho de esos niños a la ciudadanía japonesa, dijo a IPS César Santoyo, director del Centro para Familias Filipino-Japonesas.
Según los activistas, existen 780 niños que fueron reconocidos por sus padres japoneses pero no tienen la nacionalidad japonesa, y actualmente viven con sus madres filipinas. Muchos residen en Filipinas.
Es común que mujeres filipinas ingresen a Japón con visa de artista, se enamoren de japoneses y tengan hijos con ellos. Después, sin embargo, quedan abandonadas a su suerte y no reciben ningún apoyo para criar a sus hijos, señaló Mio Takano, presidenta del Centro.
Estas mujeres viven con mucho temor a ser obligadas a volver a su país, porque sus hijos no son japoneses, agregó.
Pero la tarea no es fácil. El Ministerio de Justicia apeló el fallo de la Corte de Distrito de Tokio, y la Alta Corte de Tokio ordenó el mes pasado la deportación de una adolescente filipina de 16 años nacida en Japón, junto con los otros seis miembros de su familia.
Mientras, Tapiro y sus codemandantes viven con temor constante a la deportación de sus hijos.
Takano, del Centro Filipino-Japonés, opinó que el problema tiene que ver con la protección de la sangre japonesa, en una sociedad fuertemente nacionalista que se resiste a aceptar a los hijos de extranjeros.
Esto atenta contra el Japón moderno, donde los matrimonios internacionales y la mano de obra extranjera están en aumento, dijo a IPS. (